Le sonreí al precioso semental, sosteniendo las riendas. Me descalcé y dejé los zapatos en la orilla, a salvo de la humedad del mar. Luego, avancé unos pasos, dándole apenas un tirón muy leve a Sadik par que me siguiese, acercándome a la orilla. El agua estaba fresca, no demasiado fría, además de que apenas y soplaba una brisa marina muy leve. Le sonreí a Sadik, ingresando un poco más al agua, pero dejándolo suelto ahora para darle total libertad, que él decidiese si quería seguir entrando o no. El agua me llegaba hasta un poco más de la rodilla y se sentía extremadamente bien. -Ven, precioso- lo llamé, desde adentro del agua, con voz dulce y amigable, la misma que solía dedicarle a él. En cuanto se acercó un poco lo salpiqué con mi mano, riéndome levemente. No sabía si me convenía aquél juego, ya que con su peso me podía empapar de piez a cabeza. Aún así, decidí jugar mi suerte y comencé a mojarlo ahora con las dos manos, asegurándome de que el agua fuese dirigida hacia sus flancos y su dorso, no hacia su rostro, para evitar cualquier problema.
Clup Hipico