Acompañé su galope con flexibilidad, acoplándome perfectamente a él y a la elegancia con la que se movía, aquella facilidad con la que se impulsaba, aquella rapidez que era capaz de obtener en cuestión de segundos. Sentía como apenas y rozaba el suelo para impulsarse y seguir con aquél ritmo del galope. -Eres el caballo más cómodo que he probado, está totalmente comprobado- le confesé, riéndome levemente. Fui soltando lentamente las riendas, extendiendo mis brazos a modo de cruz y cerrando mis ojos, sintiendo el viento golpear en mi rostro con suavidad, inundándome con aquella poderosa sensación de libertad. Finalmente me acomodé nuevamente, tomando las riendas pero dejándoselas sueltas, dejando que Sadik galopase un poco más, llegando ahora finalmente a la playa. Le pedí trote, para llegar con un buen ritmo, pese a que estaba consciente de la gran resistencia del equino, prefería no exigirle tanto. -Soo, chico- le dí unas caricias, retrasando mi espalda para pedirle paso y que se detuviese finalmente. Desmonté, abrazando el cuello el semental, para luego tomar sus riendas y observar el agua. -¿Qué dices, campeón, te apetece un baño?- pregunté, soltando una risa. El sol seguía alto en el cielo, por lo que no dudaba que pudiese llegar a tener calor; ya que al menos yo sí lo tenía, pese a la galopada.