Decidí medir mis fuerzas, las necesitaría para más adelante de seguro. Giré según lo habíamos acordado, en brusco y a una velocidad aceptable como para ir ahorrando fuerzas. Fui saltando un tronco y otro como si fueran pequeñas e inofensivas ramitas, ya que ése era precisamente el aspecto que tenían para mí. Le iba pisando los talones a Afri, hasta que divisé a una buena distancia la meta. Ya iba jadeando, y no dudaba que mi oponente también fuera igual de cansado que yo. Me aproveché de eso y solté toda mi energía, moviendo mis patas a una velocidad increíble, casi sin tocar el suelo. Cuando saltaba un tronco tomaba la delantera, ya que de ahí sacaba impulso.