Los cerezos en flor.

- Jejeje , nooo - Dije mientras reia a su broma . Sonreí de nuevo y suspiré .

La mire sonriendo y dije:
-Pues parece que en tu cara si que hay algo -dije acercándome mucho a su cara y luego con mi mano cuidadosamente le quite una miga que se le había quedado pegada cerca de los labios, y suavemente con el dedo toque sus labios y la mire.

- ¿El qué , el qué? - Pregunté rapidamente pues no queria quedar en ridículo delante de el . Sonreí cuando me tocó - Parece que tu también tienes algo en la cara - Dije acercándome aún mas a el , sonreí y junté sus labios a los mios .

La mire y sonrei:
-Pues sera mejor que me lo quites rápido - dije acercándome hasta que la besé.

Sonreí y se lo quité (xD) . Me tumbé entre los pétalos y suspiré . - Jejeje - Reí contenta .

Me tiré de lleno al suelo tumbandome cerca de ella.
-Te apetece salir con los caballos un poco? -dije sonriendo- acabo e comprar a Ixchel -dije sonriendo

Sin parar de sonreir le respondí - Sí , claro! -

La mire contento y le ayude a levantarse, y con un suave movimiento la empuje hacia mi y la abrace.
-Te quiero Cariba -dije a su oído y luego la mire sonriendo- vamos -sonreí

- Gracias! - Dije contenta caminé abrazada a el , al escuchar su comentario ... - Sabias que yo también a ti? - Le pregunté en broma al oído aunque si que era cierto que yo le queria . Sonreí lo mas que pude y caminé feliz junto a él hacia los establos .

Llegué agarrado de la mano junto a la chica que me hacía feliz, Caroline.
- Ya estamos - Dije admirando la belleza de la joven y la del lugar que parecía sacada de un cuento.
- Es precioso - Murmuré sin parecer muy impresionado.

Al llegar observé maravillada el lugar, paseando mi mirada entre todo el lugar, entre los cerezos y la gran cantidad de pétalos que estaban esparcidos por el suelo. - ¡Es precioso! -lo acompañé, mientras avanzaba unos pasos, tocando con mis manos la cantidad inmensa de pétalos que había en el suelo, que despedían un olor realmente exquisito, inundando el lugar.

- Exactamente - Dije con una sonrisa mientras que olía el delicioso aroma de los pétalos.
Me acerqué a ella y de la mano me senté a su lado justo debajo de un precioso cerezo que no paraba de desprender preciosos pétalos que hacía aún mas bella a Caroline.

Me senté a su lado, amoldándome a su cuerpo con facilidad. Rodee su espalda con mis brazos y apoyé mi cabeza en su pecho, aspirando el delicioso aroma que desprendía él, que conjuntado con el de el lugar ya era demasiado abrumador. Cerré los ojos, sin embargo espié por entre las pestañas su precioso rostro. Era tan hermoso que me costaba creer que todo aquello no se tratase de un sueño.
- Gracias por traerme -le dije sinceramente- me encanta este lugar, y me encanta haber venido contigo.

Dejé que se acomodara junto a mí.
- De nada - Dije dedicándole una sonrisa con unos dientes blancos y brillantes - Yo disfruto simplemente con tenerte junto a mi - Comenté mirándola cariñoso a los ojos mientras le colocaba cuidadoso un mechón de su pelo detrás de la oreja para poder contemplarla mucho mejor.

Sonreí feliz. Estaba tan cómoda allí, que me costaba imaginar otra forma de estar ahora: sin él. Lo observé fijamente a los ojos, mientras parpadeaba varias veces. - Eres tan perfecto -dije luego, suspirando y dejando nuevamente mi cabeza reposar en su pecho. Era totalmente cierto, perfecto. La mejor forma de definirlo. Cariñoso, incluso romántico a pesar de que llevábamos apenas unas horas juntos.

Quería quizás sonrojarme, aún así en mi rostro no se reflejó para nada.
- No creo que sea perfecto - Dije sonriente - Algún defecto tendré - Dije con un tono un tanto orgulloso y con la cabeza medio alzada bromeando.
La miré fijamente con algo de timidez. - Tu en cambio, si que eres perfecta - Sonreí - Más que perfecta - Añadí mientras acariciaba su pelo aprovechando que tenía su cabeza apoyada en mi pecho.

- ¿No lo crees? -desafié, frunciendo levemente el ceño- a ver, señor Cullen, dígame uno de sus defectos. No, uno no. Dígame tres defectos que usted tenga -lo observé, vacilante, esperando su respuesta. Estaba segura de que no lograría darme tres defectos que contaran realmente como tales- ¿yo perfecta? claro, quitando de lado lo patosa que soy, lo tímida, y un larguísimo etcétera -me reí.

- Ehmmm - Quedé pensativo intentando buscar una respuesta a su broma - Tiene razón señorita, puede que no tenga ningún defecto - Dije un tanto orgulloso mientras la miraba gracioso observándola en toda su belleza que de vez en cuando me distraía al hablar.
- No, que va - Dije ingenioso - Para mi eres perfecta - Añadí, y claro que lo era, era única.

Chasquee la lengua con cierta suficiencia, mientras lo observaba con una sonrisa un tanto sobradora; bromeando. - ¿Ves? No debes discutirme las cosas, siempre tengo razón -bromee, mientras soltaba una risita- sí, sobre todo perfecta. Totalmente perfecta -rodé los ojos luego de que hablara y lo besé, disfrutando una vez más del delicioso néctar embriagador de sus labios.

- Tienes razón - Dije bromeando y dejándola "ganar" - Tu lo has dicho, totalmente perfecta - Añadí con una irresistible sonrisa.
Su beso me pillo algo desprevenido por lo que consiguió tumbarme entre los pétalos mientras ella me besaba. Con una risita continué besándola ya tumbado. En aquel instante no me podía imaginar nada mejor que estar junto a ella.

Sus sonrisas acababan siempre por derretirme. No, no tenía ni idea de como lo hacía, pero me tenía prácticamente a sus pies. Enredé mis dedos en su cabello, abrazando con la otra mano libre su cuello y acercándome más a él. Solté un leve suspiro en cuanto el beso terminó, pegando mi frente en la suya e inhalando profundamente el aroma de Edward, que se mezclaba con el de las flores.

Verla feliz era lo que me hacía feliz a mi, no soportaría que me separaran de ella o que le ocurriera algo, me moriría.
Pegué cariñoso mi frente a la suya y suspiré acariciándola. Su aroma, sus ojos, su pelo, ella en general era mi perdición. No podía resistirme a mirarla, a observarla porque cada cual característica suya era hermosa, perfecta. - Eres mi perdición - Le susurré con un tono misterioso pero cautivador al oído.

Sus palabras me pusieron el vello de punta y un escalofrío recorrió mi espalda, haciéndome temblar ligeramente. Le sonreí y hundí mi cabeza en su cuello, rozándolo con mi nariz de forma juguetona. No dije nada respecto a éso, sin embargo el silencio no era para nada incómodo, al contrario. Me sentía realmente cómoda con él, totalmente libre. - ¿Debería disculparme por ser tu perdición? -pregunté, de forma traviesa mientras soltaba una risita, melodiosa y traviesa en su oído.

- Para nada - Dije pícaro - Es más ... deberías sentirte dichosa al serlo - Resalté sonriente mientras me tumbaba junto a ella y soltaba tranquilo un suspiro.
La acaricié desde la mejilla hasta el cuello y terminé jugueteando en silencio con su hermoso pelo.
Le dediqué una sonrisa brillante y seguí observándola completamente embobado ante ella.

Solté una risa nerviosa. - Que humilde es usted, señor Cullen -mascullé, con un tono cargado de sarcasmo mientras soltaba otra risita, abrazándome a él. Pasé mis mano por su cuello y me acerqué un poco más, cerrando los ojos ante el contacto inminente de nuestros cuerpos. Suspiré, acomodándome mejor en su cuerpo, envuelta por los fornidos brazos de Edward.