-Sí, algo bueno- rodé los ojos negando suavemente con la cabeza. Así como bueno más bien poco, más bien lo único bueno que hacían era divertirme y mantenerme ocupado. Al menos agradecía el echo de que mi padre los aceptase pese a todos los destrozos que hacían al ir a casa, siempre había supuesto que simplemente se había acostumbrado a ellos. Ahora lo comprobaba. Le expliqué a Anita muy brevemente qué era lo que teníamos que hacer, dándole las instrucciones para que fuese cortando la cebolla mientras yo me dedicaba a cocinar la carne. Le dediqué una sonrisa, buscando los utensilios necesarios luego de que me indicase donde estaban, sacando la carne del refrigerador y encargándome de ésta. En cuanto Ana se encargó de cortar la cebolla también me encargué de dorarla, agregándole algún que otro ingrediente para reemplazar los que faltaban: un poco de pulpa de tomate, algunos trocitos de ajo y ajíes cortados, entre algunas otras cosas. Demoró apenas unos minutos en terminar de cocinarse todo, por lo que le dediqué una sonrisa a la chica y saqué del fuego la comida, comenzando a servirla. Lo mejor de todo es que había sido rápido, y dejando la vanidad de lado, realmente tenía buena pinta. -Bueno, toca probarlo- mascullé, haciendo una mueca. La parte complicada de todo, el averiguar qué tan bien había quedado la comida, preparada por ambos, pero guiada en un principio por mí...Me inspiraba cierta desconfianza, no podía negarlo.
Clup Hipico