-Vamos, entonces- asentí, suspirando. Mientras avanzábamos, el silencio tan sombrío parecía de muerte, me daba la impresión de que asistíamos al funeral de algún ser querido o algo por el estilo. Bufé y sacudí negativamente mi cabeza ante aquel funesto pensamiento, andando hasta llegar a la entrada de la cueva. Parecía ser bastante acogedora y lo suficientemente amplia como para entrar los dos bien cómodamente, respetando cada quien el espacio íntimo del otro; cosa que definitivamente venía siendo muy necesario dado el caso tan tenso que se presentaba entre los dos. Entré a la cueva y la analicé por dentro a detalle, esperando pacientemente a que mis ojos terminaran de acostumbrarse a la escasa luz que lograba llegar desde el exterior, percibiendo así los detalles del que sería nuestro refugio hasta que pasara la nevada. Su voz me sacó del escrutinio al que sometía a la cueva, llegándome de golpe aquellas palabras. "Algo". Un "algo", a como íbamos, podría bien significar cualquier cosa, lo que me puso nervioso de sobremanera, acelerando de un modo desenfrenado mi corazón tanto por las palabras mencionadas como por la cercanía a la que me veía casi obligado a guardar: aquella distancia tan pulcra y digna ahora me parecía excesivamente poca, pero no necesariamente por estar con ella sino por el temor a lo que diría. Mi miedo a lo desconocido se había incrementado notoriamente sin estar plenamente consciente de ello, pero lo pasé por alto. Mi mente rápidamente comenzó a especular las miles de cosas que podrían pasar por un "algo", mirándola entonces de reojo como acto reflejo. Y ahí mis ojos se detuvieron, contemplándola; algo que jamás me había detenido a hacer. -Creo que yo también- mascullé a regañadientes, como si aquellas palabras pesaran mucho al salir de mi boca, cosa que probablemente hicieron. Ahora me veía metido entre la espada y la pared, dándome cuenta realmente de mis sentimientos por ella. Sí, la quería con locura. Sí, sí, sí; era la única palabra que pasaba por mi mente, acelerando no sólo mi latido sino mi respiración. Aquellos bellos ojos y sus dulces palabras que se habían dedicado a consolarme recién nos habíamos conocido ahora me parecían las cosas más hermosas del mundo, enterándome también de que definitivamente, estaba enamorado de Shawna.
Clup Hipico