Recepción.

Esbocé una sonrisa simpática al oír sus palabras. Observé sus movimientos a la vez que escuchaba su afirmación. Acepté el mapa que me ofrecía, escuchando las explicaciones que ella me daba sobre el lugar. -Gracias.- Nada más abrir el mapa ya me asombré de lo grande que era el lugar. Definitivamente tenía que borrar de mi mente aquella imagen idealizada que me había hecho sobre la extensión del club, pues este era más grande de lo que había imaginado. Levanté nuevamente mi mirada del mapa y observé a la mujer mientras ella me hablaba. -Claro, no se preocupe. Gracias.-aseguré, asintiendo levemente con la cabeza. -Aunque... Creo que por ahora no tengo más dudas. Supongo que ahora solo tengo que aprender cuál es el camino a cada lugar del club.-comenté, riendo levemente después. -Muchas gracias. Hasta luego.-concluí, despidiéndome con un leve movimiento de la mano. Salí por la puerta y abrí de nuevo el mapa, dispuesto a dirigirme al lugar que más me llamase la atención o el que más cerca estuviese.

«Hey, tranquila, no es para tanto». Debo repetirme aquella frase unas tres veces antes de convencerme.
Camino lentamente hacia la pequeña habitación que fue desde siempre la recepción. Incluso hacía ya unos años se veía exáctamente igual, estaba ubicada en el mismo sitio, mientras que más a la derecha se encontraban los establos. Se notaba que el club había crecido. Los establos tenían muchos más boxes, veo unos cuántos prados más que parecen pertenecer al club, por lo que no puedo reprimir una sonrisa. Cierro los ojos antes de entrar al lugar, adentrándome finalmente. Observo a la recepcionista, la cual parece lo suficiente ensimismada en sus tareas como para percibir mi presencia. -Hola -saludo mientras me acerco lentamente hacia el escritorio de madera caoba en el cual yacen varios papeles ordenados. Observo a la mujer y le dedico una sonrisa muy leve, pues aquello de fingir confianza plena con alguien que no conozco no se me da bien-. Mi llegada estaba programada para ayer, mi nombre es Claire -¿era necesario mi apellido? ¿Cuántas Claires podrían tener su llegada programada para ayer? Observo atentamente a la mujer mientras espero una respuesta, deseando que finalmente me libere. Aquellas formalidades me agobian, lo que de verdad quiero es poder ir a conocer las tierras, lo picaderos, los cuales me habían instruido en el mundo de la equitación. Claro que duró poco. Apenas unos años después de llegar al club, gracias a mis padres, tuve que dejar todo. Amigos. Caballos. Todo, directamente. Suspiro y centro mi atención en mis manos, como si eso pudiese distraerme un poco mientras aguardo una respuesta de parte de la mujer.

Recepcionista:

-Buenos días- saludé de forma apresurada en cuanto la voz femenina llegó a mis oídos. Le dediqué la misma reluciente sonrisa que le daba a todos los nuevos, tratando así de infundirle confianza al menos de forma mínima. Como ya era rutina, verifiqué que efectivamente estábamos esperando a una Claire, por lo que asentí con la cabeza. -Sí, ya tenía notificada tu llegada- me reí suavemente, agregando los datos junto al nombre de la chica anotado prolijamente en la agenda. Tomé uno de los tantos mapas que el club ofrecía a sus nuevos miembros, aunque a decir verdad, no creía que lo necesitase mucho. Ya estaba al tanto de que era una antigua amazona, y en realidad, el club no había cambiado en exceso. Aún así, no estaba de más. -Toma, aquí tienes- le ofrecí el mapa, mientras estaba atenta, aguardando a ver si tenía alguna duda. -Si tienes alguna pregunta, puedes consultar, ¿sí?- le avisé, todavía estaba un tanto... ¿desconfiada? Y, bueno, la entendía. -¡Qué tengas buena estadía en el club!- le desee sinceramente, sonriendo un tanto más.

-Muchas gracias -le dedico una sonrisa ahora verdaderamente sincera, estirando mi mano para tomar el mapa que me ofrecía. Le doy una mirada rápida al susodicho, viendo las instalaciones del club. Qué alivio el saber que todo seguía igual que el primer día, exceptuando algún nuevo picadero o la adquisición de algunas tierras. Le sonrío y asiento suavemente con la cabeza-. Claro, no dudaré en consultar si me surge alguna duda -en realidad, las probabilidades de que me acerque a la recepción para consultar alguna duda son nulas, pero no quiero decirle ese pequeño detalle a la mujer que tengo enfrente-, muchas gracias de nuevo -suficiente. No quiero agradecer más por el momento, pues sólo logro ponerme más ansiosa que antes. Me alejo lentamente del escritorio de madera y le doy una última mirada a la habitación, antes de tomar el picaporte de la puerta y salir. El alivio que siento en cuanto los rayos matutinos del astro rey me acarician el rostro es indescriptible, sonrío un poco más y me dirijo a los establos. Pienso que tenía que recorrer absolutamente todo el lugar y acabo abrumándome antes de tiempo, por eso mismo apuro el paso hacia el sitio que posiblemente sea más interesante en mi caso.