El parque.

Sonreí.No sabía que decirle.Él me había echo feliz,y yo le había fallado.
-Estúpida estupidez de la chica estúpida que solo es capaz de hacer sufrir al chico perfecto-Le dije.
Puse mis manos en su pelo,acariciandoselo.Era tan...tan...perfecto.

-Estúpido chico que hizo sufrir a la chica perfecta que dice ser estúpida -dije con una sonrisa mientras cogía su mano delicadamente

-Estúpida perfección del chico perfecto-Le dije acercandome más a el,quería sentirlo cerca,sentir que no se iba a ir,que era real.

Podía sentir su aliento y temía que pudiera oír lo rápido que latía mi corazón por su presencia.
-Te quiero... -susurré, mientras me acercaba a ella y mis labios rozaban los suyos. - Eres estúpidamente perfecta -dije sonriendo , con unas ganas enormes de comer sus tiernos labios.

Ya no aguantaba más.Me acerqué a el y lo besé.Poniendo fin a esa tonta discusión.Toda señal de enfado se borró de mi cuerpo,de mi mente y ahora solo era un mal recuerdo,que no se volvería a repetir.Nunca más.

La abracé fuerte.No quería que se fuese,no quería perderla.Ella era la que sostenía mi mundo,la que me hacía levantarme cada día y tener la fuerza de seguir adelante.
Deje de besarla y acerqué mis labios a su oído y le susurré:
-Quiero un 2012 contigo,y solo contigo.

Lo miré y le dije sonriendo:
-A mi un segundo a tu lado me basta para ser feliz-Le dije acariciando su pelo.
Era un momeneto especial.Los copos de nieve caían a nuestro alrededor,y aquel lugar que tanto había marcado mi vida,se volvió aun más hermoso que la primera vez.Y él era el que lo hacía aun más especial.

La abracé fuerte y luego dije - Me dejas recompensarte por este día -dije refiriéndome a lo anterior, mientras la miraba a sus profundos ojos.

-Recompensarme?La que ha echo que lo pasases mal fui yo estúpido-Le dije dandole un suave cabezazo-No tienes que hacer nada.

- Por favor , déjame hacerlo - pedí sonriendo con las manos juntas, en plan "cara de cachorrito" (?)

Lo pensé un poco y le dije:
-Vaaaaaale,pero no te pases,te conozco.
Lo miré a los ojos y le dí un beso en la mejilla.

La cogí de la mano mientras sonreía y dije - venga ven conmigo - comenzando a andar

Sin darme cuenta llegue al parque. De pronto todas mis fuerzas me abandonaron, y me senté en un banco. Me eche las manos a la cara y me la tape. Estaba realmente destrozado.

Sandra(exnovia):

Me asombre al ver a Jesus tan deprimido y sin fuerzas. Me acerqué a él y dije - ¿ Eres tu Jesus ? ¿ Que te ha pasado, estas bien? - dije preocupada

Jesus:

Alzé mi mirada y vi a Sandra. Estaba tan deprimido que casi me costo decir hola.

Sandra:

Me senté a su lado y preocupada, dije - ¿ que ha pasado? sabes que me lo puedes contar

Jesus:

- ...pues ... he discutido... con mi novia... aunque .. - dije con la voz quebrajandose - ya no se si lo es ... - dije apretando aun mas fuerte mi mano, haciendomela sangrar. Cuando pensaba en Carlos la furia se apoderaba de mi

Sandra:

Le mire triste y le cogí la mano. Me preocupe cuando se la vi sangrando y cogí un pañuelo y aprete un poco para que dejara de sangrar - no te preocupes, seguro que todo sale bien. Solo teneis un mal día.

Llegué al parque y me senté en la misma piedra que aquella tarde que ahora parecía tan lejana.Alcé la vista hasta una pareja que había en un banco cogidos de la mano:Una chica y un chico rubio.Me fijé mejor en el chico y descubrí que no era nada más ni nada menos que Jesús.
Me levanté y me fui,sin poder evitar pasar por delante de ellos,con las lágrimas resbalándome por la cara.

Al ver a Amanda, mi corazon sintió como un puñal se clababa en el. Sandra me miro y lo entendio y me animo a ir tras ella, y eso mismo hize.

Llegué junto a Jake, paseando mi mirada por todo el lugar, admirándolo. -Éste es un lugar muy bonito..-dije, sonriendo, mirando hacia el cielo, que a veces era oculto por los árboles. Escuché el canto de los pájaros que revoloteaban por allí. Apenas había nadie allí. Bajé ahora mi mirada y observé el lago cristalino que había. A veces, pequeos peces de colores dorados se dejaban ver, nadando de un lado a otro. Miré de nuevo a Jake, sin borrar la sonrisa de mi cara. -¿Conocías éste lugar anteriormente?-pregunté, mirando a Jacob a los ojos, paseando mi vista cada cierto tiempo hacia el parque, volviendo a mirarle a él, esperando su respuesta.

Asentí con la cabeza en cuanto Anita habló. Habíamos llegado ya a aquél parque hacía unos momentos, así que me dispuse a observar toda la extensión del lugar. No estaba mal. Nada mal. Me sonaba de haber pasado por aquí en algún momento, pero seguramente habría sido en un estado un poco grogui porque no recordaba si de verdad éso había sucedido o me lo había imaginado. -Muy bonito- repetí las palabras de Anita mientras asentía con la cabeza, observando que había poca gente circulando por el parque. Mejor. -Sí, he pasado alguna que otra vez, pero nunca me detuve... Lo conocía de vista, digamos- esbocé una sonrisita traviesa para luego clavar mis ojos en los de ella, observándola con cierta fijeza inquietante, esperando para ver si de alguna u otra forma la ponía incómoda, o si en su defecto lograba sostenerme la mirada sin trastabillar; cosa que dudaba. Esperé, sin intenciones de apartar la mirada, con aire divertido.

Sonreí al escuchar sus palabras. -Bueno, espero que ahora lo conozcas un poco mejor. Al menos, más que antes.-bromee, observando cómo los débiles rayos de sol entraban por los pequeños huecos que los frondosos árboles lee permitían, iluminando y dándole algo má de vida al parque. Sentí que Jacob me observaba. Parpadeé varias veces seguidas antes de decir nada. -¿Tengo algo en la cara que llame tanto tu atención?-pregunté, fingiendo estar molesta, soltando una sonrisita después. No me molestaba en absoluto, pero no pude evitar hacer aquella pregunta, en broma. Mientras esperaba su respuesta, le miré a los ojos yo también, es decir, mirándonos el uno al otro mutuamente. No pude evitarlo y solté una leve risita por lo bajo, volviendo a mirarle nuevamente, esbozando una sonrisa, como simpre hacía. Una sonrisa divertida, difícil de eliminar de mi rostro.

Desvié la mirada en cuanto ella habló, riéndome también y negando con la cabeza. Me pasé la mano por el cabello de forma despreocupada. -Sí, tienes dos ojos, una nariz, una boca...- bromee, mientras caminaba hacia una zona de hierba cercana al pequeño lago que había allí y me sentaba, esperando para ver si Anita me acompañaba. Me quedé observando finalmente las cristalinas aguas del lago. Hice un mohín, perdiéndome por unos momentos en la cantidad de ideas inconexas que caían por mi mente en forma de cascada. Una más estúpida que la otra, siendo sincero, pues no tenían nada que ver con la situación que estaba viviendo en el momento. -Sabes elegir muy bien los lugares. Es de los más buenos que he llegado a ver en ésta ciudad- le comenté con gesto despreocupado a Anita, observándola y dirigiéndole una sonrisa. Pese a que nos conocíamos hacía ya un buen tiempo, sabía muy pocas cosas de ella.

Me reí ante la respuesta de Jake. -Oh, sí, ¿de verdad? Mmm..creo que tú también tienes todo éso...-bromee, riendo. Observé sus movimientos, sentándome también cuando él lo hizo. Dejé caer mi largo cabello por encima de uno de mis hombros, sonriendo, mirando a Jake a los ojos, escuchando lo que me decía. -Es un lugar precioso, sin mencionar la tranquilidad que transmite.-comenté, rodeando mis rodillas con los brazos, apoyando mi barbilla sobre ellas. Observando la imagen de los árboles reflejados en el lago. -Lo descubrí hace tiempo, paseando a mi perrita, desde entonces, es uno de mis favoritos, a pesar de que no lo visito mucho.-añadí, con una sonrisa, mirando a Jake, para después volver a mirar cada detalle de aquel parque.

-Yo que tú no estaría tan segura- le advertí, bromeando, recostándome en la hierba luego de unos pocos momentos observando el lago. La tranquilidad que se vivía allí no era comparable con ninguna otra. De hecho, comparaba el estar allí con estar en casa y no podía creer como había aguantado tanto allí. Recibiendo visitas de supuestos colegas que lo único que querían era tener una buena bolsa de patatas fritas gratis y una tele en la cuál ver algún partido importante. Vaya panda de idiotas. Despejé todas aquellas ideas de mi mente antes de que el cabreo acabase consumiéndome y comenzar a vociferar toda clase de tacos. No. Al menos no ahora, frente a Anita. -Sí, en especial éso... la tranquilidad- remarqué aquella bendita palabra, esbozando una vaga sonrisa. -¿Vives sola?- pregunté, ante lo de la perrita. Envidiaba profundamente a aquellos que tenían la pasta suficiente como para vivir solos en una ciudad como ésa. Yo, por mi parte, prefería vivir cómodamente y dejar que otros se preocupasen por los temas de la casa, mi padre en éste caso. De todas formas, con lo mal que nos estábamos llevando últimamente, cualquier cosa sería mejor. No hay lugar como el hogar, decían algunos.

Tranquilidad. Era algo que todo el mundo buscaba en ciertos momentos, algunos la encontraban y otros no. Por gracia o por desgracia, aquél lugar la daba en grandes cantidades, algo que era de agradecer, en cierto modo.
-No, comparto mi casa con una amiga.-respondí, sin desviar mi mirada del punto perdido del parque en el que tenía mi mirada clavada. -¿Y tú?-pregunté, mirándolo ahora. A pesar de que hacía bastante tiempo que nos conocíamos, apenas sabía nada sobre él, quizá porque apenas tuvimos momentos para conversar, aunque esperaba que aquello cambiase a partir de ahora.

Qué suerte, pensé. Compartir la casa con un amigo debe ser la hostia. Bueno, dependiendo de qué amigo, claramente. No me imaginaba viviendo con alguno de mis amigos. Sería más fácil comprar un perro, después de todo hacían prácticamente lo mismo: llegaban a casa, comían, se divertían con algo -mirando televisión generalmente- y a menudo acababan destrozando algo. Sí. Me reí en voz baja, para mí mismo ante aquellos pensamientos. Pese a lo cabrones que podían llegar a ser les apreciaba bastante, lo suficiente como para dejarlos ir a ejercer la función de mascota a casa. -Qué más querría yo que vivir solo- me quejé, frunciendo un poco el ceño mientras mi mano se dedicaba a juguetear con la hierba de forma despreocupada. -Vivo con mi padre- y sería así por un largo tiempo, al parecer. Desde que estaba postrado en ésa maldita silla de ruedas sabía que tendría que cuidarlo siempre, cosa que me desagradaba por un lado y me agradaba por otro. -Estoy buscando alguna casa para mudarme, así que si sabes de alguna, ya sabes...- le sonreí levemente.

Quería vivir solo pero vivía con su padre. ¿Por qué? No quise preguntar para no resultar entrometida. Aunque sus siguientes palabras frenaron mi curiosidad. Buscaba una casa. Una casa. No tenía ni idea de si habría alguna disponible en el pueblo. Aunque probablemente habría alguna. -No te preocupes, te avisaré si oigo algo. Aunque es probable que haya alguna..-comenté, sabiendo que sólo era cuestión de investigar un poco. -Yo creo que tuve suerte. Mi casa fue un regalo de mis padres cuando llegué al club, así que no tuve que molestarme en buscar ninguna.-comenté, sonriendo, clavando ahora mi mirada en los ojos de Jake, sin sentir incomodidad ninguna, aunque no sabía si por su parte se incomodaría o no, algo que no me importaba en lo más mínimo, no iba a dejar de mirarle, al menos, éso no era una de mis ideas en aquellos momentos.

-Sí, bueno, yo tampoco he buscado demasiado, siendo sincero- esbocé una sonrisa mientras me reclamaba mentalmente por no haber aprovechado el tiempo que tenía libre desde que habíamos llegado. Bueno, el hecho del dinero también era un problema. Pese a que teníamos ya unos buenos ahorros en casa, dudaba que éso alcanzara para comprar una casa hecha y derecha. Hacía ya bastante tiempo había aceptado que tendría que trabajar extra si quería lograr algo, pero el simple hecho ya me disgustaba. -Supongo que es en parte porque no quiero dejar a mi padre solo. Está en una silla de ruedas y necesita mucho de alguien que cuide de él- confesé, sin pudor ni corte alguno. No importaba, después de todo, era un hecho más. Ya hablaría con alguien que fuese a cuidarlo, éso seguro... -Tienes suerte- me reí un poco cuando ella me contó como tenía aquella casa. -¿No hay un lugar para mí en tu casa?- le pregunté de forma bromista, con un deje de picardía en la voz, sosteniéndole la mirada sin titubeo alguno, seguro de que ella la retiraría primera.