Picadero de llegada.

-Vale está bien toma un terrón -Dije riendo.
-Vamos al los boxes a ponerte tus arreos nuevos y damos una vuelta que te parece amiguito ¿Te gustaria?¿Vamos al pueblo? espero que no te estés o vamos a hacer una ruta de dos dias que te apetece mas?-Dije mientras caminaba hacia los boxses.

La chica me dio un terrón de azúcar y yo relinché de alegría, viendo que ella no me haría ningún daño.
Quería saber su nombre, pues supuse que ella sería mi nueva dueña.
Me preguntó que a donde quería ir.
La verdad es que me daba igual, pero me encontraba algo cansado, y una ruta de dos días a lo mejor era demasiado.
Aunque no me importaba el que hiciésemos, pues estaba muy alegre de tener a aquella chica como dueña.

reí.En fin vayámonos al box a ponerte tus arreos nuevos y vamos a buscar a anita o a alguien a ver si les apetece venir he-Dije alegre y riendo.-Fuimos caminando hacia los boxses a un paso ligero y tranquilo

Me dijo que debíamos ir a los boxes antes.
Yo la seguí, impaciente por ver cual sería mi box, y al lado de quien estaría.
Estaba expectante, y se me notaba pues llevaba mis orejas erguidas, y llevaba un paso ligero, con un medio trote.
-¿Dónde iremos después?- pregunté. Resoplé, y mordisqueé suavemente la ropa de Llena.

Llegue a un enorme lugar se parecía a la hacienda en la que antes yo habitaba, mas esta era muchísimo mas grande, me llamo la atención escuchar relinchos de caballos aunque lo fui pensando un poco mas y ya no parecía tan sorpresivo, ya que los humanos nos usaban como transporte y luego cuando nuestra fuerza iba desapareciendo nos desechaban como pañuelo usado e iban tras otro ejemplar mas fuerte, mas maduro y mas ágil al menos mi experiencia con los humanos me hacia pensar de esa manera, pero tenia hambre, era como una vocecita que me decía -¡entra entra!- no cuestione a la vocecita misteriosa; tal vez encontraría algo que comer y seguramente pasaba desapercibida (o eso creía).

Mozo:

Nuevos caballos, nuevo trabajo. Ya se había convertido en una rutina el ir a buscar a los caballos al picadero de llegada, y ahora que habían dos sabía que, por norma general, aquello sería más complicado. Decidí que lo más seguro sería llevar a los caballos de a uno, ya que me habían comunicado que la yegua, Shadie, posiblemente necesitase más tiempo. Ingresé al picadero con algunas golosinas y una cabezada, no sin antes leer los nombres de ambos caballos únicamente para asegurarme. -Hyden, muchacho- llamé, con un tono de voz entusiasta y amable, mostrándole las golosinas. Hice el intento de llamar también a la yegua, ofreciéndole comida.

Escuché a alguien acercarse y alcé las orejas, vi que era un chico y me le quedé mirando con curiosidad. Me di cuenta de que no estaba solo, había una yegua conmigo que antes había pasado desapercibida. No sabia a donde mirar, si a ella o el. Entonces escuché mi nombre, alto y claro. Clave mis ojos en la cara del muchacho, sentía una enorme curiosidad por el y por este lugar, pero no estaba seguro. No veía en él malas intenciones ni nada por el estilo, por lo que me acerqué despacio examinándolo. Cuando por fin estaba a pocos metros de el, divisé que traía una cabezada en la mano, eso ya no me gustó, y mi instinto hizo mas mella en mi que mi curiosidad, me giré rápida y elegantemente y galopé hasta el otro extremo del picadero, sin quitarle los ojos de encima al muchacho. Relinché nervioso, notaba como mi piel sudaba y en cuanto llegaba un poco de aire me estremecía, pero eso no fue suficiente como para que me acercara. Levanté la cabeza con curiosidad, mirando la cabezada que llevaba en la mano.

Mozo:

Bueno, estaba más que claro que no podía pretender que las cosas fuesen tan fáciles. Hice una mueca, suspirando y armándome de paciencia, consciente de que era una de las cosas más importantes en aquél trabajo. Esbocé una sonrisa, aún con aquella postura amigable pero tranquila, lo más tranquila posible. Mantuve una distancia prudente entre ambos, pensando en el caballo, en que él no se sintiese más tenso y en mi propia seguridad, claramente. -Shhhh, tranquilo muchacho- dije en voz baja, calma, avanzando unos pocos pasos hasta él, siempre con la suficiente prudencia como para notar ante la más mínima reacción de su parte. -No quiero hacerte daño, solo quiero sacarte de aquí, llevarte a otro sitio- intenté calmarlo, avanzando otro par de pasos, dejando la cabezada en segundo plano y ofreciéndole un poco de comida. -Apuesto a que tienes hambre después de tan largo viaje- lo tenté, riéndome levemente.

apenas abri mis ojos muy cansada una persona,que yo desconocìa se me acerco me puso el bosal yo con mi caracter rebelde no queria pero estaba muy cansada para luchar.Me llevaron caminando hasta un remolque yo ya lo conocìa, un par de veces me hicieron subir y bajar de el.Yo no le encontraba el sentido pero tenia que hacerlo.Esta ves fue diferente me dejaron mas tiempo que de lo descostumbre me puse nerviosa pero.una dulce voz que de algun lugar conocia solo escucharla me calmo.El remolque empeso a moverse yo no entendia nada.Habìa una pequeña ventana en la cual veìa alejarse mi lugar el lugar donde crecì.Empece a relinchar.nadie me prestaba atenciòn ya no lo soporte mas como mi naturaleza me lo exigia empece a patear pero nada pasaba.luego comprendi que el remolque se empesaba a mover mas lento y estaba parando.Vi a una persona y exclamo "que belleza negra es esta" quizo tomarme del bozal lo quise morder me grito.eso raramente me calmo.empece a patear a relinchar.el tironeaba de la cuerda de mi bozal finalmente me tranquilice y entendi que debia avanzar.Me llevaron a una pista con muchos obstaculos yo los amaba me encanta saltar.sin embargo estaba nerviosa no habia ni un solo caballo con quien hablar ni nadie a quien yo conociera.empece a galopar y relinchar hasta calmarme.estaba atenta a todo hasta que luego de unos minutos escuche una voz que se acercaba....

Mozo:

Antes de poder avanzar, tratando de colocarle a Hyden la cabezada el sonido propio del remolque me indicó que justamente otro caballo estaba llegando. ¿Otro? Fruncí levemente el ceño, era normal que llegasen nuevos caballos, pero tres a la vez no era demasiado habitual. Dejé despejada la entrada al picadero para que al bajar al caballo ninguno corriese riesgo, observando a una preciosa yegua negra entrar galopando, claramente nerviosa. Suspiré. No, no sería tarea fácil, sin lugar a dudas. Pregunté como se llamaba antes de que los encargados de traerla se marcharan, tomando otra cabezada sólo por si acaso y más golosinas y comida. -Soñada- la saludé, con voz amable y sumamente tranquila, observando también a los otros dos equinos. Posiblemente me hubiese venido bien un poco de ayuda en aquella situación, pero ya que, estaba solo y me correspondía a mí realizar aquél trabajo.

Le miraba atentamente, el muchacho estaba empeñado en llevarme a dentro, por un momento pude notar que simplemente trataba de tranquilizarme para llevarme adentro, porque allí estaría mejor. Entonces fue mi instinto el que me impulsó a acercarme a el, me acerqué decididamente a el y algo mas relajado, pero cuando justo me estaba parando casi en frente de el llegó otra yegua que arruino toda la tranquilidad que estaba teniendo. El sonido de los coches, de los hombres, el galopar de la yegua, los relinchos, todo eso mas el largo viaje que acababa de pasar hizo que me estrasara enormemente. Me eché a un lado en cuanto vi que la yegua entraba galopando, y eso hizo que me pusiera al lado del muchacho, estaba rozándole. Tenía hambre, el viaje fue largo y en el camino no comí nada, tenía ganas de correr, de gastar las energías retenidas en el camión y en este pequeño recinto, pero ahora mismamente me conformaba con salir de este picadero. Mi desconfianza con el muchacho se había esfumado por completo, en cuanto la yegua pasó delante de nosotros yo busqué sus brazos y metí la cabeza entre estos incitándole a acariciarme. Encontré algunas de las golosinas que traía, y comí algunas ansiosamente.

Mozo:

Suspiré en cuanto vi que Hyden detenía su marcha tranquila hacia mí debido al sobresalto causado por el súbito ingreso de la nueva yegua en el picadero. Emití un único sonido a modo de queja, siguiendo con la mirada al semental. -Ven, Hyden- volví a llamarlo, sorprendiéndome muchísimo al ver que acudía a mi encuentro sin dar mayores problemas. Me reí levemente, dándole algunas golosinas a modo de recompensa y acariciando su frente con una de mis manos, mientras que con la otra hacía el intento de colocarle la cabezada con suma suavidad, teniendo éxito con aquél propósito. -Muy bien pequeño- lo felicité, palmeando su cuello y enganchando el ramal a la cabezada, dándole un tirón suave con el objetivo de que me siguiese rumbo a los boxes. Le dirigí una mirada a las yeguas. -Ya vuelvo- aseguré, saliendo del picadero dispuesto a llevar a Hyden a los boxes para seguir luego con mi tarea en breve.

Vi en oto corral muy cercano a un caballo no tuve mejor idea que saltar la enorme cerca y entrar en el otro corral.Entre galopando,estaba alterada vi a un caballo asustado y a un hombre empece a patear el caballo se puso aun mas nervioso,lo mismo me pasaba ese simpatico y amigable hombre trataba calmarnos.el me hablo usavemente eso me calmo luego me quede sumamente quieta estatica obviamente nerviosa no sabia si quedarme quieta o salir corriendo,me quede quieta.Entonces vi como el caballo al que el hombre parecia llamar hyden sedio ante el hombre pudo engancharlo y llevarseloa otra parte.senti que ese caballo me miraba de una manera extraña pero me hizo confiar en aquel amistoso hombre que al retirarse con hyden me dijo ya vuelvo lo que comprendi fue que debia quedarme quieta.Relinche el hombre me dijo calma pequeña con su suave voz a lo que yo me quede en una esquina del picadero.esperando a ver que me tenia preparado el destino lo unico que sabia es que no debia moverme...

Mozo:

Luego de dejar a Hyden en el amplio y fresco box volví al picadero, en el que hacía un calor para nada agradable. Bufé a modo de reproche por aquello, el tiempo en aquella hípica estaba, mínimamente, loco. De día solía hacer calor, mucho calor, mientras que por la noche todo cambiaba de forma drástica. Tomé un poco más de comida, unos buenos puñados de avena y alguna que otra golosina, junto con las dos cabezadas que sostuve con mi mano derecha. Ingresé al picadero, paseando mi mirada entre ambas yeguas, dedicándoles una calma y tranquila sonrisa. -No tienen que temer, les aseguro que el futuro que les espera aquí tiene muy buena pinta- aseguré, había pocos establos en los que se les diese un mejor cuidado a los caballos que en éste, además de que había los suficientes jinetes y amazonas como para brindarles un buen dueño a la mayoría de los equinos que llegaban. Me acerqué primero a Soñadora, la nueva yegua que había ingresado, ya que parecía más tranquila. Lentamente, avancé paso a paso con mucha cautela, ofreciéndole un poco de avena. -Tranquila, preciosa- estiré mi mano, dejando en la palma de ésta unos trozos de zanahoria.

Pense siiii zanahorias,Suavemente estire mi cuello y agarre los trozoz de zanahoria los cuales saboree,cuando luego la otra yegua se paro de manos que ¿sucedia?,el hombre me ordeno que me quedara quieta pero instintivamente mis patas se levantaron un poco pero pude controlarme el me acaricio,la otra yegua empezo a patear relinche fuertemente,el pobre muchacho no sabia que hacer,me ordeno quedarme quieta un poco enfadado, le obedeci,el muchacho agarro una soga y me la puso sobre el cuello el queria que lo siguiera al cual obedeci,me llevo lejos de la situacion. intento ponerme la cabezada movi mi cabeza bruscamente, el me ofrecio otro pedazo de zanahoria lo tome y aunque yo ya conocia la cabezada odiaba ese fierro en la boca,sobre mi lengua pero en un acto de confianza deje que aquel simpatico muchacho me la pusiera aunque luego de eso me dijo quedate quieta y fue a socorrer a la otra yegua. yo pacientemente lo espere

Un nuevo día comenzaba para todos. Y una nueva vida comenzaba para él. Lo habían embarcado ya en aquél viaje hacía cerca de ocho horas, con paradas únicamente para estirar un poco las patas y quizás descansar o comer algo. No estaba nervioso, al menos sabía a que se debía tan largo trayecto. Lo habían vendido. Aquello lo alegraba, en parte, ya que conocería lugares y también caballos nuevos. Y personas. Hizo una mueca ante éste último detalle, soltando un bufido. Su dueña se había despedido de él con unas dulces palabras, acabando con un "cuídate, Riley". Y sabía que afortunadamente tenía la suerte de poder llevarse una magnífica imagen de ella como persona. Llevaba ya metido en sus pensamientos un buen rato, así que el sentir que el remolque se detenía lo sacó de eje por apenas unos momentos, los suficientes como para reaccionar. Las puertas de aquella jaula se abrieron, dejando ingresar una incómoda y para sus ojos dolorosa luz solar. Bufó, retrocediendo unos pasos, sacudiendo la cabeza en señal de descontento unas cuantas veces hasta que logró habituarse al cambio de entorno. Un hombre de aspecto desgarbado lo llamó por su nombre, tratando de engatusarlo con un poco de comida. El joven caballo se rió para sí mismo, saliendo del remolque sin hacerle caso al humano, en parte porque quería ver qué era lo que le esperaba. Un inmenso lugar se abría frente a sus ojos, un lugar lleno de oportunidades, sueños y metas por alcanzar. Dejó que el chico lo manipulase lo suficiente como para soltarlo dentro de un enorme picadero. Divisó a otro equino allí, pero no le dio importancia. Se quedó parado unos momentos, con tranquilidad, observando su nuevo hogar.

Al comprobar que estaban llegando tantos caballos fui apurado a la pista de llegada, para ayudar al mozo que allí se encontraba. Observé la llegada del hermoso semental, mientras entraba en la pista. Me despedí de las personas que lo habían transportado hasta aquí. Me acerqué despacio a él, serio pero a la vez relajado, mientras contemplaba su pelaje blanco , que reflejaba los timidos rayos del sol que se colaban entre las nubes. - Hola chico - dije con un tono suave de voz mientras me colocaba delante de él - bienvenido - sonreí

Se quedó embelesado con la cantidad de pasturas y prados que había en aquél lugar. Todo tan natural y sencillamente magnífico que no pudo evitar que una profunda sensación de felicidad lo embargase. Más allá de que posiblemente tuviese que soportar a algún que otro humano pesado, ni siquiera eso llegaba a opacar su profundo entusiasmo. Caminó un poco por el picadero, manteniéndose alejado de la otra yegua, olisqueando el aire. No pudo evitar dar un brinco en su lugar al escuchar una voz humana, de un hombre. Se giró algo sorprendido por el sigilo de aquél jinete, irguiéndose, manteniendo su cola en alto y sus orejas firmes. - Hola -le devolvió el saludo, orgulloso y ciertamente altivo, dedicándole una mirada inquisitiva a aquél hombre- ¿quién eres? -cuestionó ante sus siguientes palabras, avanzando un paso hacia él. Aquél hombre infundía respeto, no lo podía negarlo. Sin embargo, ni siquiera eso lograría aplacar su espíritu.

Y luego llego otro caballo,este era un semental hermoso,una persona que yo aun desconocia se acerco a el, ya me empesaba a impacientar.. queria salir de ese lugar... mi unica solucion era confiar en ese muchacho..

Mozo:

Ah, pero qué con la venidera de caballos. Sí, sería lo mejor para nosotros, pero quizás no para ellos: no eramos tantos como para recogerlos de inmediato, y si daban batalla...me di prisa a llegar, teniendo una cabezada en la mano y en la otra avena, como siempre. La yegua negra, Soñada, ya se estaba impacientando y bastante, por lo que sonreí para tranquilizarla. -Hola guapa- saludé, mirándola a los ojos con firmeza pero sin llegar a inspirar temor. -Ya, ya irás a tu box. Tranquila- murmuré, acariciándole el morro con movimientos suaves, planeados para calmarla. Cuando la vi algo más serena alcé las dos manos y le puse la cabezada, con cuidado, sin asustarla. Después le di la poca avena que me quedaba y no le había dado aún, puesto que no había dado batalla mientras se la ponía. -Venga ya- le sonreí, dando un par de pasos hacia la salida del picadero, conduciéndola con cuidado.

y asi luego esa muchacha me saco de ese lugar pero a donde iriamos¿? vi que me llevaban a los boxes yo ya tenia habre asi que dispuesta entre al mio lo primero que hice fue comer y luego le di un toque con mi nariz a esa simatica muchacha

Lo mire y levante un poco la vista y dije. - Soy el dueño de la hípica - dije con una pequeña sonrisa, mas con un tono serio y relajado. Observé detenidamente al semental. Orgulloso y noble, con espíritu y decidido. Era el tipo de caballo que mas me gustaba, aquel que se hacía respetar. Recogí un ramal y una cabezada de cuadra, y lo miré. Me acerqué un par de pasos más hasta quedarme justo en frente, tan cerca que casi sentía el aire que expulsaba al respirar. - Y ahora debo llevarte a tu box Riley - dije mirandole a los ojos

Riley soltó una risa al oír las palabras de aquél humano, ¿por qué querría él ir a los boxes? Claro que sería una buena oportunidad para conocer mejor el lugar y no le costaría nada escaparse cuando quisiera, el hecho era que no se iba a dejar pisotear así como así. Claro que tarde o temprano iba a ceder, incluso él lo tenía bien claro, sabía que cosas lo favorecían y cuales no. Se acercó al humano de buena gana, acercando su cabeza a él, dispuesto a que le colocase la cabezada. Y justamente antes de que lo hiciera le dio un empujón con su morro, despacio, pero lo suficientemente fuerte como para desestabilizarlo para posteriormente salir al trote lejos de él. Soltó una risa y negó con la cabeza, acercándose ahora sí dispuesto a que le colocase la dichosa cabezada y lo sacase de aquél picadero. Siempre con la cola en alto, los ollares abiertos y los ojos atentos, con aquél orgullo tan característico el semental y el nervio habitual en los árabes.

No pude evitar reírme un poco cuando me empujo y salio al trote, aunque me haba cogido realmente de improvisto. Me volví a poner firme y lo miré. Cuando se acercó por segunda vez tenía la esperanza de que me dejara colocarle la cabezada sin volver a irse, aunque por su actitud supuse que si. Me acerqué a él y me coloque a su lado, poniéndole cuidadosamente la cabezada pero decidido. Una vez puesta le enganche el ramal para poder llevarlo. - No creo que te quedes mucho tiempo en lo boxes tranquilo, pero no puedo dejarte suelto aquí - dije mientras le daba unas palmaditas en el cuello.