Llegamos a la pista. Ya había logrado tranquiliarme, luego de mentalizarme y exigirme a mí mismo cierto autocontrol que no estaba seguro de tener. Pero después de todo, no podría guiar bien a Sombra de ninguna manera si no estaba tranquilo y confiado sobre la silla. Tampoco tenía razones para estar nervioso, pues más allá de cualquier miedo o inseguridad que pudiese tener en el momento íbamos principalmente a divertirnos. Si ganábamos o no, era otro asunto, al cual no le iba a dar realmente importancia. Lo que me importaba era poder vivir la experiencia de saltar con Sombra, lejos de los picaderos en los cuales entrenábamos, en algo más serio. Y no estaba nada mal, ochenta centímetros, para comenzar, al contrario. Comenzamos a calentar. Me erguí sobre la silla, aumentando considerablemente el contacto, dejando mis manos firmes sosteniendo las riendas, sin tensarlas, dándole libertad para que se moviese con naturalidad. Comenzamos al paso, mientras grababa en mi mente el orden, a pesar de que lo habíamos entrenado incontables veces con Sombra. Le pedí trote, alargando y acortando, pasando finalmente al galope y haciendo lo mismo. Acompañé sus movimientos gráciles y suaves a la perfección, acoplándome a ella, ciertamente éramos un gran equipo. Le dí unas palmadas con el objetivo de que no estuviese nerviosa, pues no era el objetivo ni mucho menos la idea al participar en un concurso, para nada. Más bien todo lo contrario.