Observé atentamente las acciones de Layla, alternando mi mirada entre ella y su poni. Asentí con la cabeza ante sus palabras, ya que la mayoría de las veces la veía entrenar con Afri, a pesar de que estaba seguro de que sacaba a Montse bastante seguido. Estaba muy ensimismado escuchando sus palabras, sin embargo, me quedé pasmado al ver como Layla se doblaba súbitamente sin siquiera acabar la frase ni concluir lo que me estaba diciendo. No supe reaccionar en el momento, no supe que hacer, no supe como actuar. No obstante, mi cuerpo reaccionó al ver que Layla caía al suelo, por lo que con rapidez me acerqué a ella arrodillándome a su lado, sosteniéndola mientras la observaba. ¿Qué le pasaba? ¿No se suponía que estaba bien? Mi corazón comenzó a latir con una fuerza increíble y una rapidez impresionante. Estaba incluso asustado ante la situación, asustado por Layla, por lo que le pasaba. La rodee con mis brazos con rapidez, sin embargo todo lo que hacía parecía hacerlo en cámara lenta. El tiempo pasaba lento en aquellas situaciones, minutos realmente interminables y dolorosos tanto para mí como para ella. Me levanté con suavidad, tratando de no moverla demasiado. - ¡¡Layla!! -exclamé asustado- ¿Layla? ¿Qué pasa? -pregunté mientras comenzaba a caminar con prisa, llevándola prácticamente entre mis brazos y procurando que no caminara sola. - Vamos al hospital -avisé, cada vez más asustado.
En situaciones como esas me daba cuenta de lo importante que era para mí, de cuanto la quería todavía.