No le retiré la mirada en ningún momento, parecía como una especie de reto. Escuché atentamente y en silencio cada una de sus palabras. Su padre estaba en una silla de ruedas. Aquello lo explicaba todo. -Pobre.-dije, haciendo una leve mueca. No debía de ser nada divertido el saber que tu padre te necesitaría a su lado por el resto de su vida, se podría decir que aquello era algo que te obligaba a no poder independizarte... A no poder vivir solo. Seguro que aquello sería terrible en ciertos momentos, casi no podía hacerme una idea de cómo sería la convivencia entre ambos, debido a los cuidados que necesitaba su padre cada día, cada hora, a cada momento. Aunque esperaba que su relación fuese medianamente buena, si no, no me imaginaba cómo serían los días para Jake. Eternos, probablemente. Su pregunta me sacó de aquellos pensamientos. Recordé cada rincón de mi casa, cada habitación, cada detalle. Ahora que lo pensaba, mi casa era bastante grande. No me hacía falta pensar la respuesta que le daría a Jake tras su pregunta, ya la sabía desde un primer momento. -¡Claro! En mi casa siempre habrá un sitio para tí, cuando quieras, vamos.-respondí, soltando el lazo que había formado con mis brazos alrededor de mis piernas, sin retirar mi mirada de sus oscuros ojos, siempre con una sonrisa amistosa. En cuanto él dijese que quería ir a mi casa, me levantaría, no estaba muy lejos, así que no tardaríamos mucho en llegar.
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