- A lo que sea, no necesariamente tiene que ser sobre su historia -contesté a Cybele, escuchando ahora a Tormenta.
Hice una mueca al oírla, no era precisamente feliz. - Vaya, eso debe haber sido duro para ti, ¿verdad? -pregunté haciendo una mueca, mientras la miraba. - Mi historia no tiene gran ciencia. Hace ya un tiempo, una niña me compró. Su idea era participar en concursos y supongo que esperaba tener un caballo ejemplar, cosa que recién domado evidentemente no podía ofrecerle. Me sorprendió que nadie le hubiese enseñado que a base de maltratos ningún caballo se convierte en un trozo de pan, sin embargo que me haya vendido fue lo mejor que pudo hacer. Un hombre me compró y me volvió a domar, con tranquilidad y sin ningún tipo de golpe, doma natural creo que le llaman. Era muy feliz con él -suspiré, recordando todo mientras contaba- al final tuvo que venderme, no tengo claro porqué, sólo sé que le dolió mucho hacerlo -hice una leve mueva y proseguí- pero me alegra haber llegado hasta aquí. Es el mejor lugar donde podría estar y tengo una preciosa dueña. ¿Ustedes tienen dueños? -pregunté con curiosidad, pensando en mi antiguo hogar, algo ido.