Había despertado después de un par de horas de descanso en el mullido sofá. Me levanté un poco grogui, pero enseguida ya había recuperado la compostura. Suspiré, estirándome levemente, intentando despejarme un poco la cabeza.
Caminé hasta una de las ventanas de la sala, observando ahora la luna llena que lucía como una joya en lo alto del cielo nocturno... ¿Cielo nocturno?... oh... vaya... había dormido demasiado. Ya había anochecido cuando había despertado. Suspiré, con un atisbo de queja en éste. El día había transcurrido demasiado rápido para mi, a causa de la gran siesta que ya no me permitiría dormir en condiciones por la noche. Me froté la cara, intentando aún despejarme. Me encaminé hacia la puerta de la sala con decisión, pensando que en todo el día no había podido contemplar a Lizzie. Abrí la puerta y salí por ella dirigiéndome a los establos.