Prado norte

Dirigí ahora mi mirada a Layla, mientras esbozaba una sonrisa. - Parece un muy buen poni -observé, haciendo una seña con mi cabeza hacia el amigo de Montse, a pesar de que no era necesaria tanta aclaración. Ciertamente, una opinión de Layla me vendría genial antes de tomar una decisión sobre el tema, sin embargo me plantee esperar antes de preguntar que pensaba sobre la idea de comprarlo, en caso de que estuviese en venta y lográramos congeniar bien, claramente- me pregunto qué tal será montado -dije en voz baja, casi para mí mismo, dejando aquellas palabras sueltas, observando todavía con suma atención al poni negro. Dejaría primero que se habituase a la Hípica antes de llevarlo a un terreno diferente como sería montarlo, pues poniéndome en su lugar, lo que menos querría era que me arrebataran la libertad que tanto tiempo había tenido en cuestión de tan poco tiempo. Acaricié el morro de Pampa, que todavía estaba detrás de nosotros y jugueteaba de forma desinteresada con mi camiseta, dando pequeños tirones leves de forma tranquila.

-Lo es- admití con una gran sonrisa, de ésas que sólo aparecían cuando Ethan estaba a mi lado. Le dediqué una mirada a mi poni, acariciándole su suave y bien cuidado pelaje con suavidad, feliz de verla a ella alegre por encontrarse de nuevo con su viejo amigo. -Parece ser que el criadero del que vienen los dos es bastante bueno- marqué en son de burla, pero había más sinceridad de lo que aparentaba mi tono de voz en aquellas palabras. Pude notar la frecuencia con la que le dedicaba miradas al poni negro, lo que ocasionó que me tuviera que morder el labio para contener una risita que luchaba por salir, pero me contuve. Quizá se tratara de la simple alegría del reencuentro, pero quién sabe. -Te mantendré vigilada, pequeña- bromeé, mirándola como si fuéramos hermanas.

Miré con curiosidad al poni negro, nuevo por aquí. Le resté importancia, tirando bruscamente de la ropa de Ethan, lo suficiente para tirarlo al suelo. Relinché de forma burlona, riendo y salí al galope a juguetear por allí.

Relinché quejosa ante las palabras de Lay, pero terminé por reír, dándole unos toquecitos cariñosos, apoyando, luego, mi cabeza sobre la de mi amiga, y moviéndola un poco para despeinarla.
Reí al ver lo que Pampa hizo, escapando previamente a su 'crimen'. Volví a mirar a Bev, luego a Ethan, mi cabeza que estaba sobre la de su novia la deposité en su hombro, resoplando suavemente.

Acabé cediendo ante los tirones de Pampa, apoyando mi brazo en la hierba como acto reflejo para evitar exagerar más aquella pequeña caída. Comencé a reírme, frunciendo el ceño luego mientras observaba a Pampa de forma casi desafiante; fijamente. - No me busques, porque no respondo de mis acciones -advertí, tratando de que mi voz tomara un tono serio, lo suficiente como para que pudiera tomarse éso como una amenaza, a pesar de que claramente era en broma. Me volví a reír, sin quitarle la mirada de encima, viendo lo que hacía. Finalmente busqué a Sombra con la mirada, sólo para asegurarme de que efectivamente siguiera en el prado, cosa que confirmé en unos pocos segundos, volviendo a observar al caballo, sonriente, feliz por tenerlos, por poder decir que eran mis amigos. Finalmente despegué la vista de él, para clavarla en Montse, sonriente. Era una poni preciosa, sin mencionar que además tenía un buen carácter. Pasé mi mano suavemente por su frente, despacio, con cuidado de no resultar brusco ni asustarla en ningún sentido.

Olisqueé su mano y la mordí, pero no con los dientes, sino de forma juguetona, con mis labios, intentando que aquellos dedos no escaparan de mi boca. Hice lo mismo con su ropa, y con su rostro, divertida.

- Me estás babeando -me quejé, divertido, dándole un empujón muy leve a modo de juego; tan leve que ni siquiera logré que se tambaleara. Me reí, mientras negaba con la cabeza y me arreglaba la camiseta, que para aquellas instancias ya estaba más estirada de lo normal gracias a los tirones de Pampa y la amable colaboración de Montse. Normal, no podía esperar que la ropa quedara intacta luego de ir a montar, y quitando que siempre quedaba impregnada de pelos, generalmente las camisetas se estiraban.

Relinché, haciendo coro a su risa. Dejé de morder durante unos minutos, con la intención de dejarlo en paz, pero al rato volví a juguetear, esta vez con su cabello, que estaba a la altura de mi cabeza, intentando no babosearlo.

Al final la dejé, pues no me molestaba, al contrario, me sorprendía la forma en la que tenía cuidado de no babosearme ni tirarme demasiado. - Así está mejor -bromee, mientras acariciaba su cuello, levantando bastante mi brazo para llegar hasta allí. Observé ahora a Bev, mientras le hacía señas a Montse, como insinuando que realmente se notaba que estaba feliz; más que feliz de verlo. Y éso, posiblemente dijera a la misma vez otra cosa. Más que amistad, claramente. Hacían una buena pareja, no había razones para negarlo y era algo que podía notarse con claridad, pues se notaba que congeniaban muy bien.

Miré con curiosidad a Ethan, ladeando un poco la cabeza. Parecía ver lo mismo que Layla, lo cual no sabía si era bueno o malo, pero ciertamente no me agradaba mucho la idea. Oculté mi cabeza en su espalda, algo tímida, empujando al muchacho levemente.
- No es lo que crees -mentí, algo divertida. Observé nuevamente a mi viejo amigo, asegurándome que no notara aquello.

- ¿No? ¿Segura? -pregunté, con un deje pícaro en la voz. Asentí con la cabeza, como dándole a entender que no haría más alusiones al tema, al menos no cuando su amigo estuviese tan cerca. Solté una risita al sentirla empujando mi espalda, mientras paseaba mi mirada entre los dos ponis- estás muy feliz porque se quede, ¿verdad? -pregunté, mirando ahora a Montse, sabiendo perfectamente que la respuesta sería un sí claro y sin titubeos. No lograba imaginar lo raro y bueno a la vez que sería encontrarte con un viejo amigo que pensabas no volver a ver jamás, y de aquella forma, casi casual, donde perfectamente podrían no haberse encontrado.

Asentí, insegura ante aquellas palabras, refunfuñando. Moví mi cabeza desde su espalda hasta su hombro, mirándolo de reojo.
- ¡Claro que estoy feliz! -exclamé en un relincho alegre, riendo levemente y alejándome un poco para tumbarme detrás de ambos jinetes.

Me reí ante la obviedad de su respuesta, pues era lo que me esperaba, ni más ni menos. Y se notaba, ni siquiera habría sido necesario aquél relincho para que la alegría que desbordaba la poni fuera notoria, porque su rostro se veía iluminado de forma peculiar. Y por ésa misma razón, sospechaba, al igual que Layla, que allí había algo más. No lo podía asegurar, ni pondría las manos en el fuego para asegurarlo, pero realmente era una sospecha muy grande. - Ya veo -mascullé, mientras esbozaba una sonrisa ladeada, traviesa.

Volví a ocultarme en su ropa, aunque algo más abajo, pues estaba en el suelo.
- Deja de acusarme, Ethan -pedí, ante aquél tono, riendo un poco, pero algo nerviosa. Mordí su ropa y tiré de ella, imitando las acciones de Pampa, sólo que mis intenciones no eran tirarlo al suelo. Relinché, algo divertida y me dediqué a buscar algo en sus bolsillos, esperando encontrar alguna golosina, o al menos un trozo de zanahoria. Miré al jinete, y seguí con mi búsqueda.

Solté nuevamente una risa, asintiendo con la cabeza, mientras clavaba mi mirada en la hierba.
- Entiendo. No te dejaré en evidencia, muchacha, puedes estar tranquila -aseguré, mientras dejaba que siguiera con el trabajo que Pampa había comenzado, sin moverme apenas, más que por los leves tirones de Montse en mi ropa. Sentí su morro husmear en mis bolsillos, a lo que le facilité la tarea y busqué yo mismo alguna golosina, encontrando unos pocos terrones de azúcar- ten -le ofrecí, extendiendo la palma de mi mano con ellos allí, esperando que los aceptara para ver si encontraba algo más que darle.

Los comí con gusto, un tanto más contenta.
- ¡Azuquitar! -exclamé, como una niña pequeña, riendo y volviendo a mirar a Ethan, vigilando en caso de que hallara algo más dentro de sus bolsillos.

Busqué en el otro bolsillo de mis bermudas, encontrando finalmente una pequeña bolsa con trozos de zanahoria. Observé ahora a Montse, con gesto algo pícaro, mientras me fijaba cuántos trozos de zanahoria había allí dentro. - Son muchos -avisé, mientras le mostraba la bolsa, cerrándola luego- no te puedo dar todos, acabarás siendo una poni obesa -bromee, sacando un trozo y ofreciéndoselo, llamando a Pampa para darle a él también, mirando al poni negro y extendiendo mi mano con un trozo para él- tómalo -sugerí, mientras dejaba que comiese el trozo de zanahoria y le ofrecía otro más a Montserrat, sonriente.

Refunfuñé, empujándolo levemente.
- Vamos, no seas malo Ethan, voy a morir de hambre -dije, comiéndo alegre la zanahoria- estoy... ¡estoy famélica! no me vas a dejar así de flacucha, ¿o sí? -bromeé, tomando el otro trozo que me había ofrecido. Me hice la distraída, e intenté quitarle la bolsa en varios intentos.

- Pero que poni más glotona -bromee, mientras abrí la bolsa y sacaba algunos trozos, mostrándoselos a Montse- ¿los quieres? -pregunté, con tono tranquilo, incluso inocente- una lástima que no vaya a dártelos... -mascullé, guardando nuevamente los trozos de zanahoria en la bolsa y dejándola bien sujeta por mi mano derecha, esbozando algo parecido a una mueca "malvada". Los intentos de la poni por quitarme la comida no me sorprendieron, sin embargo traté de sostener lo más fuerte las golosinas, hasta que se me resbaló y no pude hacer nada para evitar que se las quedara- ¡oye! -grité, riéndome, mientras esperaba con vanas ilusiones que volviera a devolverme las zanahorias. Finalmente me rendí, observándola, pues después de todo no era nada importante y zanahorias tenía muchas más.

Refunfuñé nuevamente cuando guardó la bolsa, y reí, malvada al igual que él, cuando la conseguí. Antes de poder comer algo, volví hacia Ethan y se la enseñé, como a punto de entregársela.
- ¿La quieres? -pregunté, divertida- es una lástima que no vaya a devolvértela -reí y me alejé con la bolsita llena de trozos de zanahoria, pero no comí todos, pues no sería tan mala como para no dejarle nada a Pampa, Sombra y Bev, que de segura también les gustaría degustar algún que otro pedazo. Volví por detrás de Ethan y apoyé las golosinas sobre su regazo.

Después de hacer recuento de los lugares por los que ya había pisado en mi visita improvisada me dirigí a un extenso y verde prado.
Llegué a un trote juguetón y enérgico mientras olisqueaba gracioso la hierba que me rodeaba.
Solté un leve relincho y comencé a pastar en tranquilidad. La hierba estaba deliciosa. A continuación de trotar un poco comencé a galopar suavemente con unas zancadas decididas y firmes pero cargadas de agilidad y gracia al mismo tiempo. Mis crines al igual que mi cola se movían orgullosas e inconscientemente.
Con siempre la mirada alzada continué galopando libremente y soltando un par de coces y formando unas levadas de vez en cuando.

Estaba tan distraída corriendo, que casi no logré percibir que había un semental castaño a pocos metros de distancia. Solté un relincho similar al claxon de los automóviles cuando los frenos les fallan y giré bruscamente, justo a tiempo para no golpear de lleno. Relinché, sumamente divertida por aquello sin que me extrañara mi comportamiento. -Hola- saludé alegremente, sacudiendo mi cola de un lado a otro mientras aminoraba el paso para ir de nuevo a su encuentro. -Lamento no haberme fijado por dónde iba- me disculpé con sinceridad, con un brillo de curiosidad por saber quién era aquel caballo que no había visto antes por los alrededores.

Traté de esquivar a la yegua aún que apenas funcionó, así que ella fue la que lo hizo y por eso le estaba agradecido.
- Hola - Dije aminorando el paso y colocándome frente a ella de una manera amistosa. - No te preocupes, yo tampoco es que vaya sobrado de reflejos - Comenté con sinceridad y gracia.
La observé de los cascos a las orejas - Me presento - Comenté - Soy Taloubet Z, se podría decir que soy un nuevo equino en el lugar - Añadí mientras movía curioso mi cola, pues tenía curiosidad por saber quien era la yegua.

-Bien, de que eres nuevo ya me he enterado- sonreí con cierta timidez, pero manteniendo la postura siempre para darle de mí la mejor de las impresiones que me fuera posible. -Soy Sombra, y el chico que ves ahí- me giré y señalé el lugar exacto donde estaba Ethan junto con Layla y los ponis -es mi dueño...con su novia- solté un relincho bastante agudo a modo de risotada, puesto que por algún extraño motivo el sólo pensar en un amor más allá de amistoso me ponía nerviosa y por consiguiente, histérica y risueña.

Miré con una cara un tanto rara primero al humano, después a la que parecía ser su novia. Hablaban entre sí a base de cuchicheos primero, y a continuación la chica se refería a Montse y a mí con términos algo...raros. ¿Qué traerían entre manos? Me quedé en silencio un buen rato, todavía frente al chico hasta que vi a éste caer y a Montse arrebatarle las golosinas. Corrí detrás de ella y pasando a su lado sin hacer ninguna especie de ruido con mis robustas y fuertes patas, le saqué la bolsa del hocico y la mordí con fuerza para galopar de regreso con Ethan. Lo miré triunfal, como ofreciéndole sus zanahorias, a manera de perro de caza que siempre regresa con su presa.