Quizás lo más coherente habría sido esperar, esperar a avanzar un poco más. A fin de cuentas, teníamos nuestros momentos de amistad y nuestros momentos de "algo más" que amistad. No teníamos compromisos el uno con el otro, no teníamos nada formal. Pero no, no parecía ser una opción para mí. El solo echo de pensar en que alguien más podría besarla, podría ocupar, de alguna forma mi lugar me desesperaba. ¿Y porqué pasaba eso? Justamente, porque no éramos nada. Nada formal, no había compromisos. Aceptaba que era algo posesivo, celoso, quizás hasta sobre protector, pero en mi cabeza no existía la idea de perder a Layla. Salí de mis pensamientos por unos momentos, observándola, se veía tan linda, con el cabello mojado, hablándome justamente a mí. Tenía suerte de ser yo el afortunado que compartía tiempo con ella, y estaba decidido a no dejar las cosas en un beso robado, una caricia furtiva o unas palabras bonitas. — Sí, pasan muchas cosas —dije decidido, por primera vez, sintiendo que tenía las ideas claras en mi mente. — Pasa que hay algo que no aguanto más, algo que necesito decirte —volví a hablar, acercándome a ella.