- Cuando quieras -comenté con una sonrisa mientras observaba también a los caballos. Me detuve en Gitana, se le notaba nerviosa además de que tanto su pelaje como su box no estaban en el mejor estado. Me pregunté, por unos momentos, porque los mozos de cuadra no le habían cambiado la comida, el agua y el lecho, cosa que hacían con todos los caballos. - Pobrecita... -mascullé, acercándome con lentitud hacia su box y entrando con cuidado, poniéndome hacia un costado para no incomodarla. - Sólo te voy a cambiar la comida, tranquila -dije en voz baja, tranquilizadora. Le coloqué comida nueva y también agua, y luego observé el lecho de su box. - Apuesto a que hace mucho no sales de aquí, pequeña...- dije luego de haber salido del box.