Los cerezos en flor.

Reí misterioso.
Dejé obviamente que se acercara a mi lo mas posible cogiendo levemente un poco de aire al tenerla tan cerca mía.
Pegué mi frente a la suya la besé cariñoso en la frente, después en la nariz y a continuación uniendo suavemente sus labios a los míos mientras la abrazaba y juntaba a mi por la cintura.
Sonreí levemente.

Sentir sus labios recorriendo mi rostro me hizo soltar una risita, mientras besaba sus labios. Labios de los que nunca me cansaría, labios que me embriagaban de felicidad cada vez que los besaba. Me separé, tomando aire y sintiendo como la cabeza me daba vueltas y el corazón latía desbocado en mi pecho. Me sentí algo mareada, por lo que tuve que recostarme en el mullido suelo y cerrar los ojos.
- Vaya... -exclamé, suspirando, tratando de recomponerme.

- ¿Te ocurre algo? - Pregunté algo preocupado al verla que se sentía mareada.
Me senté junto a ella mientras la cogía de la mano y esperaba con una sonrisa su respuesta.
La miré a los ojos y quedé hipnotizado en ellos.

- Que va... Estoy bien -suspiré, tomando una buena bocanada de aire y sentándome lentamente- es tú culpa, Cullen, tú culpa -acusé, mientras me masajeaba las sienes y seguía respirando hondo. Ciertamente, era el culpable de hacer que mi ritmo cardíaco se acelerara hasta tal punto que me costase respirar, era culpable de lograr éso que lograba en mí permanentemente. Reí levemente.

Sonreí al oír su respuesta.
- ¿Mi culpa? - Dije en un tono bromista e inocente mientras me llevaba la mano al pecho y me señalaba.
- Quizás es tu culpa por dejarte influenciar por tus sentimientos - Dije bromeando mientras sonreía a mas no poder.
Para que relajara un poco, me coloqué cariñosamente detrás de ella y comencé darle un cuidadoso masaje.

- Ésto no me pasaba antes de conocerte, por lo tanto tienes toda la culpa del mundo, Edward -bromee, mientras el mareo se iba disipando con lentitud. Todavía estaba algo atontada y la cabeza me daba vueltas, pero no se comparaba al momento que había vivido antes. Y sí, Edward tenía la culpa; por llamarle de alguna manera. En cuanto lo sentí detrás de mí recosté mi espalda en su pecho, apoyando mi cabeza en su cuerpo, mientras suspiraba y esbozaba una sonrisa- eres demasiado bueno para mí -dije, quedándome seria.

Reí - Que va... , soy el chico malo - Dije bromeando en un tono misterioso y orgulloso.
Seguí con el masaje hasta que pude observar en su rostro un mayor reflejo de relajación.
En ese instante ella cerró los ojos y se relajó aún mas, así pues aproveché para robarle pícaramente un beso y salir corriendo con cara de broma.

Solté una risita, pero enseguida me quedé quita, totalmente callada y relajada, cerrando mis ojos y disfrutando del placentero masaje que Edward me estaba haciendo. Suspiré varias veces al sentirme tan cómoda, pero luego sentí que me besaba de manera algo brusca y se alejaba. Abrí los ojos de forma atónita, para ver la cara de pícaro que tenía. Me reí y me levanté a tientas, saliendo detrás de él.
- ¡Ya te vas a enterar! -grité, de manera juguetona.

- ¡No me cogerás! - Exclamé esperando un poco para que se pudiera aproximar a mi.
Suspiré y al verla un poco mas cerca salí otra vez corriendo con cara de pícaro y huyendo de la belleza de Caroline que por mucho que evitara pararme para observarla no podía hacerlo.
Corrí orgulloso en círculos alrededor de ella. - No me podré entarar si no me alcanzas - Exclamé atrayéndola hacía mi.

Corrí con todas mis fuerzas, sin embargo Edward era bastante más rápido que yo, sin mencionar que mi torpeza me jugó en contra y tropecé varias veces, estando a punto de caer. Afortunadamente no lo hice y pude seguir en la carrera. Luego de un rato me detuve y observé a Edward. - Vale, vale... ¡Me rindo! -sonreí, sin embargo en cuanto se acercó salté encima de él, colocándome en su espalda, pasando mis brazos por su cuello y envolviendo mis piernas en su cintura, quedando encima. Le dí un beso en la mejilla a modo de juego, bromista- sólo por hoy te la dejaré pasar, pero la próxima te enteras. ¿Comprendido? -bromee, riéndome luego.

Me acerqué al oír que se rendía. Por un momento desvié la mirada de Caroline hacía el paisaje y cuando de vuelta me giro hacía ella se subió a mi espalda por lo que me sobresalté al instante.
Sonreí ante lo que había echo - Eres mas inteligente de lo que pensaba - Dije pícaro.
- Me gustaría enterarme de lo que serías capaz de hacerme - Bromeé.

- No, de verdad que no querrás saber lo que soy capaz de hacerte -aseguré, mientas deshacía la presa que había formado con mis brazos y piernas entorno al cuerpo de Edward y caía al suelo, tambaleándome un poco pero manteniéndome en pie. Observé ahora al chico, esbozando una sonrisa altamente traviesa mientras escrutaba sus ojos con suma fijeza, ladeando ligeramente mi cabeza.

Asentí con la cabeza - Creo que no te tengo miedo - Traté de asegurar.
Dejé que bajara de mi espalda con sumo cuidado.
Pude sentir que me observababa con fijeza a los ojos - ¿Ocurre algo? - Pregunté misterioso con una sonrisa mientras la cogía suavemente de la mano y mis ojos tomaban un color dorado.
Comencé a caminar junto a ella esperando ansioso su respuesta.

- ¿Crees? Pues deberías tenerme miedo, Edward Cullen. Juro que deberías -farfullé con la voz más seria que pude. Reprimí una risa mientras negaba con la cabeza de forma inocente ante su pregunta- no, no ocurre nada. Al menos nada fuera de lo normal. ¿Acaso no es costumbre ya quedarme observándote embobada como si fuese una tonta? -reí, negando con la cabeza- deberás acostumbrarte, ahora lo haré muy seguido -suspiré y acaricié su mano, acercándome más a él mientras caminábamos.

Reí ampliamente - Tengo la enorme sensación de que te encanta pronunciar mi nombre - Dije bromista.
La miré fijamente - Sí, supongo que tendré que acostumbrarme - Comenté - Aún que tu también deberías tener en cuenta que yo no podré apartar mi vista de ti ni un segundo - Dije a continuación - Sigues siendo mi perdición, lo que me apasiona - Dije con un tono un tanto misterioso y cautivador.
Me acerqué mas a ella y la besé cariñoso en el cuello mientras mostraba mis dientes con una sonrisa.

- ¡Claro qué me encanta! Es que tienes un nombre precioso, suena genial. Edward Cullen, Edward Cullen -canturree, soltando una risita alegre y melódica luego- me acostumbraré, de hecho ya lo estoy haciendo -dije de forma graciosa. Al verlo acercarse esbocé una sonrisa traviesa y pasé mis manos por su espalda, cerrando los ojos al tenerlo tan cerca.

- Canturreas muy bien - Bromeé.
- Estabas obligada por mi a acostumbrarte - Dije bromista.
Me acerqué aún mas y mientras le acariciaba muy cariñoso la mejilla suspiré, - Eres maravillosa - Le susurré a la oreja, a continuación la besé en la frente y seguido en sus preciosos y rosados labios.

- No más de lo que tú eres -dije, sonriéndole y correspondiendo su beso con gusto. Luego, me separé lentamente de él y observé el cielo
- se está haciendo tarde -suspiré, mientras hacía una mueca- será mejor que volvamos a la Hípica, tengo que ir a ver a Chip -susurré con voz baja, casi inaudible, mientras me encogía levemente de hombros y tomaba la mano de Edward con fuerza.

Sonreí - Cierto - Dije ya algo serio pues no quería marchar, quería que aquel momento perdurara en el tiempo.
Suspiré cogiéndola fuerte de la mano con una leve sonrisa, pero sonrisa al fin y al cabo.
-Sí, ya empieza a hacer frío, no quiero que se enferme, señorita - Recité bromista mientras la observaba con fijeza sin poder apartar la vista de ella.

- ¿Enfermarme? Lo dudo -bromee, mientras comenzaba a caminar rumbo a la Hípica, con la idea fija de ir a buscar a Chip, pues no le había dedicado todo el tiempo que realmente se merecía.

Llegamos-Amanda, tenías razón. Esto es precioso-Sonreí

-Me habían hablado muy bien de este lugar-Le dije mientras empezábamos a caminar por el paseo a la tenue luz de la luna y de las farolas que alumbraban.

A la vez que caminábamos la miraba de reojo, una vez a su cara y otra a su mano y de repente no pude aguantar más y la agarré de la mano-Bueno en realidad... tú lo haces bonito. Sino este sería un sitio como cualquier otro-dije mirandola

Agarré fuertemente su mano y me sonrojé ante su comentario:
-Oh,venga ya,no te creía tan mentiroso-Le dije mirándole a sus preciosos ojos azules y sonriendo.
Él me hacía sentir tan especial.

Solté una carcajada-Que dices? Yo? Mentiroso? Si es la verdad-Sonreí