-No sé cómo pueden guiarse por cosas tan insignificantes como lo es el dinero- en aquél momento, lograba ver claramente porqué la granja en la que había vivido era mejor que ciertos lugares donde sólo había campeones. Nuestros dueños nos trataban con todo el amor del mundo, un amor puro y sincero ya que, pese a que todos éramos buenos caballos, ninguno destacaba por nada en especial. No imaginaba cómo podían ser las cosas en otros sitios, donde la envidia y ambición lograban superar cualquier tipo de frontera. Guardé silencio, pese a que Agatha había vuelto a hablar, aquél tema era difícil de tratar. Apenas habían pasado unas horas desde que me había despedido de ellos y ya dolía tanto el recordarlos...Las cosas se tornarían mucho más complicadas cuando pasaran los días y me diera cuenta de que realmente había miles de posibilidades de que nunca volviese a verlos. Nunca. Comencé a caminar, acercándome a la portera que servía como entrada al picadero, esbozando una sonrisa. -¡Ven!- la llamé, partiendo al trote para recorrer los pocos metros que me separaban de nuestra posible escapatoria hacia los demás sitios del club. Observé con atención el cerrojo que nos mantenía cautivas en aquél pequeño lugar. Era diferente al que estaba acostumbrada a ver, pero supuse que no sería tan complicado. Por otro lado, era la única alternativa que teníamos, pues el saltar las vallas apenas y era una opción que los caballos de salto podían considerar.
-¿Tienes idea de cómo abrir ésta cosa?- pregunté, acercándome a la cerradura en cuestión. Sin lugar a dudas era mucho más compleja que las del rancho, ya que todavía recordaba como el salir de mi box era una tarea increíblemente fácil y rápida.
-¿Tienes idea de cómo abrir ésta cosa?- pregunté, acercándome a la cerradura en cuestión. Sin lugar a dudas era mucho más compleja que las del rancho, ya que todavía recordaba como el salir de mi box era una tarea increíblemente fácil y rápida.