-Además, sería sumarles un trabajo más. No dudo que disfruten mucho con lo que hacen, pero hay demasiados caballos como para que estén teniendo que ocuparse de otro más a causa de que su dueño es un irresponsable- me encogí de hombros, esbozando una sonrisa ligera ante aquello. Me alegraba el saber que había tomado una buena decisión. Las palabras de Ana tuvieron un gran peso en la charla, a lo que asentí con la cabeza de forma prácticamente efusiva. -Me pasa contigo. Te he tomado cariño en muy poco tiempo, y no sé si eso es exactamente bueno o malo- me quejé, con un claro tono de reproche, aunque sin darle demasiada importancia al tema. -Quiero hacer muchas cosas a la vez. Mudarme, conseguir un nuevo caballo, comprar algunas cosas que me faltan... A saber qué banco tendré que asaltar para conseguir hacerlo todo- bromee. Tendría que conseguir nuevos clientes y ponerme el doble de tiempo en el taller para conseguir dinero para el caballo y para mantenerlo. Sí, ojalá fuese tan fácil como planearlo. Suspiré con pesadez, ya algo intranquilo por el tema del dinero. Le sonreí ante su ofrecimiento, asintiendo con la cabeza. -Gracias... Lo mismo digo, en cuanto tenga caballo- me reí un poco. Nuevamente el tema de la desaparición de los caballos salió a flote, a lo que hice una mueca. -Oye, que no estaba muerto, estaba de parranda. ¿Lo has oído? Bueno, eso mismo debe suceder con tus caballos. Deben estar por ahí, divirtiéndose un poco- me reí. Entendía su preocupación, pero poco podíamos hacer al respecto. Observé la hora y tomé un poco de valor, levantándome de la cama. -Será mejor que me vaya... Comenzará a llover dentro de nada y será mejor que llegue seco a casa si no quiero que mi padre me mate- me reí un poco. Había sido un gran día, sin lugar a dudas, y esperaba que se repitiese, sin lugar a dudas.
Clup Hipico