Picadero de entrenamiento.

Mi paciencia seguía intacta, sin embargo mi positivismo se estaba echando abajo.
-Démosle tiempo- sugerí, encogiéndome ligeramente de hombros. -No tengo idea de cómo es su pasado, sólo tengo algo claro: nunca nadie la maltrató ni mucho menos. Quizás simplemente faltó más interacción con los humanos- la verdad, no tenía idea del porqué el carácter de mi nueva yegua. Después de todo era una potra, así que tampoco quise darle demasiada importancia al tema, pues estaba seguro de que lograríamos progresar. Me quedé en silencio, observándola atenta y cuidadosamente.

Me frene en seco y mire atentamente, me acerqué con unos pasos lentos la mitad de su distancia, el chico parecía agradable

-Trató con humanos, y conmigo cuando era potranca. Probablemente ya no se acuerde de mí-mascullé, en un tono de voz que fuera sólo audible a Ethan y para que la yegua no escuchara. Comenzaba a enfadarme, pero me recordé a mí misma que tendría que mostrarme serena y tranquila. Además, el día anterior ya nos había visto, ¿por qué habría de ser tan tozuda? Nunca había salido del club, por lo que no era por un mal trato.
Suspiré con resignación y le tendí la mano, sin moverme de mi lugar y flexionando un poco el codo para no parecer una amenaza con el brazo tan extendido.

No me moví, tenía claro que ella debía inspeccionarnos antes de comenzar a acariciarla ambos, además, lo único que lograría sería agobiarla. Me alegraba el recibir ayuda de Layla, pues pese a que había tratado mucho con caballos antes, posiblemente me hubiese quedado sin recursos ante aquella situación. Se notaba, además, que conocía bien a los caballos y se preocupaba por su bienestar.

Me resigné, noté que no llegariamos a ningún lado así, me acerqué a ellos y los mire, con las orejas en alto y meneando mi cola, aunque no me gustaba que me tocaran, era lo que ellos querian

Esa yegua era demasiado...ella, eso era. Era muy a lo suyo, y probablemente no me recordaba ya. Por el simple hecho de tener la esperanza de que me recordara y de quedar bien con Ethan me quedé ahí, que si no ya estuviese en la recepción haciendo garabatos o perdiendo el tiempo en lugar de estar ahí.
Puse mi mejor y más fingida sonrisa, pero tan actuada que incluso parecía ser natural. Me quedé quieta e inerme en mi lugar, limitándome a mirarla con los ojos como lo había hecho la primera vez que la ví: con ternura al verla recién nacida, preocupación por su madre y felicidad cuando miré la expresión de Afri, su padre.

Dí un paso hacia mi derecha, quedando a un costado de Sombra.
No la toqué ni me moví para que no se asustara, ahora que habíamos logrado algo no podía ser yo quien arruinara todo. -Gracias por ayudarme, Lay, no podría haberlo logrado sin ti- le dije en voz baja, prácticamente inaudible, sumamente tranquilo y sereno. Me quedé observando la escena con cuidado, ladeando ligeramente el rostro y esbozando una pequeña sonrisa.

Mire atentamente los ojos de aquella chica, sentía que los recordaba de alguna manera, quizá de cuando era pequeña -no lograba recordar gran parte- Pero si a ella, recordaba sus hermosos ojos, observando todo lo que sucedía en ese instante, me acerqué lentamente hacia sus manos y cara, una confianza se apropio de mi, al recordarla me sentía...Protegida.-

Sonreí, finalmente había susurrado.
-Sombra...¿recuerdas a tus hermanos? Perseo, Bucéfalo...tu amiga Tesoro y Eclipse...-susurré en voz baja, en tono tranquilizador y agradable, con la misma expresión en mi mirada,

Me quedé observando, sin decir ni hacer nada. Por la relación que tenían, parecía que la yegua era más suya que mía, cosa que no me molestaba en lo más mínimo. Al contrario, me alegraba el saber que podría compartir algo con Layla. Era bueno saber que además alguien conocía el pasado de mi yegua, ya que evidentemente ella se había criado junto a Lay y los demás jinetes del club.

Pude volver a mi memoria, por fin al cabo, recordé toda mi vida, mis ojos brillaron, me sentía realmente segura, podría confiar en ellos ya, no sentía ninguna necesidad de escapar, puse mi lomo frente a los ojos de Ethan, decidida a dejarme domar y montar, mis musculos estaban relajados y sueltos

-------
Layla fue a bañarse :3

Me sorprendía el cambio de actitud de la yegua, pero estaba seguro de que -para variar- se trataba de algo de lo que no me había enterado y que había sucedido en el pasado. Acaricié el lomo de la yegua, con suavidad le coloqué la brida con el bocado más suave disponible, dejando que se acostumbrara a el sabor. Palpee su lomo nuevamente, acariciando sus patas y su cuello con el fin de que se relajara un poco. Me apoyé sobre su lomo, sin subir totalmente pero quedando suspendido por unos momentos, con el objetivo de que fuera aceptando lentamente el peso y cada vez le resultara menos difícil. A pesar de eso, todavía nos quedaba un arduo trabajo.

Algo que se paseaba entre mi lengua era bastante molesto, intente aguantarme, el sabor era realmente asqueroso, tenia ganas de escupirlo, pero trataria de acostumbrare, Ethan me sorprendió apoyandose a mi lomo, primero me sorprendi un poco pero me controlé y comencé a caminar lentamente

Me bajé enseguida, solo era para ver que tal reaccionaba.
Le acaricié el cuello dándole palmadas amistosas y luego le rasqué detrás de la oreja, cosa que agradaba a la mayoría de los caballos ya que eran gestos que se acostumbraban a ver entre ellos a la hora de acicalarse mutuamente. -Muy bien chica- no pensaba forzarla demasiado aquél día, después de todo, apenas y habíamos comenzado hacía increíblemente poco. No había razón para forzar las cosas.

Hice un gesto de reproche al ver a Ethan subirse.
-Chist-me quejé. Di un paso adelante y le entregué la silla a Ethan para que se la pusiera primero.
-Tiene que acostumbrarse, primero dale unas vueltas sin silla, sólo con la brida y después le colocas la silla-murmuré. Me extrañó un poco aquel gesto de montar de inmediato, pero bueno, cada quien.
Me recargué contra la valla, pues en realidad yo no pintaba nada ahí. Si seguía interactuando con Sombra, me tomaría confianza a mí en vez de a Ethan, por lo que me alejé.

Me sorprendí bastante ante la reacción algo exagerada de Lay, a lo que la observé.
-Estaba viendo qué tan musculado tenía el dorso, tratando de estimar cuánto peso podría soportar sin problemas- si no tenía el dorso musculado siquiera tenía intenciones de montarla, ni con silla, ni sin silla. Después de todo, todavía era una potra joven y pese a que ya debería haber trabajado bastante a la cuerda, podría llegar a comprender que no fuese así. Tomé la silla que ella me pasó, luego de comprobar que efectivamente tenía el dorso bastante musculado. Percibí que Lay se iba, pero no dije nada. Me confundían aquellas reacciones de su parte. Le coloqué la silla, apretando la cincha apenas para que no le resultase demasiado incómodo.

Los mire y me quede alli, esperando a ver que hacían y mire a Ethan

Salté por fuera de la valla, algo aburrida. Quizá Sombra se acercara a mí, quizá no, pero me puse a hurgar en mi morral a ver si traía de mera casualidad alguna apetitosa golosina...tenía varias, pero no las saqué.

Le di un poco de cuerda a ambas manos, dejándola trabajar con el cuello estirado y bajo, ya que era una forma de trabajar cómoda y que a la misma vez servía para fortalecer su cuerpo. Luego le saqué todo el equipo, ya había sido bastante por hoy y no quería sobrecargarla. Le acaricié suavemente por un rato y luego me acerqué a Layla. -Por hoy ya fue suficiente- anuncié con una sincera sonrisa, más que satisfecho. Si bien las cosas no habían comenzado demasiado bien al principio, habíamos parecido entendernos bastante bien luego de un rato, en parte gracias a Lay. Su compañía era increíblemente agradable, cosa que también me ayudaba a estar de buen humor.

-En marcha, pues-caminé a pie hasta los boxes para guardar a Sombra.-¿Regresamos al prado?-sugerí con entusiasmo.

-¡Sí!-respondí con alegría, dejamos a Sombra en su box y luego caminamos rumbo al prado.
Había sido un día sencillamente genial, gracias a Layla, gracias a Sombra, gracias a ambas.

Al llegar a la pista le coloqué la cuerda, colocándome en el centro de la pista.
-Bien, ¿preparada?-pregunté sonriente. Chisté y moví un poco la cuerda, a la misma vez que me colocaba un poco más atrás para impulsarla. -Vamos, Sombra, al paso-le pedí, animándola con voz tranquila pero a la misma vez entusiasta. Quería que hiciese las cosas porque quería, no porque yo la obligaba, pues sino las cosas directamente no funcionarían.

Comencé a caminar rapidamente, luego me tranquilicé y di unos pasos tranquilos, moviendo mis musculos lentamente y de la forma adecuada, savia que hoy me montaria, aunque esa idea no me agradaba tanto, lo aceptaría, no quería que se lastimara por culpa mia, ladeé la cabeza y lo mire, esperando una respuesta.

-¡Muy bien pequeña!-dije con un entusiasmo visible en mi tono de voz.
La dejé que caminara un poco para que se acostumbrara y asimilara la idea de lo que le había pedido, destensando la cuerda para que se moviese con pura naturalidad y libertad, y sobre todas las cosas, para que se sintiese cómoda. Después de todo, el entrenamiento era algo nuevo para ella. -Al trote-anuncié chistando nuevamente para animarla. Me asombraba lo bien que lo estaba haciendo.

Esos ruidos me alteraron un poco, pero comencé a trotar, movía tranquilamente mis patas, esperaba que todo saliera bien y siguiera con lo mio tranquilamente.

Empecé a acelerar un poco, luego de un tiempo, tenia demasiadas energías , tenia demasiadas ganas de corretear