Había pasado un buen rato ya, pero supuse que no tenía otra alternativa más que esperar pacientemente, aunque la paciencia no era mi mayor atributo. Una joven apareció, miró los papeles que habían dejado los transportistas y tomó el bozal que se encontraba sobre la puerta de la pista e ingresó a ella, dirigiéndose a mí. Al principio bufé, rodeándola mientras la miraba detenidamente. - Gracias por el halago -dije deteniéndome. Cierto era que cada palabra como aquellas me llenaban más y más el terrible y gran orgullo que tenía- voy a suponer que pretendes sacarme de aquí y llevarme a unos establos, ¿no es así? -me acerqué a la chica con un paso algo lento, pero seguro y firme, con la cabeza en alto. Una vez que quedé frente a la muchacha, ofrecí sumisión en cuanto quisiera colocarme el bozal, pues ya estaba harta de esperar allí dentro de la pista. Luego podría recorrer mi nuevo hogar y conocerlo detenidamente. Esto significaba un nuevo comienzo, nuevos lugares, nuevos dueños, nuevos caballos... y tal vez, ¿me sería posible, esta vez, hacer amigos? Quería creer que así fuera. Si bien entrenar me encantaba, jamás me habían dado oportunidad para socializar demasiado, al menos no hasta el punto de poder tener amigos, lo cual me incomodaba y perturbaba un poco cuando lo pensaba. No es que no quisiera tenerlos, simplemente no había tenido la oportunidad.
Clup Hipico