Me reí levemente y acabé levantándome, dándole un vistazo a la hora en mi reloj de muñeca. Comenzaba a hacerse tarde y generalmente a aquella hora se hacía cada vez más y más frío, así que sería mejor acudir a los boxes cuanto antes. -Creo que será mejor que regresemos a los boxes- le comuniqué a Alice, en parte invitándola, ya que no tenía claro si ella prefería quedarse en el prado o quizás ir a otro lugar; o en su defecto acompañarnos. Silbé para hacerme con la atención de ambos equinos, acercándome con paso tranquilo pero entusiasta a la misma vez, con ambas cabezadas en mi mano derecha. -Bonitos- los llamé, acercándome a ellos, dándole unas caricias a Sadik en su frente y posteriormente repartiendo caricias en el cuello de Dajah, la preciosa yegua árabe. -Es hora de volver, preciosos, se está haciendo tarde- me quejé, suspirando pero riéndome luego. Le coloqué a ambos las cabezadas, enganchando los ramales y sosteniéndolos uno en cada mano. Comencé a caminar, asegurándome de que me siguiesen, dirigiéndole ahora una mirada a Alice.
-¿Vienes?- pregunté, dedicándole una radiante sonrisa, dispuesta a encaminarme hacia los boxes al recibir su respuesta.
-¿Vienes?- pregunté, dedicándole una radiante sonrisa, dispuesta a encaminarme hacia los boxes al recibir su respuesta.