La lluvia no tardó en alcanzarnos, empapándonos de arriba a abajo en cuestión de segundos. ¿Qué, acaso iba a caer el diluvio universal de nuevo? Me reí y sacudí mi cabeza, quitándome el exceso de agua del cabello. - Creo que vamos a morir ahogados, no entiendo como de un momento a otro comenzó a llover tanto -exclamé, entrecerrando los ojos y dándole un toque a Sombra para tratar de volver.
- Sígueme. No te alejes, Anaís.
- Sígueme. No te alejes, Anaís.