Ahora no había sido yo el que casi me llevaba por delante a Mishaal. Me la estaba devolviendo sin quererlo, posiblemente. Me reí suavemente, negando con la cabeza de forma divertida. Dí unas pocas vueltas al galope antes de detenerme, no tenía claro cuántos sitios más recorreríamos, sin embargo me convenía guardar energías, sólo por si acaso. Aproveché el delicioso aroma de las lavandas, tumbándome entre la cantidad exagerada de flores violáceas que se extendían sobre la fresca hierba del prado. No había tenido oportunidad de conocer un lugar comparable en cuanto a la belleza nunca antes, siquiera en mi antiguo hogar. Y vaya que tenía prados y sitios en general increíblemente bellos, pero los del club los superaban con suma facilidad, además de que eran muchísimo más hermosos. Mucho. Luego de pasar un rato allí, disfrutando de la tranquilidad me acerqué a Mishaal con un trote corto y ligero, colocándome a su lado. Le dí un empujoncito para sacarla de aquél ensimismamiento en el que se había metido, aquella nube de pensamientos que la mantenía absorta de todo lo demás. -Gracias por traerme- me costó agradecer, no iba conmigo, sin embargo era necesario. La observé por unos cortos instantes, observando que varios pétalos de las lavandas se habían quedado enredados en sus crines. Estiré mi morro y se los quité con cuidado, riéndome suavemente.
Clup Hipico