Luego de un rato, al ver que se calmó, decidí armarme de valor e intentar acercarme un poco a él. ¿Qué podía perder? Bueno, sí, podía perder mucho, pero no veía al semental como uno que reaccionaba de forma agresiva simplemente porque sí. Suspiré, llenando de aire mis pulmones y avanzando unos pasos hacia él, siempre con tranquilidad. Al llegar a unos pocos metros de él, caminé un poco más lento para que no se sobresaltase, más al estar en aquella posición, tumbado. - ¿Me dejas acercarme? -le pregunté, esbozando una sonrisa y llegando finalmente a su lado. Sí, era hermoso, más que eso quizás. Me quedé a su nivel, agachándome con mucha suavidad, hablándole en voz baja y lo más tranquilizadora que me fue posible, estirando mi mano hasta él muy despacio, no sin antes asegurarme de que estuviese tranquilo y tomarme un tiempo para estar a su lado antes de hacer algo- tranquilo... -susurré, acariciando su cuello.