No respondí a su pregunta, pues en realidad ni siquiera yo sabía con exactitud qué quería en aquel momento. Aún en silencio, escuché sus palabras. ¿Se estaba disculpando? ¿De qué? Era yo el que tenía que disculparse por no haber estado lo suficientemente atento como para haber visto a la serpiente, y para haber estado atento al camino, impidiendo así que nos hubiésemos perdido. Si hubiese estado más atento, nada de esto habría sucedido; ahora estaríamos riéndonos y pasándolo bien mientras volvíamos de nuevo a la hípica, en caso de que no hubiésemos llegado ya. Toda la culpa había sido mía, sin duda alguna. Negué con la cabeza, dándole a entender a la chica de que no tenía que disculparse, de que no era ella quien tenía la culpa. -No. No tienes la culpa.-susurré, volviendo mi mirada hacia ella, a pesar de que seguía viendo borroso. En parte, me alegré de no poder verla con claridad, pues no me hubiese perdonado el verla triste. Ni siquiera quería imaginarlo. En ese momento, noté cómo una fresca gota de agua caía por mi brazo, algo que supuse, sería una lágrima de Ada. -¿Estás llorando?-inquirí, con un tono de voz casi inaudible. No, no iba a dejar que encima llorase por mi culpa. Aquello iba a terminar que acabase tan enfadado conmigo mismo que prefiriera morir a seguir viviendo con ese recuerdo. Suspiré ante su insistencia y me quedé en silencio, dejando a un lado lo que mi mente quería para que ella hiciese lo correcto. O lo que al menos, parecía algo obvio en una situación como esta; ir a buscar medicinas.
Clup Hipico