Llegué junto a Jake, Talou y Sea. Observé todo el hipódromo, era enorme. Nunca antes había corrido con un caballo como Sea y deseaba poder hacerlo cuanto antes. Por suerte, en el camino al hipódromo pudimos calentar un poco, aunque, de todas formas prefería trotar y galopar despacio un poco por la pista antes de empezar. Le palmeé el cuello a Sea y le pedí trote, mientras que Jake y Talou se quedaban a un lado de la pista. Busqué un punto exacto en el que empezar a galopar, encontrándolo de inmediato. Tras unos minutos al trote, le pedí a Sea un galope corto y tranquilo, hasta llegar al punto imaginario en el que comenzaríamos. Me acomodé en la silla, con mis pies colocados correctamente en los estribos. No estaba acostumbrada a ir así, pero todo era probar y practicar. Cuando llegamos a aquel punto imaginario que había señalado con mi mente, le pedí a Sea que lo diese todo de sí. -Vamos campeón, es tu momento.-le animé, agarrando bien las riendas. En milésimas de segundos, el semental alcanzó una gran velocidad. Era una sensación increíble. Un gran subidón de adrenalina. Aquello sí que era velocidad. No podía creerlo. ¿Cómo un caballo podía correr tan rápido? Estaba totalmente asombrada. Era impresionante. Por unos instantes, me olvidé de todo. Olvidé todo lo que ocurría a mi alrededor. En ese momento, sólo estábamos Sea y yo, éramos como un equipo; éramos uno. Sentí sus cascos rozar la tierra para impulsarse y volar de nuevo. Volar. Aquella palabra que en ese momento se vio totalmente definida a la perfección. Tras dar una vuelta por toda la pista, a máxima velocidad, fui frenando poco a poco a Seabiscuit, palmenándole el cuello, felicitándole por lo bien que lo había hecho. -Perfecto precioso. ¡Eres un campeón! Lo has hecho genial, ¡qué veloz!-le dije, sin dejar de palmearle el cuello. Ya al paso, saqué los pies de los estribos y nos acercamos hasta donde estaban Jake y Talou. Esbocé una sonrisa ladina, mirando a Jake, soltando un suspiro después, tratando de recuperar el aliento. -¿Qué tal hemos estado? Bueno, mejor dicho, ¿qué tal ha estado Sea?-pregunté, sonriendo y acariciando el cuello del semental. Lo cierto es que él era el que tenía todo el mérito, pues era el que poseía toda aquella velocidad. -Tienes que probarlo, es impresionante.-añadí, sin dejar de mirar a Jake. Desmonté de un salto y acaricié a Sea, depositando un beso en su frente después. Le ofrecí un terrón de azúcar como premio a lo que había corrido.