No, no llegué corriendo, no podía correr, pero sí llegué de prisa. La enfermera sonrió al verme, casi adivinando el motivo de mi visita, y me hizo pasar a la sala de espera donde llegó pronto un doctor, el mismo que me atendía ahora con esto del embarazo.
-¿Qué pasa?- preguntó con voz amable, un pelín extrañado de verme ahí tan pronto. -Eh...digamos que me fui de excursión al bosque. A caballo- añadí, bajando la mirada. Sabía perfectamente que había hecho muy mal en montar, y quise evitar cualquier regañina por parte del médico. Suficiente tendría con la que seguramente me esperaba con Eth. -Ven- señaló, caminando hacia un cuartito donde estaba la cosa extraña del ecosonograma. Arregló toda la parafernalia del análisis y una vez que la imágen apareció en la pantalla no pudo evitar hacer un gesto de sorpresa. Alcé una ceja, expectante, ligeramente preocupada por lo que él podría ver en ésa imagen a blanco y negro, donde se veía claramente por lo menos un pequeñísimo corazón. Sonreí, esperando cualquier respuesta. -Son dos- murmuró, simplemente. Ahhhh. Dos. ¿Ah? Abrí los ojos de golpe, como platos, sin saber exactamente qué decir. Me reí como tonta, nada más, dejando que el doctor recogiera todo. Me incorporé, escuchando con atención todas las advertencias que hizo sobre los extremos cuidados que tenía que adoptar, cosa que haría gustosa ahora sin impedimento alguno. Nos despedimos y salí, rumbo a mi casa, devanándome los sesos para decirle a Ethan...sin que se enojara demasiado.