- No te sonará tan extraño en un tiempo, ya verás -aseguré, riéndome levemente. Era cierto, la amistad entre un caballo y un humano era algo único y totalmente inigualable, junto a ellos se sentía aquella seguridad que le hacía falta a todas las personas- todos necesitamos amigos en éste mundo, alguien que te acompañe, que te apoye siempre... -esbocé una amplia sonrisa ante aquella idea, observando al caballo, acercándome unos pasos hacia él, estirando mi mano y pasándola por su frente con suavidad y lentitud, mientras que la otra recorría su cuello. Suspiré, tranquila, feliz, esperando que él se sintiese igual de bien que yo.
Clup Hipico