Llegué guiada por Tornesch. El camino transcurrió sin demasiada habladuría, solo haciendo de vez en cuando algún comentario aislado sobre el lugar, o la hípica en sí. Había averiguado poco sobre él, pero al menos ahora sabía que sí tenía una dueña llamada Nahiara y que se dedicaba exclusivamente al salto. Al llegar al bosque había senderos marcados, por lo que no sería demasiado probable que acabásemos perdiéndonos, además confiaba en mi gran guía. Observé todo el lugar, maravillada, viendo que estábamos rodeados de el verde puro de las hojas y el pasto. - Qué hermoso lugar -exclamé, mientras esbozaba una gran sonrisa, mientras seguía observando todo el lugar, de forma atenta, grabando cada detalle en mi mente- ¿hay muchos lugares así aquí? -pregunté, mientras avanzaba unos pasos, adentrándome lentamente en el bosque, siguiendo el camino, esperando a Tornesch, cada vez más entusiasmada.