Acaricié suavemente a mi caballo y luego observé la hora. -Ya deberíamos comenzar; después de todo falta muy poco- anuncié sacándolo del box. Le di una ducha y lo cepillé a conciencia, quitando hasta el último pelo muerto de su cuerpo, lo mismo con el polvo y cualquier tipo de suciedad. Luego le recorté las crines y algunos pelos de la zona de la cara, aunque nada demasiado excesivo, únicamente para emprolijar. También le pasé una especie de aceite para que el pelo le brillara; que se utilizaba especialmente para ese tipo de cosas. Limpié sus cascos y los engrasé, revisando de paso las herraduras. Suspiré y lo acaricié, sonriente. -Bien, allá vamos- evidentemente yo estaba más nervioso que él, así que me reí y lo acaricié un poco para tranquilizarme.