- Tranquila, tendrás oportunidades de sobra para hartarte de montar -le sonreí, un tanto consolador, ya que sabía lo mal que debería haberlo pasado en su accidente y posterior recuperación. Pocos segundos después, el mozo se acercó con dos platos y una bebida para acompañar la comida. La dejó encima de la mesa y nos deseó buen provecho, a lo que respondí con un sincero "gracias". Probé la comida, a lo que sonreí ampliamente. - Deliciosa -exclamé observando el plato. Titubee unos momentos sobre hablar o no- ¿qué piensas de la confesión de tu amigo? ¿Te lo esperabas? -consulté con curiosidad, enarcando una ceja.