Boxes del establo

Me alegré casi tanto como Sea al oír la proposición de Ana al semental. Sí, estaba más que claro que ansiaba que lograsen entenderse como lo habían hecho, que ella lo comprase y que lentamente fuesen construyendo una buena relación. Y sabía que lo lograrían. Sin mencionar que sería el primero en asistir a todos los entrenamientos que me fuese posible, ya que me había quedado maravillado ante la rapidez del semental, y no dudaba que con más entrenamiento directamente volaría. Observé aquella escena ciertamente conmovedor, esbozando una amplia sonrisa al ver que Ana dirigía su mirada hacia mí. Esperé a que se acercase antes de posar totalmente mi atención y mirada en ella, ladeando ligeramente el rostro y observando sus ojos con cierta fijeza poco habitual. Algo pasaba. Qué era ese algo, ni idea. Hice una pausa con aquella tarea que tan enserio me había tomado, el observarla, al ver que ella desviaba la mirada. Joder, Jacob, acabarás asustándola me reclamé a mí mismo, apretando los dientes hasta cierto punto en el que comenzó a dolerme la mandíbula. Me relajé, o al menos lo intenté, cruzándome de brazos con una clara sensación de pura tensión. Al oírla la observé, nuevamente, fingiendo desinterés. -Sí, ya me voy- le dediqué una sonrisa, acercándome a Taloubet y acariciándolo como despedida, dejándole unas golosinas.
-¿Te llevo?- le pregunté al volver junto a ella, riéndome levemente, pese a que el ofrecimiento iba muy enserio. El desviarme de mi camino habitual por causa de Ana, para al menos pasar un rato más con ella resultaba un plan ciertamente tentador. Muy tentador.

Bebí un poco y ya me basto. Cuando ví a la yegua saltar estaba dispuesta a hacerlo yo también. La altura de la puerta no era demasiada y en forma, se que sería capaz de saltarla con poca carrerilla de sobra, pero, debido a las heridas que hace un tiempo haba recibido, y que mas o menos ya estaban bien curadas, no quise arriesgarme, y con dificultad estire mi largo y fino cuello para abrir con la boca las cerraduras. En poco tiempo le cogí el truquillo y fui capaz de abrir la puerta. Me reuní con las dos yeguas y contenta dije.
-Venga vamos!

Escuché la respuesta de Jake, a pesar de que no me haría falta oírle para saber cuál sería su respuesta. Sonreí y observé cómo el chico se acercaba a Talou. Esbocé una sonrisa cariñosa, apoyándome en la pared, observando la escena. Hacían un gran equipo y, por encima de aquello, ambos habían demostrado ser unos grandes amigos. Cuando vi que volvió a acercarse, me limité a dedicarle una sonrisa. Cuando estaba con él, cuando lo veía acercarse a mí, mi corazón de desbocaba sin que nada pudiese remediarlo. Y estaba claro que aquello era por algo; algo que ni siquiera yo podía averiguar. Aunque sí que sabía que era algo especial que no se sentía hacia alguien todos los días. Miles de preguntas sin respuestas, ideas y sensaciones surcaban mi mente, logrando que cada vez que tratara de re-ordenarlas, acababa confundiéndome. Su pregunta me hizo dejar a un lado aquellos incómodos pensamientos, haciendo que me centrase ahora en él, mirándolo con una expresión curiosa. -No quiero causarte molestias...-respondí, encogiéndome ligeramente de hombros, haciendo una mueca. Una parte de mí hubiese dicho sin dudarlo que sí, por el simple hecho de que pasaría más tiempo junto a él; pero otra parte de mí no quería que él tuviese que molestarse en ir en una dirección totalmente diferente a la que él se dirigía por sólo llevarme a mí hasta casa. Esperé a ver su respuesta; todo lo que él me digese, ya fuera llevarme o no, lo aceptaría, aunque esperaba que lo que fuese a responder no fuese por simple compromiso.

Al otro dìa de mi llegada fuì a los boxes,apenas entrè vi a 3 yeguas arabes las tres muy hermosas, en sus boxes decia sandie,soñada y azhara,la ùltima me llamo particularmente la atenciòn era una hembra arabe hermosa.parecìa perfecta para el salto lo que a mi mas me gustaba hacer.se me paso en la mente la idea de comprarla.asi que me acerque a la puerta y le acaricie el morro.

-Si yo me ofrezco, es porque no me causas ninguna molestia- aclaré, dirigiendo una mirada hacia la salida de los boxes luego de pasear mi mirada entre la chica y ambos sementales, deteniéndome instintivamente en Talou, dedicándole una amplia sonrisa. -Vamos- dije finalmente, tomando la mano de Ana como un acto reflejo, pero soltándola luego de avanzar unos pasos. No. Me era imposible mantener un contacto tan cercano con ella, el simple roce de mi piel con la suya causaba estragos en mi interior, así que tenía bien en claro que sería mejor evitar el contacto, al menos momentáneamente. Y sí, sería difícil, más que difícil. Caminamos hacia la motocicleta, que se encontraba a unos metros de los establos. Al llegar le dediqué una sonrisa a Ana y subí, esperando que ella hiciese lo mismo y arrancando en cuanto la sentí detrás de mí. La moto partió con fuerza, rapidez, derrapando prácticamente al tomar la carretera. Recordaba cuál era el camino que había que tomar, así que me evité las preguntas a la chica y simplemente me dediqué a conducir, abriéndome paso entre las calles de la ciudad, pasando por el parque para posteriormente tomar la ruta correcta para ir hacia la casa de Ana.

Me limité a esbozar una sonrisa de agradecimiento ante lo que dijo Jake, paseando mi mirada por los boxes de los dos sementales, dedicándole una sonrisa de despedida a Seabiscuit. -Sí, vamos.-respondí, separándome de la pared y dando pequeños pasos hacia él, dispuesta a seguirle. Sentí cómo Jake me cogía de la mano, a lo que no pude evitar mirarle, sintiendo una sensación parecida a la adrenalina con sólo notar el suave tacto de sus manos con las mías. No tardó en soltarme, a lo que no pude evitar soltar una leve risita por lo bajo, negando con la cabeza. Estaba claro que si él no lo hubiese hecho, hubiese terminado haciéndolo yo, pues aquella sensación que recorrió todo mi cuerpo me acabaría obligando a soltarle. Lo observé montarse en la motocicleta, esbozándo una sonrisa y montando yo también después que él, colocándome detrás. Ponto, la moto partió rumbo a mi casa, que no dudaba de que Jake recordaría dónde se encontraba, pues el día antes le había mostrado el camino. No me equivoqué; el chico iba en la dirección correcta, pasando por el parque, recorriendo las calles necesarias hasta llegar a casa.

Como yo ta sabia abrir la puerta de mi box,lo hice sin problemas,entonces sali a galope tendido,no sabia a donde iria solo queria salir de alli

Estaba en los establos tan tranquilamente cuando de pronto vi a una yegua salir corriendo de allí. Había abierto a puerta ella sola. Así que yo también lo hice, y la seguí relinchando tras ella. Buscando algo de compañía.

Winter:
Sacudí mi cabeza y observé de reojo a la yegua que se escapaba de los establos, la ignoré y me volteé a ver todos los boxes, la mayoría estaban vacíos y otros estaban ocupados por algunos caballos nuevos que habían llegado, muchos caballos nuevos se habían recibido en este mes, esto seguramente alegraría a todos y los humanos tendrían más opciones para comprar, pero en cuanto a mi.. Nadie me compraba.
Observé a un mozo que pasaba por allí y le relinché, quería que me sacara a pasear un rato ya que hacia unas semanas que no salía.

Mozo:
Atendí a el ponie en cuanto relinchó, me dirigí a el y noté las ansias que tenía de salir, sonreí y fui en busca de una cabezada. En cuanto la tuve me dirigí nuevamente hacia el y se la coloqué, abrí su cuadra y lo acaricié -¿Al prado sur?- Le susurré comenzando a caminar.

El levantarme a tan tempranas horas de la mañana era algo que nunca me había agradado siquiera un poco, sin embargo ahora que tenía un caballo del cual ocuparme no podía faltar nunca, ni un día. Y no era algo que me molestase, más allá del suelo habitual de cada mañana, el estar con Talou lo ameritaba. Y con Ana. Mi mente ya estaba más clara, y lograba identificar qué era lo que me pasaba con ella, cuando estaba a su lado. Me parecía realmente estúpido de mi parte el no haberlo notado antes, es decir, estaba demasiado claro que evidentemente me gustaba y más que mucho, y ahora que lo sabía me resultaba algo insólito el no haberlo notado antes. Lo peor era que no sabía cuál había sido la reacción de su parte, aquél pequeño detalle que todavía desconocía ejercía una presión en mi pecho tal que me costaba concentrarme y pensar en otros asunto. Al llegar al club dejé la motocicleta en el mismo lugar de siempre, ingresando a los establos y yendo directamente al box de Taloubet. Sea también estaba allí, así que ella no había llegado aún. Suspiré, sonriéndole al semental de salto y dándole una caricias cariñosas a modo de saludo. -Hola, campeón- dije al colocarme a su lado, en el box, acariciando su cuello. Todavía me costaba creer que aquél caballo me perteneciese. Era bellísimo. -¿Estás con ganas de salir?- pregunté, riéndome levemente y comenzando a cepillarlo, eliminando así toda la poca suciedad de su pelaje, concentrándome en esa reconfortante tarea.

Las horas pasaban y él seguía encerrado en los boxes, observando el ir y venir constante de humanos y caballos. Nadie le había prestado demasiada atención, más bien lo observaban, hacían amago de acariciarlo un poco y al recibir una respuesta negativa de parte del equino, sencillamente no insistían y se retiraban. Las patas le hormigueaban ligeramente producto de lo entumecidas que se encontraban, ya que pese a que el box era bastante grande, no era suficiente. Suspiró, apoyando su cabeza en la puerta de madera, con paciencia. No era tan salvaje como para ponerse a dar coces a la puerta, así que se dedicó a esperar. Pasados unos pocos minutos uno de los mozos se acercó a él. Riley lo había visto más de una vez allí, ya que era quién se encargaba de limpiarle el box y cepillarlo, además de dejarle alguna que otra chuchería siempre que podía. Le caía bien. Lo dejó ingresar junto a él, a lo que el mozo comenzó a cepillarlo a conciencia, ofreciéndole algunos terrones de azúcar. - ¿Por qué no salimos, pequeño? -le oyó decir, a lo que soltó un relincho. El mozo le colocó la cabezada de cuadra y lo guió hacia uno de los prados, a lo que él lo siguió con un trote elegante y altivo.

Aquella noche no había dormido. Me había pasado las horas observando el reloj y el sol. Cuando éste salió, rápidamente vine hacia la Hípica, en parte para ver a Sea, ahora mi caballo, y por otro lado, para ver a Jake. La noche anterior no le pude responder, pero en cuanto lo volviese a ver, le respondería. Al entrar en los boxes, me dirigí sin dudarlo hasta el box de Sea, pero antes, miré hacia el box de Talou. Y allí estaba él. Jacob. Hice una mueca, sin saber hacia quién ir. Me apresuré a ir al box de Sea, para saludarlo, pues el semental ya me había visto y no era cuestión de ignorarlo. -Hola pequeño. ¿Cómo estás?-le pregunté, con una sonrisa dibujada en mi rostro, acariciando su cuello. De vez en cuando, miraba de reojo hacia el box de Talou, esbozando una sonrisa. Sabía que después de proporcionarle a Sea los cuidados necesarios, tendría todo el tiempo del mundo para hablar con Jake; para decirle cuánto me gustaba. Comencé a cepillar el pelaje de Sea, eliminando los posibles restos de suciedad que tuviese. Tras dejarlo totalmente brillante, pasé a desenredar sus crines. -¿Te apetece saltar hoy un poco?-le pregunté, mientras comenzaba a limpiarle los cascos. Una vez terminado aquel trabajo, le ofreci a Sea una golosina y me fui en busca de su equipo y lo traje, colocándoselo, asegurándome de que estuviese correctamente colocado y no le molestase. Una vez finalizado todo ésto, sonreí y saqué a Sea de su box, acercándome al de Talou. -Buenos días, madrugadores.-los saludé, esbozando una sonrisa simpática, clavando mi mirada en Jake. De nuevo, el recuerdo de anoche me hizo sentir la necesidad de besar sus labios otra vez. Esperé a que el chico se acercase a la puerta del box, aprovechando ese momento para inclinarme hacia él, colocarme a su altura y sentir sus cálidos labios rozar los míos, sintiendo cómo nuevamente mi corazón se desbocase. No hubiese podido aguantar mucho más sin besarle. Me separé de él tras unos segundos , esbozando una sonrisa torcida, mirándole a los ojos.

Entonces vi a un caballo atrás mio..nunca lo había visto pero deje que me acompañara..ya que yo tambien nesesitaba algo de compañía..hola le dije en un resoplido ¿como te llamas?

Los pasos provenientes de los establos me distrajeron lo suficiente como para dejar de cepillar a Talou por unos momentos. No me asomé a la puerta del box ni mucho menos, me quedé estático en mi lugar, esperando. La voz de Ana retumbó por el lugar, a lo que mi corazón comenzó a latir de forma poco habitual. Inhalé profundamente aire, apoyando mi cabeza en el cuello de Taloubet y cerrando los ojos.
-¿Qué se supone qué haga?- le pregunté, riéndome levemente luego. Era ridículo. Todo rastro de hombría y valentía había desaparecido en el instante, siquiera me daba la cara para acercarme a saludarla, así que sencillamente seguí ocupándome de mi caballo. Terminé de cepillarlo y luego desenredé sus crines y cola, pese a que estaban casi perfectas. Aprovechando el tiempo que tenía debido a lo temprano que había llegado, le hice unos coquitos a Talou en sus crines, aprovechando que tenía bastante entresacada aún y el corte se mantenía. Quedaron bien, lo suficientemente bien como para lucir prolijas y bien armadas. Le palmee el cuello, comenzando a colocarle el equipo, retirando las vendas y colocándole protectores. No estaría nada mal el ir a entrenar un poco, así que le masajee un poco las patas. El caballo lucía genial, estaba en plena forma y aquello se notaba apenas observándolo. Estaba bien musculado y tenía bien trabajado el dorso, lo que buscaba en un caballo. Antes de sacarlo del box sentí la voz melodiosa y suave de Ana a mis espaldas, a lo que me quedé congelado unos momentos antes de animarme a voltear. Todo lucía bien. Ella sonreía, y además se había dirigido a nosotros con amabilidad. Y no me había roto la cara de una cachetada por lo de anoche, cosa básica. -Buenos días- respondí, algo inseguro aún, acercándome unos pasos hacia la puerta de madera del box de Talou, con el objetivo de lograr escrutar mejor el rostro angelical de Ana. Al notar como se acercaba mi corazón reanudó aquél latido desenfrenado, sin lograr calmarse cuando sentí sus labios rozar los míos. Aquella era la respuesta que necesitaba. Mis manos se deslizaron hasta su cintura, no sin algo de dificultad pues todavía la puerta de madera nos separaba. Finalmente me separé, ejerciendo el autocontrol que me hacía falta en el momento. -Eso me lo dice todo- aseguré, esbozando una sonrisa divertida y saliendo del box junto a Taloubet, acariciando también a Sea. -Buenos días Sea- lo saludé, tratando de distraerme.

Se encontraba plácidamente dormido en cuanto su dueña ingresó a los establos, y únicamente logró sacarlo de aquél sueño el sonido de su dulce voz. Soltó un relincho más que alegre, dándole toquecitos a la chica con entusiasmo. - ¡Ana! -masculló, con un tono de pura alegría y júbilo; abrazando a la chica con su cabeza. Luego se separó, observándola algo soñoliento aún, mientras se dejaba cepillar tranquilamente. Ella se encargó de limpiarle todo el pelaje, las crines e incluso sus cascos, pese a que estaban bastante limpios. Nuevamente se dejó manipular mansamente mientras ella le colocaba los arreos, saliendo de los boxes tras ella- está claro lo que me apetece -se encargó de responder, soltando una risita. Se quedó atónito con aquél saludo de parte de su dueña a Jake, el chico que los acompañaba casi siempre, a lo que se rió. Se alegraba, ya que ambos se veían felices en compañía del otro. Le dio un empujoncito al chico, acercándolo ligeramente a Ana con picardía.

Escuché las palabras de Jake, esbozando una gran sonrisa cariñosa. -Sabía que éso te respondería a todo.- le respondí, riendo por lo bajo, observando cómo Jake y Talou salían de su box. Reí al escuchar el saludo de Jake a Sea, observando la escena. -¿A dónde van?-les pregunté al chico y su caballo. Por mi parte, tenía pensado probar a saltar con Sea, para después ir a correr un rato al hipódromo. Casi de un salto, me coloqué junto a Jake, esbozando una sonrisa torcida. Acaricié a Sea, dirigiéndome al picadero de salto, al que suponía que Jacob iría para entrenar. Era bastante temprano, podría disfrutar de un largo tiempo junto a Jake. Todo era más fácil ahora que ambos nos habíamos sincerado el uno con el otro. Ahora me veía lo suficientemente confiada como para poder mirarle sin retirar la mirada; escrutarle cada detalle de su rostro, por mínimo que fuese. Aunque no dejaba de sentir aquella sensación como de adrenalina mezclada con vértigo cada vez que me acercaba a él. -Al fin podré veros a Talou y a ti en acción.-bromee, riendo después. Los picaderos no estaban muy lejos, sino todo lo contrario. Estaban justo al lado de los estable.

-Me alegra que todo haya resultado tan... Bien- puntualicé, riéndome levemente. Sobraba decir que me alegraba aquello, sobraba decir qué tan feliz estaba por saber que mis sentimientos eran correspondidos de su parte. Los sentimientos hacia ella eran tan intensos que me costaba creer que nos conocíamos hace tan poco tiempo. Podía decir que me gustaba, mucho, e incluso llegaba a arriesgarme ante la idea de admitir que estaba enamorándome de ella. Tomé su cálida mano con la mía, rodeándola y disfrutando de la sensación ante la cercanía de ambos. Ahora no era incomodidad. Ahora era una simple y magnífica sensación sumamente reconfortante, era saber que no tenía que disimular más mis intensas ganas de estar a su lado. -Vamos a entrenar un poco, ¿quieren venir?- los invité, a sabiendas de que a Ana seguramente le gustase vernos, ya que recordaba claramente que habíamos quedado en el que la próxima vez ella presenciaría nuestro entrenamiento. Y supuse que tanto Sea como ella también iban allí, ya que no tenía la silla de carreras.

Mire a la chica que se me había acercado. Sus suaves caricias me relajaron un poco, ya que hace mucho que no las recibía de un humano. Le dí un suave toque con el morro y la miré. Estaba deseosa por salir ya que las demás ya habían salido al galope y yo aun estaba abriendo la puerta con el morro cuando se me había acercado. Le relinche suavemente y di un toque con la pata en la puerta para señalarle mis ganas de correr y salir de allí.

le acariciè el morro suavemente,ya había echo los tramites,ya eres mia le dije en una risa ligera llena de emociòn,entre al box,le dije primero entraremos en confianza y luego intentarè entrenarte mi preciosa azha.

Le agradecí las caricias y cerré los ojos mientras me acariciaba el morro. Luego la miré a los ojos. Después de tanto tiempo volvía a tener un dueño, y esperaba con todo mi corazón que saliera bien. Me quedé un instante observándola esperando a que me dijera que hace.

entonces entre al box,le puse el bozal,luego agarre una cabezada,le pedí ayuda a uno de los mozos para que me llevara la silla al picadero,agarre el ramal de azha y dije en un suspiro a intentarlo pequeña,mientras la palmeaba en el cuello.

Mis ojos iluminaron al ver que me iba a salir. Di un fuerte relincho de alegría y le golpeé suavemente el hombro empujándola un poquito para ir hacia la pista, estaba deseando correr y salir de alli

cuando volí del prado,de pasarla genial con riley..bebí un poco de agua y me fui a dormir al otro dia me desperte...muy energica con ganas de salir asique le prengunte a shadie y tambien lo empece a gritar en un relincho a ver si alguién respondia...

Iba de paseo por la hipica, saludando a la gente y observando todo. Me acerqué a la paja cerca de los boxes y me recosté a pensar.

Me despertè,un tanto ansiosa,querìa habalar con alguien,enrealidad querìa salir de mi box,pero tambien queria hablar entoncès empese a relinchar a ver si alguien me escuchaba....