El camino de la montaña.

Me quité las botas, y me remangué los pantalones que llevaba hasta por encima de la rodilla.
Le quité el equipo a Chip.
-Pero not e alejes ¿vale?- dije mordiéndome el labio inferior.
Metí los pies en el agua sentandome en el suelo, y sentí al instante un escalofrío recorrerme la espalda.
El agua fresca me vendría bien, había sudado galopando con Chip.
Me giré a mirar a Chip, y le sonreí.
-¿Tienes miedo?- le dije, provocándole

Me sacudí una vez me quitó todo de en sima- yo, ¿miedo de qué? -refunfuñé con una sonrisita algo juguetona. Me apresuré a colocarme detrás de ella y empujarla hacia el agua, con cuidado de no lastimarla. Una vez dentro del lago, también me metí, soltando un fuerte relincho ante el contacto con el agua fría.

Chip me respondió emoujándome dentro del agua cuando estaba desprevenida.
Grité al ver mi ropa empapada y le mire con cara de enfado fingido.
Sonreí al oirle relinchar cuando se metió dentro, y rei, suergindo mi cabeza en el agua

Hice coro a sus risas con mis relinchos de felicidad. Aproveché para beber un poco de agua y luego la busque cuando se sumergió en el agua- eh, ¿dónde estás? -no lograba ver bien a causa de todo el movimiento que habíamos echo- ¿Sarah? -caminé un poco, despacio por si las dudas, dentro del lago, metiendo levemente mi cabeza para intentar mirar, sintiéndome algo ridículo.

Chip empezó a buscarle y yo salí de pronto, de debadjo del agua, intentando asustarlo, agarrandome a su cuello.
-Te pille,- dije escuchando sus relinchos, que me hacían sentir euforica.
Estaba entusiasmada por lo bien que me llevaba con él en el poco tiempo que llevabamos conocidos.

Me sobresalté en el momento que salió del agua sin embargo, unos segundos después, me moví con rapidez hacia un lado, dando una vuelta, sumergiéndome un poco y aprovechando el impulso para subir a Sarah a mi lomo. Relinché nuevamente y comencé a galopar por el agua hacia la cascada para pasar por debajo y mojarla nuevamente, aunque ya estaba completamente empapada.

Chip giró y del imppulso acabé boca bajo sobre su lomo. Me agarré a sus crines y me coloqué rapidamente. Cuando vi sus intenciones de dirigirse a la cascada pensé que se sorprendería al entrar. En los días soleados como hoy el sol se reflejaba en el interior, dandole reflejos naranjas a toda la cueva, y en las noches de luna llena los rflejos cambiaban de color volviendose blancos y azules

No había prestando mucha atención, sólo quería mojar a Sarah, pero al pasar por debajo de la cascada me quedé atónito, no le daba crédito a mis ojos. Fuera como fuera, esa cueva parecía mágica, estaba tan iluminada por dentro que no parecía real- ¿Y esto... ? -me sacudí un poco, mirando a Sarah y de nuevo la cueva.

Cuando entramos la cueva estaba mucho más hermosa de lo que recordaba. Vi como Chip me miraba.
-¿Impresionado?- dije sonriendo. Agaché mi cuerpo rozando el agua, más caliente allí dentro, y provocando un montón de surcos con reflejos naranjas en la superficie.
-Aquí está más caliente. Porque el sol pasa a traves del agua y intensifica su luz, provocando más calor, que calienta el agua.
Le dije a Chip como si estuviese hablando con uno de mis compañeros de clase.

Ladeé la cabeza, todavía un tanto atontado y confundido por la explicación de Sarah- Creo que con decir que el agua está más aliente, me basta y me sobra -bromeé, tocando su pié con mi morro- pero gracias de todas formas -reí, satisfecho, mirando todo con ojos llenos de euforia- ¿vamos a ver más adentro? -pregunté entusiasmado. Aquella cueva parecía sacada de un cuento de fantasía.

Chip me miró con cara atontada.
Reí, cuando tocó mi pie con su morro, y le di unas palmaditas en el cuello.
-¿Quieres seguir explorando?- nunca me había adentrado en aquella cueva, pero una aventura era una aventura.
-Pero no demasiado, que luego se nos hará tarde, y solo llevo una linterna.- había pensdo en todo.

- Hum, está bien, entonces ¡apresurémonos! -comenté y comencé a andar al trote, corto y pisando firme ya que durante un buen trayecto el suelo rocoso estaba algo húmedo, mojado. Pero a medida que íbamos más lejos sólo estaba algo húmedo. La cueva se hacía oscura, pero no tanto, aún tenía ese brillo mágico- Cielos, aún no creo que sea verdad, que belleza -admití, mirando de un lado al otro, pero sin perder la concentración en dónde pisaba, para no hacer líos.

La cueva se iba oscureciendo poco a poco cuanto más nos adentrábamos.
-¿No es espectacular?- dije, refiriéndome a los reflejos que aun llenaban de luz las paredes.

No quería alejarme mucho, pues no podía arriesgarme a perdernos allí dentro.
Encendí la linterna y iluminé hacia delante intentando ver la salida, si es que la había.
Una luz blanca al final de la cueva parecía indicarme que sí.

Sentí algo preocupada a Sarah, aunque no parecía nada grave. Vi cómo iluminaba un poco más el camino con su linterna. ¿Realmente había una salida? Cielos santos. Seguí al paso, acercándonos cada vez más.

Nos acercábamos a aquella luz blanca.
"Asi es como se debe sentir uno al morir", pensé sarcástica. Acaricié una y otra vez a Chip en el lateral derecho de su cuello, supongo que para tranuilizarme a mi más que a él, mientras que la luz se iba agrandando.

Sentía su mano un tanto temblorosa al acariciarme, sentía a Sarah un tantito nerviosa, por lo que relinché suavemente con la intención de calmarla- No te preocupes, todo está perfectamente -aunque había algo un tanto extraño, una sensación que no me hacía gracia, pero tal vez era las ansias por saber que había más adelante.

Chip relinchó suavemente y me tranquilicé al oirlo.
-Buen chico, Chip.- dije dandole un toquecito para ir algo más rápido y salir de allí.
La luz se hizo enorme y un boquete se abrió en medio de la nada, dejando paso a un valle, con flores y arboles pequños.
Estaba rodeado por un muro circular de piedra, como si fuera un cañon. Miré hacia arriba y efectivamente vi como estabamos en un "hoyo".

Se había dejado ver un gran valle, lleno de preciosos colores y aparentemente "secreto" pues no había forma de entrar en él si no era por la cueva.- Que maravilla -exclamé impresionado.

Sentí una ola de calor cuando entramos por completo en aquel hermoso lugar.
-¿Te gusta, Chip? No sabía que esto estaba aquí.- le dije mientras desmontaba.- Es precioso.
Lo acaricié y me arrodillé en el suelo.

- Es muy lindo, incluso en invierno debe hacer calor en un lugar como este... -miré detalladamente el lugar,intentando buscar alguna señal de vida. Me pegué a Sarah para darle un empujoncito- ¿vamos a investigar? -pregunté curioso y entusiasmado.

Me levanté despues del empujoncito de Chip, y vi un pequeñísimo riachuelo.
-Anda, ya sabemos de donde viene a humedad de la cueva.
Estábamos rodeados de paredes, y me daba la sensación de estar encerrada.
-No comas nada de aquí dentro, podría ser algo venenoso, y no quiero que te ocurra nada malo...- dije poniendome algo más seria.- Si eso pasara, tendría que volver andando...- dije con una risa, y bromeando.

Me uní al coro de sus risas con mis relinchos, dando algunos pasos con la intención de adentrarme. Miré a Sarah, algo dudoso- Al menos puedo beber agua, ¿verdad? -pregunté, señalando el riachuelo.

El trayecto del club al comienzo de la ruta era bastante largo, así que al llegar a ese punto le pedí a Pik que se detuviese, acariciando su cuello y acercándome un poco más a este. - ¿Qué dices? ¿Vas un poco más cómodo? -pregunté, dispuesta a cambiarle la brida si la respuesta era negativa. Sabía que tarde o temprano tendría que acostumbrarse, pero no permitiría que fuese incómodo las cuatro horas, aproximadamente, que nos quedaban por delante. Menos aún considerando que era un terreno bastante difícil de transitar, y arriesgado también. Dejé las riendas bastante sueltas para aliviar un poco aquella sensación incómoda que seguro tendría, haciendo una mueca.

No iba a ser fácil, sabía que no y de ser la situación algo diferente, probablemente ya ni Sophie seguirí sobre mi lomo, pero por algún motivo sentía que se lo debía. Agradecía, ciertamente, toda su paciencia y dedicación que le ponía a mi entrenamiento, porque eso parecía ser, el entrenamiento de un potro caprichoso y maleducado. Decidí seguir, luego que aflojara las riendas, al paso, acelerando poco apoco hasta un trote no tan largo, pero con buen ritmo, suave y bien cómodo, pisando firme sobre la superficie del terreno, manteniendo la cabeza y cola en alto en todo momento.

Le agradecía todo el esfuerzo que Pik hacía constantemente por seguir las que parecían órdenes de mi parte. Más allá de que ambos estábamos trabajando duro, me había alegrado muchísimo ver como el semental estaba dispuesto a tragarse un poco aquél orgullo que tenía e intentar mejorar en algunos aspectos. Le di unas caricias y luego me concentré en seguir el ritmo del semental, observando constantemente el paisaje que nos rodeaba. - Hoy es un día perfecto para esta ruta -aseguré, esbozando una sonrisa. Hacía calor, pero afortunadamente había previsto ese detalle, trayendo agua entre otras cosas en la mochila que cargaba en mis espaldas- cuando te canses, paramos, ¿sí? -le dije, sonriente, mientras me moría de entusiasmo por llegar a una de las zonas más altas, dónde decían que las vistas eran increíbles.