Los pasos incesantes de la marcha de Tornesch a mis espaldas me hicieron salir de aquél ensimismamiento en el que estaba, observando mi reflejo en el agua totalmente cristalina del lago situado en el prado. Me giré, observándolo, con el rostro carente de alguna emoción, neutral, esperando a que hablara. Y lo hizo. Finalmente, en cuanto acabó de hablar, suspiré, asintiendo con la cabeza, manteniendo aún mi gesto algo ausente. - Claro -aseguré, mientras caminaba hacia él, manteniendo ahora mi mirada clavada en el frente- nada pasó -aseguré, poniéndome a pastar a unos metros de distancia de él. Si pensaba que realmente haría de cuenta que nada había pasado, estaba equivocado. No podía, tampoco quería ni me parecía una actitud que fuese justa o al menos coherente de mí parte. Al parecer, a él sí le gustaba la idea de seguir ignorando unos cuántos detalles importantes, que podían llegar a cambiar totalmente el rumbo de nuestra relación a un punto mejor, o peor. Algo que al parecer, nunca sabríamos. Acabé por levantar la mirada y observar los árboles que rodeaban el prado, los abetos y la fresca hierba que bailaba lentamente de un lado a otro, inhalando profundamente el aire limpio y puro.
Clup Hipico