Me reí un poco, sin embargo no me moví. Mis mejillas se tiñeron de un color rosáceo ante su comentario. - Mira quién viene a hablar -mascullé en voz baja, tan baja que incluso creí que quizás no me hubiese oído. Me quedé allí, cómoda, pues a pesar de todo mi cuerpo parecía estar hecho a la medida de Edward, pues encajábamos perfectamente.
Clup Hipico