La Gran Pradera

Me iba ya, pero mi madre me agarró:
-No te miento, ahora me voy, que me está esperando aquel pájaro para que lo persiga-Dije indicándlo con la vista al cielo.

-Está bien-cedí, siguiéndolo con la mirada atenta y maternal.

-Ufff-Pensé aliviado. Era muy pesado ser un potro,¡Oh! Tenía hambre, no lo recordaba, me dí la vuelta pesadamente y me dirigí a mamá:
-Mamí, ¿me dejas que tengo hambre?-Le interrogué con voz de corderito mientras me acercaba a ella.

Fingí una media sonrisa y dejé que amamantara, pronto regresaríamos al club.

Vi a Danco hablar con Indi, y luego se acercaron a Mishaal. Ladeé un poco la cabeza, el potro parecía triste. Esperé a que dejara de amamantar y me levanté con una mueca. Me acerqué a ellos y palmeé el cuello de Indi, mirando al potro.

Relinché con una sonrisa que al final se fué convirtiendo en una cara un tanto triste . Miré a mi dueña y le dije con señas que si me llevaba al box , habia sido un dia largo , y queria que ella (y tambien yo ...) descansara .

Bebí hasta que me cansé:
-Mamá, ya tengo dueño-Dije felizmente ya que más o menos, lo tenía asumido y tampoco estaba tan mal-Mas bien dueña-Recalqué mientras me separaba un poco de ella

Bebí hasta que me cansé:
-Mamá, ya tengo dueño-Dije felizmente ya que más o menos, lo tenía asumido y tampoco estaba tan mal-Mas bien dueña-Recalqué mientras me separaba un poco de ella

-¿Quieres volver ya, Indi? Se hace tarde, verdad?

La enganché de nuevo con el ramal y revolví el flequillo de Danco antes de irnos.

-Voy yo también?-Le pregunté a Indi después de que Ile me revolviese la crin.

- Bueno , si quieres! Jeejeje! - Le respondí alegre al potrillo .

Salimos de la pradera y nos dirigimos hacia los boxes .

Asentí a lo que INDI me dijo:
-Mamá, Ileva es mi nueva dueña ahora, por lo que me tengo que ir yo también, ¿vale?-Le dije mientras me daba media vuelta:
-¡Adios!-Exclamé mientras me iba al galope con Indiana y con Ileva.

llego a la pradera, busco a danco y le pregunto:
-danco, te vienes a los establos?

Extrañado, un caballo se me acercó, me eché para atrás unos cuantos pasos:
-Qui-quiquien eres tú?-Pregunté extrañado, sin miedo, pero algo paralizado, pues sabía mi nombre, pero yo no el suyo, y jamás, que yo supiese, nos habíamos cruzado.

-soy tormenta, no tengas miedo, me gustaria ser tu amiga-agache un poco la cabeza-he oido que querias venirte a los establos y he venido a buscarte. quieres venirte?

-No, gracias, pero esque me tengo que ir-Le dije cogiendo velocidad, en principio mirándolo, pero luego, mirando al frente para salir disparado junto con Indi para llegar a su altura:
-Que solicitado estoy-Aclaré con voz de señorito mientras ambos nos dirigíamos a los boxes

Al llegar Layla me quitó todo el equipo y me soltó para que correteara libre y tranquilo por el extenso y hermoso prado. Las patas me ardían, pero no de mala forma. Estaba lleno de energías a pesar del entrenamiento, sin embargo me dispuse a pastar y descanzar un buen rato.

antes de ir al prado sur
----
Me pregunté si montarlo a pelo o no, pero por más energías que tuviera no pensaba gastarlas todas y que después no pudiera ni dar un paso.
-Chico, hora de regresar al box-anuncié con una sonrisa, acercándome a él y entregándole una manzana. Recogí la silla y todo el equipo y se lo puse, pues se lo había quitado para su comodidad.
Después de terminar monté sobre él y lo conduje a su box.

Llegamos al prado con Dakota, ella me guió pero a pie, no se había montado en mí. En cuanto estuvimos relinché, feliz, golpeando la hierba con mi pata derecha delantera. Me puse al lado de ella, ofreciéndole que subiera.
Esperé, pacientemente, a pesar de que lo único que quería era comenzar a moverme.

Cuando sentí que estuvo arriba, dejé que se acomodara. Sentí un leve roce con sus talones y fue suficiente. Un leve contacto bastaba, además de que era bastante flojo de boca, así que comencé a caminar. Estuvimos unos segundos al paso, luego, pasé al trote con un movimiento suave para que no se sobresaltara. Parecía un tanto nerviosa. Comencé a trotar con el cuello recogido, levantando bien mis patas, con movimientos elegantes y firmes, pero a la misma vez livianos. Quería sorprenderla, o al menos, saber que se sentía cómoda estando conmigo. Dí un gran suspiro, al fin podía mover mis patas, aquél ardor estaba desapareciendo poco a poco.

Finalmente tuve permiso de ella para galopar un poco. Tenía un poco de miedo, por ella, claramente. La había notado bastante nerviosa, tensa, lo sentía. Al tenerla encima, con sus piernas en contacto conmigo al igual que sus manos, era difícil no notarlo. Comencé a galopar, un galope corto que poco a poco se fue alargando, con movimientos suaves. Cerré los ojos, sintiendo como mis crines volaban gracias al viento. Me sentía libre. Después de un día encerrado en una furgoneta, podía decir que me sentí libre, y aquello se lo agradecería enormemente a aquella chica.