- ¡No! -gruñí, ante su comentario, ante su petición. No pensaba dejarlo sólo, y si tenía que arriesgarme para que él saliera bien, lo haría, sin problemas. Nunca me había caracterizado por huir en situaciones así y no lo haría ahora. No me arriesgaría a perder a el único caballo con el que podía contar ahora. En aquél momento ni siquiera me importaba que la sangre estuviese saliendo de las heridas, y que pese a que no era demasiada no cesaba desde que el puma nos había atacado, con tanta mala suerte de que había caído en mi lomo, en la zona de la grupa principalmente. Tornesch volvió a atacar al animal, sin embargo éste no parecía rendirse ni asustarse ante los relinchos y las amenazas inminentes de ambos. Evidentemente no habría comido en bastante tiempo, pues se le notaba dispuesto a pelear hasta el último momento con tal de probar bocado. Tenía las costillas bien marcadas, cosa que sólo confirmaba mis sospechas. Al ver que éste saltó hacia la espalda del semental solté un relincho, amenazante, dejando que él se lo quitara de su espalda pues corría el riesgo de golpearlo a él debido a que se estaban moviendo constantemente. En cuanto se lo quitó de encima galopé hacia allí, parándome sobre mis posteriores y dejando caer el peso de mis patas delanteras sobre el cuerpo del depredador; que en aquél momento parecía extremadamente frágil comparado a la fuerza que cargaban mis patas. Impacté de lleno contra su cabeza y tórax, dejándolo mínimamente inconsciente. Me llevé varios mordiscos en las patas delantera, sin embargo había valido la pena- vámonos -exigí, ahora, comenzando a caminar, evitando apoyar mi pata- ¿estás bien? -pregunté, observando la herida en el lomo de Tornesch, sintiéndome terriblemente culpable por todo lo que había pasado. Seguí caminando, cabizbaja, sin querer decir nada más.