Sonreí ante el comentario de Irak. ¿Por qué negarlo? Claro que me encantaba que me dijeran tales cosas de mis caballos, después de todo siempre me acababa enorgulleciendo de que fueran míos. —Vaya, ¿ya dos caballos? ¡Qué afortunada! Y eso que supongo serán tus primeros días aquí— me reí un poco y acaricié a Irak, para luego seguirla, caminando detrás de ella. Me paré en el box de Amaranto y me quedé observándolo, luego, estiré mi mano con el propósito de acariciarlo, pero él se fue al fondo del box relinchando y cabeceando. —Es un poco arisco por lo que veo, ¿no?— alcé una ceja y caminé hacia el de Bucéfalo, observándolo con una sonrisa. —Son preciosos; ambos.
Clup Hipico