Prado norte

No. No sucedía nada. ¿Acaso era ésa la respuesta que necesitaba? ¿La conclusión a la que quería llegar? No sucedía nada, nada entre nosotros. Mi mente decía y repetía eso una y mil veces, y creí tragarme ésa historia, convencerme de que efectivamente así era. Sonreí falsamente, tratando de abandonar esa actitud extraña de mi parte. Seguí avanzando, sin dar importancia al tema, sin querer darle importancia al tema que en realidad era diferente. Su pregunta me sacó del hilo de mis pensamientos, por lo que tuve que hacer una pausa para lograr formar una buena respuesta. - No -respondí. Un no seco, fácil, no había más que agregar, sin embargo no logré evitarlo- ¿qué podría suceder? -repliqué, frunciendo el ceño. La pregunta era que sucedía, efectivamente, pues a pesar de que mi mente quisiera convencerme de algo, la idea seguía revoloteando incansable por allí.

-Absolutamente nada malo- bueno, era verdad. Al menos, éso era lo que podría asegurar yo. Por su parte...no tenía nada en claro. Bufé, tenía que dejar eso a un lado; el ambiente se estaba tornando demasiado tenso e incómodo gracias a aquel pequeño incidente. Me dieron ganas de salir corriendo, o por lo menos estar moviéndome de algún modo para distraer mi mente y alejarla de aquellos pensamientos que de un modo tan insistente rondaban por mi cabeza. Por lo menos, ahora estaba agradecido que mi mente no se enfocara única y exclusivamente a pensamientos tristes y sombríos respecto a mi amiga difunta.

- Bien -concluí, frunciendo el ceño. Seguí avanzando, sólo que ahora tomé cierta distancia, adelantándome un poco a los pasos de Tornesch. Debería poder organizar mis ideas, sin embargo no era así- ¿entonces sucede algo bueno? ¿o simplemente sucede algo? -pregunté finalmente, haciendo una pausa sin emitir sonido alguno, atenta a la respuesta que esperaba de parte de Tornesch. Claramente, algo pasaba. Éso era lógico. Y no sólo él estaba pensando en ciertas cosas, yo tenía la cabeza hecha un lío y no estaba precisamente segura de que éso me agradara demasiado. La simple idea de que éso pudiese estar pasando me revolvía el estómago.

Noté que se alejaba, sin ofenderme por eso ya que seguramente yo haría lo mismo. Caminé detrás de ella, manteniendo exactamente la misma distancia que ella había decidido tomar ante una situación tan poco ventajosa como lo era aquella. También así pude saber que ella estaba pasando más o menos por lo mismo que yo, su tono de voz cargando ligeramente con ansias y nerviosismo. Tragué saliva antes de responderle para aclararme la voz. Recordé entonces el hecho tan minúsculo e insignificante por el cual se habían originado nuestros estados de ánimo, lo que me hizo replantearme bien el motivo de tanta incomodidad. Ciertamente, no tenía sentido, pero tenía la sensación de que últimamente nada en mi vida iba teniendo sentido alguno o por lo menos algo de lógica. Sonreí tontamente ante aquel pensamiento, recordando que algo tenía que responderle a Shaw. -Depende cómo lo veas- suspiré.

Depende de cómo lo viera. Genial. Y sí, claro que tenía razón. Podía verse como algo bueno, considerando la idea de que quizás si fuera probable que sintiera algo por Tornesch, podría ser bueno en el sentido de que él era un excelente caballo y que ése tipo de compañía nunca estaba de más. Y podría estar mal considerando que él podría no corresponderme y que el hecho de encariñarme con alguien más, considerando que en cualquier momento podría perderlo era... Abrumador. El hecho de que todos los métodos que había tratado de usar para descartar aquellas ideas de mi mente fueran ineficaces tampoco ayudaba a tratar de ver las cosas con claridad. - ¿Depende de qué? -pregunté, confusa, hablando luego- ni siquiera sé con exactitud de qué hablamos. No sé si tú te refieres a... Lo mismo que yo -farfullé.

-Buen punto- sólo estábamos dándole rodeos al tema en lugar de ir directo al grano, evitando todo, lo que terminó por enfadarme. Podría pedirle que olvidara lo que fuera que estuviera pensando, pero por mi parte quedaría como alguien que se rendía con facilidad ante situaciones incómodas y yo había aprendido a que no tenía por qué ser así necesariamente. Alcé la mirada, que tenía gacha, para buscar la suya pues hablar con alguien sin verlo por lo menos indirectamente era bastante incómodo; pero oh gran error fue el mío que al mínimo contacto de nuevo sentí una descarga eléctrica recorrerme la espalda. Afortunadamente supe disimularlo y le sostuve la mirada por más trabajo que me costase. -¿Tú a qué te refieres?- mi tono de voz solamente reflejaba inocencia con aires inocentes e infantiles, lo que me hizo sonreír.

¿Qué se suponía que hacíamos? Nada. Ni siquiera estaba segura del hecho de que sucediera realmente algo con él, o fuera simplemente un espejismo creado por mi mente. La idea de haber confundido las cosas ciertamente era algo muy coherente. Y no, me negaba rotundamente a ser yo quien hablara, quien dijera aquello sin siquiera estar segura. No me arriesgaría a apresurarme y por eso acabar terminando una relación que estaba basada en algo parecido a la amistad. Observé a Tornesch, titubeante. - A nada -solté, suspirando luego, tomando una bocanada de aire. No me sentía mejor mintiendo ni ocultando detalles; pero sentía que era necesario- no importa, realmente... Son tonterías -finalicé, clavando ahora mi mirada en el frente, trotando, tratando de despejar mi mente.

Cuando la observé irse, me limité a frenar en seco en mi lugar. No la seguiría, para nada: sabía perfectamente cómo se sentía y no iría en pos de ella por una simple e inútil explicación. En lugar de eso, me tumbé al suelo, observando los diminutos pétalos del color de la flor de la lavanda revoloteando a mi alrededor tras haber caído súbitamente en el prado. Resoplé y me tumbé de lado, cerrando los ojos para intentar concentrarme. Decidí más juicioso y racional el fingir que nada había pasado, y esperaba de todo corazón que ella hiciera lo mismo; que nuestra amistad siguiera siendo lo que había sido hasta el momento anterior a aquel donde nuestras miradas se habían encontrado, y que no por tan sencillo malentendido todo se fuera al suelo. Para mí sólo había tenido un lado bueno, y era que mi mente estaba tan enviciada y puesta en pensar en sus ojos chocolate que ya ni se ocupaban de Indi, por lo que mi tristeza se vio repentinamente desplazada, lo que agradecí con toda el alma.

Sombra comentó:

Spoiler:

Asentí ladeando suavemente la cabeza.
Me coloqué con delicadeza y seguridad junto a un pequeño tronco que supondría la salida de la pequeña carrera amistosa - ¿Esta será la salida? - Pregunté curioso para confirmar que a Sombra le parecía correcto.
Estiré un poco las patas y el cuello para a continuación no sufrir dolores.
Dirigí mi mirada graciosa a la yegua, esperaba a que se posicionara junto a mi para después empezar con la carrera amistosa. La invité juguetón a que se colocara junto a mi, mientras movía con ansia mi cola.

-Claro- asentí enérgicamente con la cabeza, acercándome con un trote alegre y elegante con aires refinados, sin llegar a ser tan gentil como los de un caballo de doma pero por lo menos notoriamente ágiles. -Marca tú la salida- indiqué mientras seguía avanzando hasta quedar al costado de Taloubet. Ya había estado saltando y corriendo previamente, por lo que no estiré para nada y mantuve el oído sumamente aguzado, esperando nerviosamente la indicación de la salida mientras sentía la adrenalina correr por mis patas, con unas ansias y deseos competitivos que probablemente había heredado a mi madre. -Estoy lista- sonreí de oreja a oreja, dedicándole una leve mirada que duró apenas un par de segundos para de nuevo colocar mi mirada al frente, atenta; tanteando el terreno para calcular mi trayectoria a la perfección.

Me sentía realmente estúpida y desconcertada ante esas situaciones. ¿Qué se suponía que debía decirle? Incluso el simple hecho de observarlo me ponía los pelos de punta y aceleraba mi ritmo cardíaco. Me alejé al galope sin mediar palabra con Tornesch, sin siquiera cavilar en la idea de volver a su lado luego de haberme aclarado aunque fuese de una manera mínima. Dí vueltas al prado, galopando, alargando mi zancada y abarcando mucho espacio, dejando que el hormigueo se apoderara de ellas. El hacer de cuenta que nada había pasado ni pasaría no era mala idea, sin embargo, ¿cuánto? ¿Cuánto tiempo estaríamos rehuyendo a una simple charla y unas palabras aclaratorias? Era algo simple y sencillamente estúpido. Resoplé, deteniéndome, observando ahora al semental que se veía como un punto a la lejanía desde donde estaba. Me pregunté varias veces que me pasaba, sin embargo, siempre me llevaban a la misma respuesta y no estaba seguro de que eso fuera bueno. Me acerqué al lago y bebí un poco de agua, observando posteriormente mi reflejo.

Era realmente ridículo el que nos estuviéramos evitando de esa manera, realmente estúpido e infantil por mi parte, pero en realidad nada se podía hacer, tampoco; si ella e comportaba del mismo modo. Resoplé e intenté encontrar alguna especie de refugio en las lavandas que ahora me rodeaban por completo, disfrutando de su suave olor el cual me ayudó a relajarme por lo menos un poco. Estaba tumbado, por lo que la herida en mi lomo comenzó a punzarme de nuevo, lo que me obligó a levantarme a toda prisa. Mantuve una maldición dentro de mi garganta y me quedé cavilando en mis pensamientos sobre el qué decir o el qué hacer a continuación, si dejarlo todo por la paz o seguir adelante en aquel minúsculo pero colosal problemilla, hasta que se me ocurrió una solución, quizá práctica pero no sabía cómo lo vería ella. Avancé en un trote liviano y ligero hacia el lago, situándome a un puñado de metros de distancia, una longitud bastante razonable viendo el punto crítico en el que se veía nuestra relación. -Hagamos como que nada pasó, ¿de acuerdo?- murmuré, ansioso y con deseos de terminar aquello de una buena vez. Le dediqué una mirada de angustia y remordimiento, sin saber exactamente el por qué de ésos sentimientos. Obviamente, no me refería a olvidar todo lo vivido, sino simplemente aquel momento.

Ethan (Ukyo) escribió:Noté su mirada algo perdida en la inmensidad del cielo azul, por lo que sonreí. - Disfrutarás mucho aquí. Más de lo que crees, seguramente -dije con un tono de voz seguro, pero bajo, asegurándome de que él me escuchara- vivirás experiencias únicas -aseguré luego, arrancando hierba con mis manos, de forma tranquila y sin prestarle realmente atención a aquello, centrando mi mirada en el caballo- apuesto a que aún así debe ser difícil asimilar un cambio tan grande en tan poco tiempo -razoné, casi para mí.

Suspiré, sonriendo al ver a Montse tan feliz, con su optimismo desbordando por doquier. Solté una leve risa al mismo tiempo que me recostaba contra el tronco del árbol, notando cómo poco a poco iba anocheciendo, y por el mismo motivo la temperatura iba en descenso. Pero no dije nada, dado que no sacrificaría por nada del mundo ni un segundo para estar a un lado de Ethan, cuya compañía me daba la sensación de seguridad y protección que necesitaba. Descansé de nuevo mi cabeza en su hombro sin dejar de sonreír. -Crecen tan rápido- bromeé, refiriéndome al hecho de que mi poni parecía ya comportarse como doncella casadera. El simple hecho me hizo reír, pero también tuve que aceptar que aquella comparación era algo muy parecida a la realidad.

Observé también con cierta curiosidad la escena de Montse y su amigo. Ciertamente no dudaba en que la alegría pudiese ser demasiada ante un reencuentro tal, a pesar de éso la idea seguía dando vueltas en mi mente. Suspiré, mientras abrazaba a Layla y la estrechaba entre mis brazos, sintiéndome completo junto a ella. - Ya lo creo -respondí, asintiendo con la cabeza ante su comentario. Todavía me parecía raro el simple hecho de pensar en cuánto había crecido Sombra, por ejemplo. En cuanto habíamos avanzado en todo sentido- ¿no tienes frío? -pregunté, mientras observaba el cielo, ahora teñido de un color casi negruzco, donde el atardecer había dado paso a la noche hacía ya un buen tiempo. Una suave pero constante brisa soplaba, por lo que observé ahora a mi acompañante, esperando respuesta.

-Algo- admití, notando que mis brazos estaban relativamente más fríos a lo que estaban antes, lo que no me extrañó en lo absoluto viendo que estábamos a pleno aire libre, recién caída la noche, cuando el viento helado ya se dejaba sentir mientras soplaba por los alrededores en un vaivén suave y tranquilo. Me mantuve pensando un buen rato en el posible paradero de Montse y su compañero, esperando que no les pasara nada malo a ninguno de los dos. De hecho, dudaba mucho que pudiera ocurrir algo grave, pero dado el hecho de que el poni negro era literalmente medio salvaje, todo podría suceder.

- ¿Quieres que te lleve a tu casa? -pregunté, con tono tranquilo, tratando de dejar de lado aquella tristeza que me embargaba, de forma inevitable al saber que se iría. Claro, la vería al día siguiente seguramente, sin embargo ni siquiera de ésta manera lograba compensarlo. Esperé de forma paciente, mientras mis manos revolvían mi cabello alborotado gracias a la brisa que golpeaba en el prado. Observé ahora a Lay, clavando mis ojos en los suyos, sin dejar que mi sonrisa se desvaneciera. Todavía no lograba entender cómo había sucedido todo, no lograba comprender como la quería tanto, pero así era. Afortunadamente, así era.

-Pues sí, gracias- sonreí, dudando un momento al recordar el accidente de Nahiara, que por ahora la tenía incapacitada y sin poder montar a sus queridos caballos; como ya había logrado ver. -Aunque creo que tendré que dormir en la casa del perro, Nahiara está en muletas y no quiero incomodarla- me reí con ironía, recordando aquel cruel periodo de mi vida en el cual yo me había visto obligada a vivir del mismo modo del mi amiga; valiéndome en aquellos aparatos para poder dar un paso y cansándome con mayor rapidez de la usual. Me entristecía de algún modo el saber que no nos veríamos, por lo menos, hasta, al día siguiente; consolándome en el hecho de que nuestras despedidas nunca serían eternas o por lo menos muy largas, pero éso no podía dejar de incomodarme cada vez que indirectamente nos decíamos adiós.

Sus palabras me hicieron cavilar en detalles que no había tenido en cuenta antes. El accidente de Nahiara, claro, cómo olvidarlo. La noticia había recorrido la Hípica entera y ya la mayoría nos habíamos enterado de la lamentable situación que había tenido que vivir, por lo que entendía perfectamente lo que decía Layla. Quizás necesitara estar un tiempo sola, evitando los posibles problemas de una convivencia diaria con otra persona. - Sí, es cierto... -mascullé, pensativo, mientras trataba de buscarle una solución mental y rápida al nuevo problema que había surgido- no dormirás en la caseta del perro -me quejé, soltando una risa, negando luego con mi cabeza- ¿quieres que vayamos a mi casa? Puedes quedarte allí si quieres. Comemos, miramos alguna película... ¿Verdad que no suena mal? -bromee, a pesar de que la proposición iba bien enserio, esbozando una sonrisa torcida, observándola y esperando una confirmación.

No, no sonaba para nada mal. De hecho, me parecía una estupenda idea, por lo que no dudé en expresarlo en voz alta. -Genial- admití, sonriendo con sinceridad. Me puse de pie con rapidez y me sacudí cualquier trozo de hierba seca que se atrevió a pegarse en mi pantalón y en mi blusa, quienes quedaron limpios tras un buen rato. Lancé una mirada algo ansiosa al cielo, tan negro como solemne; contemplando las estrellas blancas en el firmamento que aquella noche lucía encapotado, sin ninguna nube que tapara o cubriera la magnificencia de los cuerpos celestes que resplandecían con su luz tenue.

*El cielo se comienza a nublar y empiezan a caer pequeños y blancos copos de nieve, que inundan en lugar cubriendolo de un manto blanca de nieve *

Llegué,triste y sin poder parar de pensar en esa imagen:Jesús y otra chica,juntos,agarrados de la mano.
Me senté al pie de un árbol y no pude contener las lágrimas.

Llegue jadeando por el cansancio. casi sin respiración. Y vi a Amanda sentada bajo un árbol. No sabía que decir ni que hacer

Escuché a alguien llegar.Levanté la cabeza y vi como la última persona a la que querría ver en ese momento estaba allí.
-Genial-Pensé mientras me secaba las lágrimas con la manga.

No sabía que decir, solo se me ocurrian un par de palabras. Duele .. ¿ verdad ? Eso es lo que me hisictes a mi - dije mirandola

Lo miré,con los ojos rojos de tanto llorar.
-Dejame en paz,no quiero verte-Le dije levantándome-Si has venido a restregarme que estas mejor con otra,ahórrate las palabras,las imágenes son mejor para explicarlo.