La playa

Me sumé al coro de sus risas, y luego suspiré.
- Este día se pasó muy rápido... -me quejé, sonriendo- bueno, entonces, ¿volvemos? -pregunté, con aire quejoso, pues no quería volver, al menos no aún, pero ciertamente ya era tarde como para quedarse mucho rato.

Caroline comentó:

Spoiler:

Esbocé una una sonrisa traviesa mientras fijaba mi mirada cariñosa en los ojos de Caroline.
- Me gusta oírlo salir de tus labios - Comenté gracioso mientras que suavemente con mi fría mano acariciaba su barbilla.
La miraba fijamente, no podía parar de hacerlo pues ella era como mi marca de heroína. Desvié por un momento la mirada para no incomodarla.
Observé el agua del mar que se mecía con una gracia absoluta - La bañera mas grande de todas, el mar - Bromeé sonriente con una voz aterciopelada.
La tomé suavemente de la mano incitándola a participar junto a mi en un divertido baño junto a la orilla. Hice una leve mueca mientras señalaba ligeramente con la cabeza el espléndido mar.

-De acuerdo contigo- afirmé, refiriéndome a los dos aspectos que había tratado al hablar. Ya era hora de que conociera las instalaciones internas del club, o por lo menos ver a dónde iría a parar mi esqueleto para ganarme unas buenas horas de sueño bien merecido. -Te sigo, yo no sé el camino- indiqué con un dejo de burla en mi voz, desperezando mis patas para prepararlas al largo camino de regreso.

- Muy bien, hora de volver -dije con voz alegre, aunque sinceramente no quería irme- no es tan lejos como parece -aseguré, sonriendo y partiendo de regreso al club.

*El cielo se comienza a nublar y empiezan a caer pequeños y blancos copos de nieve, que inundan en lugar cubriendolo de un manto blanca de nieve *

vi que empezo a nevar asique llame a Munir y fuimos a los establos

llegue con tormenta su potrilla dahaj(se escribe asi?)y sadik los solte pero antes les dije
como os llame y no volvais ya bereis lo que os espera os espera un perro dije entre risas presentandoles a colmillo este chucho que no sabe ni cazar un caracol os vuscara dije riendome

Al llegar, observé todo el hermoso paisaje. Todo estaba totalmente blanco. El sonido del mar me transmitía muchísima tranquilidad. Miré el azulado mar. Seguí con la mirada cada una de las olas que llegaban a la orilla, observaba cómo crecían, con sus tonos azulados, cada vez más claros, hasta romperse y convertirse en una espuma blanca que se perdía entre la nieve. Miré a Dajah. Para mí, ella se había convertido en mi mejor amiga o incluso en algo más. En el camino a la playa una gran cantidad de preguntas recorrieron mi mente, todas hablando de Dajah. "¿Por qué siento que no puedo vivir sin ella? ¿Por qué no me imagino mi vida sin ella a mi lado? ¿Por qué deja de existir el mundo a mi alrededor cuando estoy a su lado? ¿Por qué?" pasaban una y otra vez por mi mente. Pero sólo tenía una única respuesta a todas, una respuesta que hacía un eco impresionante en mi interior. No lo quería reconocer. No podía estar enamorado de Dajah. No, no podía. Ella era muy importante para mí, pero no me podía creer que llegara hasta el punto de enamorarme de ella. Ni siquiera sabía si ella sentía lo mismo.
Bufé y sacudí mi cabeza para eliminar aquellos pensamientos y volví a pasear mi mirada por Dajah, la playa y aquella humana. Cuando nos advirtió de que volviéramos cuando nos llamara nos enseñó a aquel perro. Había visto muchos perros de aquel tamaño pero aún así guardé cierta distancia, por seguridad. Me volví y comencé a trotar por la nieve, acercándome a la orilla pero, al notar la helada agua sobre mis patas, me estremecí y seguí trotando por la nieve, sin tocar el agua. Trotaba con mi cuello arqueado y mi cola alta, que ondeaba con la fresca y salada brisa que corría por allí. Miré de reojo a Dajah y relinché, sonriendo alegre al estar al fin libre, sabiendo que podía galopar tanto como quisiera sin que una valla, verja u otro objeto fabricado por los humanos me lo impidiera.

Esperé a que Llena me soltara para poder salir trotando por la playa. Era un lugar al que me encantaba ir. Troté unos metros por la nieve, recogiendo mi cuello para que se ensanchara aún más y alargando al máximo mis trancos, realizando unos movimientos espectaculares. Dejé que mi potrilla caminara por donde quisiera, para que curioseara un poco y conociera mejor el lugar. Me quedé quieta unos segundos, observando el mar y el horizonte, que siempre me fascinaban. Observé a los dos caballos árabes y, de nuevo, a mi potrilla, que caminaba olisqueando la nieve que había.

Cuando llegamos, lo observé todo, cada detalle, analizaba todo sonido, todo olor. Todo era nuevo para mí. Allí también había aquella extraña sustancia blanquecina que había caído anteriormente en el prado. Me acerqué a mi mamá, con la cabeza baja, olisqueando la nieve y de vez en cuando cogiendo un poco con mi boca. Estaba muy fría y no sabía a nada. -¿Qué es esto?-pregunté curiosa a mi mamá. Nieve. Era nieve. En ese momento sonreí y comencé a galopar por toda la playa, dando leves saltitos para poder avanzar.

Alcé la mirada nada mas poder oler el mar. Moví mi cola con entusiasmo al conseguir divisar la playa. Cerré los ojos e inhalé profundamente el aire puro que reinaba en aquel hermoso paraje. Los abrí de nuevo cuando pude sentir una mayor cantidad de nieve en mis patas. Habíamos llegado. Parpadeé impresionada al ver la belleza del lugar, inundada por una espesa arena blanca (nieve XD)Las olas se mecían junto a la orilla, con una tranquilidad y paz semejante a la que yo sentía por estar en aquel lugar.
Esbocé una sonrisa un tanto tonta. En ese instante se pasaron por mi mente varias imágenes de Sadik y preguntas con claras respuestas. Miré curiosa hacia Sadik, el cual trotaba con una elegancia insuperable. Como si se tratara de una película... en mi cabeza parecía sonar una dulce canción al ver a Sadik. (Tenía que meter esta canción por algún lado XDD)
Canción:

Spoiler:

Cerré los ojos mientras pensaba. La sensación extraña volvía, era persistente. Bufé levemente mientras sacudía un poco la cabeza con la esperanza de eliminarla. Por un momento obtuve una clara respuesta a tantas preguntas que yo misma me formulaba. ¿Estaría enamorada de Sadik?. Insegura, claramente insegura, pues no sabía si el sentiría lo mismo por mi, caminé junto a al orilla estirando el cuello y olisqueando levemente las saladas olas que se perdían junto a la orilla.
Bufé y comencé a trotar junto a la orilla, sin prestar gran atención a otra opción que no fuera Sadik. Miré de reojo a Sadik y sacudí la cabeza mientras una especie de temor por lo que sentía recorría por completo mi cuerpo. Moví mi cola al trote, observando con maravilla el mar y paseando mi mirada entre Sadik y éste.

Vi que Dajah caminaba por la orilla, unos metros detrás de mí. Realmente, con sólo verla, la tierra ya no era la que me sostenía, era ella. Sacudí mi cabeza para regresar al mundo y desvié mi mirada hacia el mar. Observé cómo las olas nacía, crecían y morían al llegar a la orilla, convirtiéndose en densa espuma blanca. Caminé unos pasos hasta que el agua acariciaba mis patas. Me quedé totalmente quieto observando el horizonte, con las orejas erguidas, mi cola alta pero relajada, mi cuello alto y mis cuatro patas totalmente paralelas unas a otras, formando un rectángulo totalmente perfecto. Absorto en mis pensamientos, continué caminando hacia el mar, hasta que las olas rozaron mi vientre. Volví una de mis orejas y, acto seguido, mi cabeza, buscando con la mirada a Dajah, que continuaba en la orilla. Le regalé una dulce sonrisa y volví a observar el horizonte. No entendía a mis sentimientos. ¿Realmente estaba enamorado de Dajah? Bufé confundido conmigo mismo y paseé de nuevo mi mirada por toda la playa, hasta donde mi vista alcanzaba a ver. Cerré los ojos e inhalé la suave y pura brisa que corría. Al estar dentro del agua, un escalofrío recorrió mi cuerpo, avisándome de que el agua estaba helada, como era normal en invierno. Me di media vuelta y troté para llegar lo antes posible a la orilla, levantando mis patas al máximo, con el cuello bien alto, los ollares bien abiertos y las orejas rectas, orientadas hacia delante. Al llegar a la orilla, me encontré con Dajah. Sonreí y me acerqué más a ella. -Este lugar transmite mucha paz. Es muy tranquilo.-dije, rompiendo el hielo. Inhalando y llenando mis pulmones de aquel aire tan puro, para después vaciarlos con un fuerte suspiro.

Poder sentir lo que sentía pero no comprenderlo era un verdadera tortura. ¿Sería cierto mi enamoramiento por Sadik? Era un gran semental, en todo los aspectos... y yo le tenía mucho aprecio, me gustaba ¿Pero eso llegaría al punto de poder amarle? No me incomodaba la idea, pero si me inquietaba un poco. Yo nunca había conocido a ningún ser tan único y especial como lo era Sadik.
Caminé sacudiendo levemente la cabeza, abriendo paso entre la espesa capa de nieve que cubría la arena. Levantaba elegante mis patas a cada paso que daba, altas... con la intención de que mi caminar fuera mas cómodo y ligero. Algo cabizbaja pero con el cuello arqueado, pude observar ligeramente como Sadik se adentraba en la fría orilla, con elegancia y ligereza.
Sumida en mis pensamientos apenas noté la firme presencia de Sadik junto a mí, el cual había vuelto a la orilla de la misma fascinante forma que había entrado. Me sobresalté un poco al oír su cálida voz que irrumpía en mis pensamientos, pero que no me importaba en absoluto - Sí, cierto - Contesté de una forma poco convincente. Se notaba que estaba medio ausente.
Le dediqué una dulce sonrisa, una mirada elegante y graciosa, mientras movía algo inquieta mi cola a la vez que me apoyaba elegantemente en mis cuatro patas de una forma que la diestra delantera quedara ligeramente hacia delante.

sadik ,dajah, tormenta venid
después solté un fuerte silbido soltando a colmillo mientras el esperaba mi orden para reunirlos

Spoiler:

-Tonto- me quejé, bromeando, mientras negaba lentamente con mi cabeza. Me abracé a él, apoyando mi cabeza en su pecho, rodeando su espalda con mi brazo. Me sentía demasiado bien con él, como en casa, totalmente libre. Me reí luego ante su comentario. -¿Bañera?- pregunté, con gesto travieso, mientras tomaba con fuerza su mano, imitándolo. Comencé a correr, llevándolo conmigo, adentrándonos en el agua, no demasiado profundo pero sí pasando la orilla. -Si es una bañera, entonces te convendría darte un baño- argumenté, mientras seguía metiéndome. Cuando estuvimos en una zona bastante profunda, traté de hacerlo caer, dándole un empujón. Lo logré, no sabía como, pero lo había hecho. Comencé a reírme, sabiendo que seguramente no me esperaba nada bueno.

Corrí junto a ella hacia la orilla. -¿Me convendría?- Pregunté con un tono pícaro y aterciopelado mientras me acercaba lentamente a ella y le apartaba un cabello que se entorpecía en mi camino, al lado de las comisura de sus labios. Me incliné hacia ella y le acaricié la mejilla mientras me acercaba lentamente a su rostro. Me paré a unos centímetros de sus labios. Todo apuntaba a que quería robarle un beso. Suspiré con la intención de que mi respiración la aturdiera. Lo conseguí eficazmente. Le acaricié la mejilla suavemente con la intención de ponerla algo nerviosa.
Cuando conseguí aturdirla lo suficiente, antes de robarle un beso... me escapé corriendo de una forma pícara y bromista.
Paré a unos metros de ella y sonreí juguetón mientras me sacudía el pelo que ya estaba empapado por culpa de ella.

Sonreí alegre pensando en si decirle a Dajah lo que sentía por ella o si continuar en silencio.
La voz de aquella humana me sobresaltó justo en el momento en el que decidí decírselo todo.
Observé cómo la yegua negra obedeció a la llamada de la humana por lo que miré a Dajah y di varios pasos hacia Llena. -Será mejor que vayamos..-Dije entre pasos indecisos. No sabía cuándo podría decirle a Dajah lo que sentía por ella pero las dudas que tenía sobre su respuesta me hicieron quedar en silencio.

Se hizo un silencio agobiante. Paseé mi mirada entre Sadik y la orilla de la playa que formaba una media luna que se adentraba en el mar.
Moví mi cola con indecisión. Pude atisbar levemente, en la mirada de Sadik que algo inquietante le rondaba por la cabeza. Le dediqué una sonrisa curiosa.
Parecía que se había decidido a comunicarme algo justo en el instante en el que la humana abrió la boca y nos llamó. Bufé frustrada, pues ardía en deseos de que escuchar con atención a Sadik.
- Hum... - Respondí indecisa al comentario de Sadik. No me agradaba la idea de acercarme a la humana. Bufé con un tono protestón y acudí a ella detrás de Sadik, con pasos firmes y orgullosos.
Al aproximarnos lo suficiente me mantuve a unos metros de distancia de la humana. No quería acercarme demasiado. No me inspiraba confianza.

los enganche con el ramal a cada uno pero como tormenta era tan buena y no tenia manos pues deje que me siguiera ella sola acto seguido al ver la respuesta tan buena de la dos arabes les di dos terrones a cada uno queria ganarme su confianza

Dejé que me atara el ramal, tranquilo pero algo desconfiado por aquella humana. Vi que a la yegua negra la dejó suelta, algo que me extrañó un poco. Tras unos minutos olisqueando lo que aquella humana me ofrecía, acaricié su mano con mi morro su mano rápidamente para dejar caer al suelo el terrón. Acto seguido, bajé la cabeza y me lo comí. Saboreándolo al máximo, como si se tratase del último terrón del mundo; quizá porque hacía días que no comía. A pesar de aquel gesto por parte de la humana, continué algo distante y desconfiado con ella. Siempre que me había entregado por completo a un humano había acabado siendo maltratado por ellos y no iba a permitir que pasara de nuevo lo mismo.

Opté por dejar que me atara. Desconfiada, con las orejas inclinadas hacia atrás y con las patas firmes al suelo esperé a continuación de que ella me atara.
Bufé orgullosa e incliné levemente mi cabeza para olisquear los terrones de azúcar que nos ofrecía a Sadik y a mi.
Con los ollares de la nariz bien abiertos y con las orejas inclinadas levemente hacia atrás observé como Sadik tomaba con desconfianza el terrón. Hice lo mismo.
Relinché... aquella humana no ganaría mi confianza por mucho que lo intentara.

en fin me va a costar mucho pero en fin habra que trabajar
-¿Os apetece ir a la gran pradera? (era asi no xD)

Me fascinaba la idea de ir a otro lugar nuevo. En ese momento, aparecio un mozo preguntando por mi. Al parecer el veterinario queria verme para no se que revision pero aquellas palabras no me hicieron ni pizca de gracia, sobre todo sabiendo que tendria quee separarme de Dajah. El mozo me tiro suavemente del ramal para que le siguiera pero entre bufidos, relinchos y levadas yo me negaba. Tras un par de minutos asi, acabamos alejandonos de la playa, con la promesa de que aquel humano volveria a traerme despues. Pase un buen rato en el veterinario, deje que revisara todas las vacunas que tenia y que me pusiera las que faltaban. No le fue facil pero le permiti que me las pusiera. Miles de imagenes de Dajah que mi mente habia ido grabando recorrieron mi mente haciendome darme cuenta de que la amaba. No podia vivir sin ella. En ese momento supe que tenia que decirselo, independientemente de su respuesta. La necesitaba tanto o mas que el oxigeno del aire...

Moví mi cola con atisbo de entusiasmo ante la idea de ir a explorar. Era un momento estupendo a pesar de la presencia de la humana, de la que seguía desconfiando.
Bufé asintiendo levemente. En ese instante, justo en ese preciso momento un mozo llegó para emprender una marcha junto a Sadik, que por lo que pude oír se trataba de ir al veterinario. Observé como Sadik rehusaba ante aquella idea. Bufé indignada, no estaría dispuesta a que me arrebataran la presencia de Sadik.
Sacudí mi cabeza fuertemente intentando que la humana soltara mi ramal. Sin embargo no lo hizo. Me retuvo mientras observaba impotente como se alejaba Sadik. Relinché fuertemente, angustiada por ya no tenerlo a mi lado. Bufé llamándolo, para que volviera junto a mi.
Al fin conseguí liberarme de las ataduras de la humana y troté con rapidez hacia el mismo lugar por el que el mozo y Sadik habían desaparecido. Pero era demasiado tarde, ya no estaba.
Relinché fuertemente, frustrada e impotente. Lo llamé con todas mis fuerzas, desgarrándome la garganta en cada intento. Lo busqué desesperada con la mirada, pero no lo encontraba.

El veterinario se marchó a su despacho. Me dejó allí solo, atado. El mozo volvió y me desató. Moví mis orejas y pude oír los cascos de un caballo. Abrí mis ollares, intentando recoger algún olor que conociera. Al poco tiempo, vi a Dajah. Erguí mis orejas, abrí mis ollares y comencé a mover la cola, algo juguetón. Sonreí de forma pícara y realicé una levada que obligó al mozo a soltar el ramal. Salí al galope, un galope reunido, con mi cuello arqueado, mi cola alta y mis ollares bien abiertos. Cuando llegué junto a Dajah, miré al mozo, que seguía en el mismo lugar, perplejo. Sonreí de nuevo y miré a los ojos a Dajah. Con sólo verla había vuelto a estar absolutamente completo. -Dajah...Tengo que decirte algo...-Dije, sin pensarlo dos veces ni esperar a que todo volviera a estar como hacía un rato...