Llegamos con Layla al restaurante, nos sentamos en una mesa y casi instantáneamente un mozo se acercó a tomarnos el pedido. Ella pidió un café, yo por mi parte pedí un chocolate caliente; había cambiado de opinión respecto a la bebida en el último momento. El hombre asintió, terminando de escribir en una libreta el pedido y se acercó dando grandes zancadas hacia la barra del lugar. Luego de unos pocos minuto, volvió con dos tazas humeantes. -Cualquier otra cosa que necesiten solo es cuestión de llamar-avisó con un aire amistoso, luego, se retiró como antes hacia la cocina, a grandes zancadas, como antes. Dí el primer sorbo a la bebida caliente y ella hizo lo mismo. -¿Sería demasiado atrevido si pregunto dónde fuiste?-pregunté con un aire bromista.
Ella negó con la cabeza y me contó, no muy detalladamente, que había estado haciendo el el periodo de ausencia en el club. Asentí con la cabeza luego de que terminara y dí otro sorbo al chocolate. Por unos minutos en el lugar solamente se escuchaban las conversaciones de las pocas personas que se encontraban allí, ajenas totalmente a lo que nosotros hablábamos.
-¿Sacaste a Afri de paseo?-preguntó ella con un tono dulce. Negué con la cabeza mientras dejaba la bebida encima de la mesa, dispuesto a explicarle y disculparme por no haber cumplido con su petición. -No, siendo sincero, no tuve demasiado tiempo. Tuve cosas que hacer fuera de la Hípica y cuando vine me dediqué a entrenar a Pampa, ya que el concurso se acerca-mascullé en tono bajo, luego de una pausa seguí hablando. -Discúlpame, de verdad, sé que te dije que iba a sacarlo...-hice una mueca. A decir verdad, a Afri no le habrían faltado paseos gracias a los mozos de cuadra, los cuales siempre tenían tiempo disponible para todos los equinos del club.
-No te preocupes-contestó Layla. Pasamos un buen rato hablando sobre cosas quizás no demasiado importantes para los demás, pero yo, encontraba realmente interesante conocerla mejor. Después de un rato, luego de haber terminado de beber las bebidas calientes, Layla se disculpó diciendo que tenía que irse. -No pasa nada, entiendo que estés cansada y quieras ir a casa. Es un poco tarde ya-le sonreí. Ella se levantó y se despidió de mí con un gesto de saludo con la mano, el cual correspondí.
Pagué la cuenta y me retiré de el restaurante.