-Ah que cruel, señor caballero, y yo que estaba tan ansiosa por escuchar... Y por ver también- Dije, bromeando. -Aunque es mejor verlo con mis propios ojos, si me contases me arruinarías la "sorpresa" ¿verdad?- Pregunté, mientras una sonrisilla amable se dibujaba en mi rostro. Seguí caminando, con mucho cuidado, siguiendo a Perseo. La temperatura comenzaba a disminuir, más y más, a medida que avanzábamos. Y admito que el paisaje se iba haciendo cada vez más pobre por la altura... Cuanto más alto estaba, menos de esas bellas flores rosadas y especies herbáceas había. Pero éso mismo al parecer no me importaba demasiado, fijaba mi mirada cada ratos en el semental castaño. Una extraña sensación recorría mi cuerpo aunque no le dí importancia, claro está, estaba fijándome en el camino, de no caerme ni nada por el estilo. Desvié mi mirada por un segundo hacia el cielo y escuché un extraño sonido de cascos delante de mí. Me volví hacia Perseo y ví cómo caía en un agujero. Cuando cayó no pude ni siquiera verle en dónde cayó, pero sí escuchaba todo y escuché un agudo relincho del semental. -¡¿Perseo?! ¡¿Perseo?! ¿Estás bien?- Pregunté, con el brillo de la preocupación instalado en mis ojos. -Ahora bajo, espera ahí- Dije mientras bajaba con mucho, muchísimo cuidado, por el agujero. Aunque, mucho cuidado, mucho cuidado, pero al final terminé resbalándome y fué como un tobogán peligroso aunque llegué sana y salva a donde estaba Perseo. Y vaya espectáculo de terror que ví al verlo tumbado, con una pata lastimada, mientras luchaba por no cerrar los ojos. Y ahí llegó el borde de la preocupación en mí. Salí corriendo hacia él y al llegar me arrodillé lentamente y le dí unas palmadas en el cuello. -¿Me escuchas...? ¿Estás bien?- Pregunté, con un tono de preocupación muy fácil de detectar.