Prado Sur

Asintió con la cabeza mientras sonreía de una forma un tanto burlona. —Sí. Deberías saberlo ya —alzó una ceja mientras volvía a besar sus labios, un beso corto. Se separó de ella, manteniendo sus brazos rodeando su cintura. Hizo una pausa mientras observaba los ojos de la muchacha, aquellos ojos que se escondían detrás de sus largas y sedosas pestañas. —No sé que has hecho para lograr que te quiera tanto en tan poco tiempo. Es algo que nunca me había pasado; y me gusta, pero al mismo tiempo me desconcierta.

Arqueando una ceja, formé una media sonrisa en las comisuras de mis labios dedicada a él.
—Yo diría lo mismo, pero no me sorprende haberme enamorado de alguien como tú— enamorado. Aquella palabra resonó con dulzura en mi mente, mientras me concentraba en abrir mis ojos con lentitud y sostenerle la mirada, posando mis ojos sobre los de él. Eso hizo que mi media sonrisa se convirtiera en una completa, mostrando a medias mis dientes blancos. Mantuve mis brazos alrededor de su cuello; intentando mantenerle la mirada cuanto tiempo me fuera posible.

Sonrió, satisfecho al oír aquellas palabras. Resonaron en su mente y se quedaron grabadas en ésta, y estaba seguro de que serían realmente imborrables. —¿Alguien cómo yo? ¿Cómo soy yo?—preguntó luego de unos segundos de haber meditado sus palabras. Por un instante recordó el momento que habían pasado en la playa, donde ella le había dicho que era parecido a su ex novio. Parecido. A su ex. La mente de Ethan hizo un clic y un entendió algo que realmente hubiera deseado no entender.

¿Y si Layla estaba con él en un intento de recordar a su ex? No; eso no podía estar pasando, se dijo a sí mismo.

-Eres...-comencé, dispuesta a describirlo desde mi punto de vista tal, pero noté el súbito cambio en el ambiente. Él estaba tenso. Y mucho.
-...¿Ethan?...-susurré, mirándolo directo a los ojos. ¿Qué? ¿Había dicho algo malo? No, al menos no que yo me diera cuenta. ¿Entonces? Me quedé muda, sintiendo cómo mi corazón iba retomando su pulso normal, y mi respiración por el contrario se iba acercando más a la hiperventilación.

Se quedó ensimismado en sus pensamientos, lejos de la realidad. Pensó varias veces en cuantas posibilidades había de aquello. No creía a Layla posible, sin embargo, aquella idea no podía dejarlo tranquilo. Escuchó su voz y bajó la mirada, clavandola en la hierba y tratando de evitar observarla por unos momentos. —¿Sí? —preguntó en voz baja.

Verlo de repente tan triste, confundido me lastimaba en lo más hondo.
—¿Dije algo malo?—pregunte, entrecerrando los ojos con verdadera angustia. Sabía que había dicho algo malo, se le veía lastimadl y aquello me hacía sentir culpable de cierto modo.

Aquellas palabras hicieron que el corazón se le encogiera; realmente no quería que ella se sintiera mal. —No, no has dicho nada malo —respondió, apresurándose antes de que la chica comenzara a pensar y se sintiera, quizás aún peor. —Es... Sólo algo que recordé, no tiene importancia, en verdad —levantó la mirada con una leve sonrisa, un tanto fingida, pero sonrisa al fin.

Negué con la cabeza.
—No fue cualquier cosa—objeté. El no se ponía triste tan fácil, rara vez le había visto así y no podía sacarme la idea de la cabeza que era algo que tenia que ver con lo que dije.—Tus ojos son bien expresivos, ¿recuerdas?— fruncí el ceño, contrariada.

Resopló sintiéndose un tanto mal al preocupar a Layla, a pesar de todo, no quería hacerle daño de ninguna manera. —Layla, de verdad, no es nada. No tienes porque preocuparte, sólo pensé algo que pasó hace un tiempo...— se quedó pensativo, haciendo una pausa.
—Y me confundí un poco, nada más.

Bajé la mirada. El no era así.
—Llevemos a los caballos a sus boxes...tienen que descansar—tomé el cabezal de Afri, le enganché el ramal y se lo puse. Subí de un salto a su lomo y esperé a Ethan, mordiéndome el labio, incapaz de protestar. Pensé en lo último que había dicho, con el estómago fruncido y mi mente confusa, sin poder pensar con claridad.

Asintió sin decir nada, subiendo encima de Pampa y dirigiéndolo hacia los boxes al trote. Trató de clavar su mirada en el frente y no bajarla, pareciendo al menos un poco más fuerte de lo que en realidad se sentía en ese momento.

Conduje a Amaranto hacia el prado sur así descansaba un poco y de paso podría conocerlo un poco mas. Se notaba que tenia su carácter pero como antes había dicho jamas me daría por vencida, estaba dispuesta a ganarme su confianza sea como sea. Me senté en el suelo y deje al caballo para que caminara un poco y conociera el lugar.

Comencé a galopar, al principio un galope largo para estirar mis patas para luego acortarlo llegando a un galope normal y estable. En cuanto me sentí satisfecho respecto a liberar la energía que tenía guardada gracias a tal largo viaje me tumbé en la tierra, revolcándome.

Observe como galopaba, sin duda tenia un andar precioso, estaba segura que con entrenamiento podría llegar muy lejos pero primero tenia que hallar la forma de ganarme su confianza. Sonreí al verlo revolcarse en la tierra, no me iba a acercar ya que no quería interrumpir ese momento.

Me acerqué a la humana, parándome a unos cuantos metros de ella. Me puse firme, recto, erguido, mirándola con aires de superioridad. Si quería lograr algo conmigo sería mejor que comenzara cuanto antes, ya que comenzaba a darme cuenta de que era algo débil comparándola conmigo. Me reí para mis adentros, aquello iba a ser divertido.

Lo observe por un momento y luego me acerque lentamente y lo agarre con el ramal y camine hacia su box para luego montarlo y ver que tanto sabia.

Fui con un trote corto detrás de ella. Parecía un caballo realmente manso siguiéndola, y eso no me gustaba, pero ya se daría cuenta de lo que en verdad podía dar. La probaría una y mil veces hasta estar seguro de que tipo de amazona era.

Con la esperanza de que hubiera algun caballo por aquel prado , entré y me quede quieta a observar . Después de un rato de aburrimiento , empecé a trotar con un aire enérgico y hermoso para estirar un poco las patas y que se me bajara la inchazón . Relinché fuertemente y me paré a pastar mientrás pensaba que es lo que yo habia echo para que se olvidaran de mí .

El mozo me dejó, sin ramal ni nada, el cual colgó en la rama de un árbol bajo. Prometió que me recogería después, pero en cuanto me vi libre me solté a galopar por los alrededores, alzando bien las patas y dando vueltas por todo el prado.
Respiré profundo el aire fresco de ahí, feliz de estar lejos de los establos por menor que fuera el tiempo. Tenía energía para dar y regalar, por lo que estuve galopando con mi propio estilo y modo un buen rato hasta que divisé a una yegua negra, no muy lejos de ahí.
Me acerqué con carácter entusiasta, el cuello ligeramente arqueado manteniendo siempre mi porte elegante y refinado y la saludé.
-¡Hola!-estaba tan feliz de ver a alguien por ahí que poco me importó lo que pensara de mí, simplemente, la saludé.

Vi acercarse a un caballo que parecia simpático - Hola! - le dijé mientras sonreia - Creo que no nos conocemos . Soy Moorland Indiana aunque todos me llaman Indi - Dije entusiasmada!

-No, no nos conocemos-admití con una sonrisa.-Soy Tornesch, un gusto...¿Indi?-reí levemente ante aquello. Jamás había escuchado un nombre así, pero aún así era lindo.-No conozco a muchos de por aquí. Se podría decir que soy nuevo-murmuré.

- Jejeje - sonreí . - Bueno , pues ya conoces a alguien mas , jeje - Empecé a pastar y a reir levemente mientras masticaba .

-Sí, gracias-la imité y me puse a pastar. Estaba algo hambriento, pese a que el comedero de mi box siempre estaba lleno gracias a los amables mozos de cuadra, no se comparaba para nada con el pasto fresco.
Me acerqué a un pequeño arroyo que cruzaba por ahí y bebí algo de agua, para después revolcarme por el pasto.
-Esto es genial-admití, soltando un leve relincho mientras daba vueltas por todo alrededor.

Lo miré y asentí - Tienes toda la razón - Le dije mientras sonreia - A mí hacia mucho que no me sacaban del box y no me quedo mas remedio que salir yo solita - reí - Estar aqui es estupendo - Dije mientrás pastaba .

-Lo es-me puse de pie finalmente, cubierto de trozos de brezo y ramitas secas. Eché carrera hacia el lago, sacando tierra detrás de mi gracias al impulso y fuerza que había tomado en el galope clavando los cascos y me arrojé de lleno al lago, feliz de estar lejos del box.
-¿Carreras?-sugerí con entusiasmo, chapoteando y sacando agua con frecuencia con las patas.