El restaurante Blanco y Negro.

- Jejeje - Reí animada ante su broma que no había sido tan graciosa , pero que su gracia tenía .
- Gracias! - Dije al camarero al igual que él . - Que aproveche! - Dije contenta mientras miraba a Pablo .

- Lo mismo digo - dije sonriendo y luego probaba el primer bocado.
Estaba realmente rico y todo a su punto.
- Y bueno mi princesa - sonreí - me gustaría saber mas cosas de ti. Si se pueden saber claro - dije con un tono pillo.

Probé la comida , estaba deliciosa .
- Claro que puedes saber mas cosas sobre mi , todas las que quieras .... simplemente es que no hay mucho que contar - Comenté graciosa - Bueno... tu pregunta y yo respondo - Dije con una sonrisa .

Reí. - Cualquier cosa está bien - dije sonriendo - Haber por ejemplo....-dije pensativo - cuentame las cosas que te gustan hacer, lo que odias, no se , cualquier cosa -rei

Comencé a pensar mientras jugaba con mis dedos - Bueno... me fascina montar a caballo y cantar , adoro el riesgo , mmm... soy una gran observadora , y ahora que se me venga a la mente también adoro pasar tiempo con mis seres queridos - Dije graciosa - Bueno... odiar , odiar , no odio muchas cosas pero si que detesto a la gente chulita y mentirosa - Comenté algo seria pero con una pequeña sonrisa.
- ¿Y tu...? - Pregunté - ¿Me cuentas mas cosas sobre ti? - Añadí .

La oí con interés y luego la mire.
-Mi vida no es demasiado interesante .. -dije con un tono un poco melancólico - tu eres lo más perfecto que hay en ella -dije mirándola

Me sonrojé un poco mas de lo que ya estaba por su verdadera culpa . Sonreí y le tomé de la mano - ¿Debería a acostumbrarme a tantas adulaciones? - Comenté graciosa mientras fijaba mi mirada en la suya.

-Deberías acostumbrarte - dije sonriendo y mirándola, mientras apretaba fuerte su mano.

- Lo tendré en cuenta - Afirmé. Sin que me diera cuenta ya estábamos terminando de comer así que pedí la cuenta mientras sonreía a Pablo.
- ¿A dónde iremos ahora? - Pregunté muy curiosa mientras jugueteaba con mi pelo castaño .

La miré pensativo. No se me ocurría ningún sitio.
- Donde sea esta bien para mí -dije sonriendo - siempre y cuando tu vengas conmigo -sonreí picaramente

Sonreí - Si es así ... - Hice una pausa - Quiero pasear junto a ti por algún prado - Pedí bromeando con un tono de niña pequeña .

- Bueno, pues entonces... yo acabo de comprar a un nuevo caballo, así que ... podíamos ir a por Cybele y a por Taloubet e ir al prado- dije sonriendo , sin parar de mirarla.

- Me parece muy bien - Dije mientras asentía y le cogía de la mano mientras nos levántabamos .

La agarre fuerte de la mano y sonriendo fui con ella , hacia los establos

Llegamos y nos sentamos en una mesa.El camarero se nos acercó y pedimos la comida.
Carlos
-Bueno,que me cuentas?Hace mucho que no te veo-Dije.

Yo

-Bueno,pues vivo en un apartamento en el centro,y tengo una yegua en el club hípico-Le dije mientras nos servían la comida-Y tu?

Carlos

-Bueno he estado estudiando y me he tomado unas vacaciones para desconectar un poco-Dije-¿Y...De amores?

Yo

La pregunta me tomó un poco por sorpresa y recordé a Jesús:
-Bueno,pues estoy con un chico del club desde hace un mes y..Bueno,hemos tenido un pequeño roce pero estamos bien-Le dije-¿Y tu?¿Me dijeron que estabas con una de la universidad.

Carlos

-Si bueno,pero lo dejamos porque era un poco pegajosa-Le dije mientras nos traían la cuenta y le pagaba al camarero-Bueno,me tengo que ir,a sido un placer volver a verte Amanda,espero que te vaya muy bien.

Yo

-Igualmente Carlos,me alegro de haberte visto.
Me despedí y me dirigí a la terraza.

Mientras caminaba por la ciudad, pase por delante del restaurante. Ojeando a la gente que se encontraba comiendo, por el simple echo de que no tenía nada más que hacer, mis ojos se detubieron en una mesa. Allí una chica rubia hablaba con un chico. No pude evitar pensar en Amanda y me acerqué un poco. Cuando le ví la cara la pude ver, riendo alegre con aquel chico. Cuando me fijé me di cuenat de que era su exnovio, del que me había hablado un poco. Rápidamente lso celos se apoderarón de mi mente y me quedé observandolos un rato, hasta que no pude más y di media vuelta enfadado y malhumorado. ¿ Podía ser lo que se me pasaba por la cabeza? ¿ me engañaba? pensaba, aun cuando no quisiera.

Dirigí mi vista a la calle y observé paralizada como Jesús se iba alegando,enfadado.
Me habrá visto con Carlos?-Pensé-Y si es así,que habrá pensado?
Me dirigí rápido hacia el.Necesitaba alcanzarle.
-¡Jesús!-Grité.

Me dí la vuelta al escuchar a Amanda gritar mi nombre. En mis ojos se notaba lo enfadado que estaba, aun cuando queria ocultarlo frente a Amanda, y tenía mi puño apretado, para controlarme. Era una de las pocas veces que no me apetecía hablar con Amanda. - Hola - dije secamente

Noté su frialdad no solo en su voz,si no en sus gestos.
-Te..Te pasa algo?-Dije acercandome un poco más a el-Te noto raro.

La mire y dije - No es nada...- dije un poco frío - ¿quieres dar una vuelta? - dije para desviar el tema

No me lo creía,sabía que estaba enfadado.
-Vale...Vamos.

A pesar de haber emprendido la marcha hacia el restaurante a pié, había resultado ser un trayecto corto y entusiasta a causa de la presencia de Lizzie junto a mi. Faltaban solo unos pocos metros para poder atravesar el umbral de la puerta del restaurante... de momento, se podía observar una fachada algo rústica comparada con los demás edificios, y acogedora. Podía escrutar cada característica de la fachada del restaurante, a pesar de estar a unos cuantos metros.
Suspiré, entrelazando mis dedos con los de Lizzie, permaneciendo junto a ella, a su lado. Paseé ahora la mirada por la calle en la que circulábamos. Era algo oscura... pero lo que le daba vida resultaba ser el familiar y exquisito restaurante al que nos dirigíamos. Esbocé una sonrisa tímida, observando en la oscuridad, a la tenue luz que emitía el restaurante... el cálido rostro de Lizzie. Desvié a continuación la mirada al comprobar que ya habíamos llegado, y nos encontrábamos atravesando las mesas de la terraza. Cruzamos el umbral, dejando que Lizzie pasara delante. Reí por lo bajo.
Nos guiaron con amabilidad hacia nuestra mesa, dejando que nos acomodáramos como quisiéramos. Cuando Lizzie estuvo sentada, me dispuse a hacer lo mismo. Esbocé una sonrisa satisfecha, paseando la mirada por el lugar, escrutándolo con curiosidad. Resultaba ser incluso más acogedor que por fuera.
Dirigí la mirada hacia Lizzie, depositando ésta en sus cristalinos ojos - Un lugar muy acogedor - Afirmé, con simpatía, tomando a través de la mesa la mano de Lizzie. - Cuéntame algo sobre ti - Exigí, sin hacerlo a la vez... más bien... invitándola a hacerlo - Lo que sea - Pedí, suspirando levemente a continuación.

El trayecto hacia el restaurante se hizo de lo más ameno, por el claro hecho de estar con Edward. De no ser así, habría sido una caminata más, sin importancia alguna. Las calles estaban sumidas en una profunda oscuridad, iluminadas por la tenue luz de la luna, que yacía alta en el cielo luciendo todo su esplendor. No tuvimos que caminar demasiado para lograr vislumbrar la fachada del restaurante, a lo que sonreí ante el exterior del lugar, era muy bonito y parecía contar con la suficiente privacidad para las personas que asistían como para resultar ser un precioso lugar, realmente acogedor. Sentí a Edward suspirar a mí lado, a lo que dirigí mi mirada hacia él, dedicándole una sincera sonrisa. Mantuve mi mano bien sujeta a la de él, trazando finas líneas en ésta. Con él me sentía más que protegida, sobraba decirlo, y aquello era otra sensación de la cual podía disfrutar al estar con Edward. Lo seguí mientras nos abríamos paso entre las mesas del exterior, dirigiéndonos a nuestra mesa. Le dediqué una amplia sonrisa al camarero, tomando asiento en mi lugar y cruzándome de piernas de forma casi instantánea; paseando posteriormente mi mirada por todo el restaurante. -Más que acogedor- aseguré, sonriente. Sus siguientes palabras captaron mi atención, a lo que hice una mueca. ¿Qué podía contarle sobre mí? Hice una pausa, siquiera recordaba qué era lo que habíamos hablado con anterioridad, así que opté por contar alguna que otra cosa que creía no haber mencionado anteriormente. -Ya te he contado casi todo sobre mí. No sé... Tengo dieciocho años, estoy estudiando veterinaria, además de etología- comencé, aunque no era un tema que me entusiasmase demasiado. Me había pasado estudiando a Konrad Lorenz el suficiente tiempo como para no querer mencionar nada del tema fuera de clases. -Pero no es importante- me quejé, frunciendo levemente el ceño, sin saber qué más contarle. Tampoco sabía que preguntarle, pues conocía al menos los aspectos más básicos de su vida. Claro que podríamos indagar más sobre temas más secundarios como pasatiempos preferidos y demases, pero paso a paso.

Le presté atención, analizando y escrutando cada una de las palabras que mencionaba. - Todo lo que gira en torno a ti es importante - Aclaré, esbozando una sonrisa simpática y dulce.
Apreté su mano suavemente, trazando pequeños círculos con el dedo pulgar en su cálida piel, observando ambas manos, unidas - Aunque... supongo que ya estarás lo suficientemente cansada para no querer mencionar nada referente a tus estudios - Reí - Ya es suficiente estudiar por el momento, ¿No es cierto? - Inquirí... tal vez una pregunta retórica. Esbocé la mejor de mis sonrisas, elevando la mirada ahora hacia Lizzie, escrutando sus ojos bajo la cálida luz del restaurante. Seguían siendo de un azul intenso, hipnótico, irresistible. Bajé ahora la mirada con timidez, llevándome la mano libre al cabello y depositando ésta en la nuca a continuación.
Me sumí en mis pensamientos. Todo lo que había ocurrido en tan solo un día había sido increíble... maravilloso. Sí, no se podía negar que tal vez Lizzie y yo fuéramos algo rápido... pero eso tenía excusa; el instante en que nos conocimos... resultaba parecer que nos conocíamos de toda la vida. Esbocé una sonrisa a causa de éstos satisfactorios recuerdos.
Levanté ahora la mirada, suspirando, dejando a un lado los pensamientos, para centrarme en el presente. Pude escuchar unos pasos aproximarse... lo más probable es que fueran los pasos del camarero. Dirigí ahora la mirada hacia él, recibiendo la carta que nos ofrecía a Lizzie y a mí. Escruté la carta, observando la gran variedad de platos. Esbocé una sonrisa hacia Lizzie. El camarero esperó unos segundos, y tras ellos habló - ¿Qué desean tomar? - Inquirió, listo para apuntar. Suspiré, dirigiendo la mirada hacia él, dedicándole una leve sonrisa - Podría tomar cualquier cosa... no tengo muy claro que pedir - Me sinceré - Dejaré mi pedido a su elección - Respondí con simpatía, depositando mi confianza en el camarero a la hora de pedir. Claro estaba... me traería el plato más caro... simplemente por ganar más y salir todos contentos, pero no importaría. El muchacho asintió, dirigiendo posteriormente su mirada hacia mi acompañante - ¿Y la señorita qué tomará? - Dirigí la mirada hacia Lizzie, igual que lo hizo el joven. Esbocé una sonrisa torcida.

El notar la mirada punzante de Edward clavada permanentemente en mí llegaba a cohibirme a veces, ya que me sentía incluso más minúscula que normalmente al sentirme bajo un escrutinio tan detallado de su parte. Pero en parte, me gustaba, mucho. Porque podía sentir que me prestaba atención, que se preocupaba por cada palabra que salía de mi boca y aquello únicamente lograba sumar una cualidad más a la larga lista de Edward. -Lo estoy, créeme que lo estoy- aseguré, riéndome levemente, con suavidad y ligereza. Me había pasado ya el suficientemente tiempo estudiando como para considerar que me merecía realmente un descanso, así que prefería evitar el tema de los estudios, alejar mi mente de todo aquello. -Más que suficiente- aseguré, suspirando levemente y ladeando mi cabeza, clavando ahora mi mirada en Edward, nuevamente. Mi corazón comenzó a latir desbocado al percibir que él me estaba observando con tanta atención, a lo que no pude reprimir un leve rubor que se hizo presente en mis mejillas. Bajé la mirada con rapidez, observando la unión de nuestras manos, prácticamente irrompible en aquél momento. Y lo tomaba como una simple simbolización de lo que significaba nuestra relación, de lo unido que estábamos pese al poco tiempo que llevábamos juntos. Y sí, también esperaba que aquella relación fuese irrompible, que estuviésemos siempre unidos. Dirigí mi mirada ahora hacia un lado, observando al camarero que se acercaba a nuestra mesa. Le dediqué una amplia sonrisa en cuanto nos ofreció las cartas, comenzando a ojearla, prestando atención a cada uno de los platos y bebidas que ofrecían. La pregunta del hombre me sacó de mis instantes de concentración, dirigiendo mi mirada hacia Edward, expectante. Poca idea tenía yo sobre qué podríamos tomar, así que esperaba que él me guiase. La respuesta de él me sorprendió, a lo que esbocé una sonrisa y me mordí el labio inferior de forma leve. -Lo mismo que él- acabé cediendo, dedicándole una sonrisa a ambos.