Picadero de llegada.

La escucho y por poco se desmaya-Quieres montaaarmmmeeee??? perrrrooooo soy salvaje aun! Oh que diablos mi niñita!!! por ti hago lo que sea!!! sacrificaria hasta mi vida por ti-relincho y se aparto para darle espacio a Esther.

Esther? estas segura que quieres hacer esto? D:-la mire orrorizada
Puede lastimarte o peor matarte!! por que no me lo dejas ami o otra persona?

Le sonrei a Dayana-Tengo la confiansa de gitana a mi favor
es la unica forma de que ya no lastime a nadie

Es increible que una yegua asi te tenga confiansa-mire de reojo a gitana
como te ganastes su confiansa?-pregunte

No lo se es como si ya me conociera-mire a gitana
me ase acordar mucho a una potrarca que tenia ase mucho tiempo
cuando era mas pequeña-volvi a mirar a dayana
quieres acompañarme al picadero de entrenamiento?

Si quiero asegurarme que no te pasara nada-la mire preocupada
andando

Una vez que la nube de tierra se dispersó noté como la muchacha ingresaba al picadero y se quedaba contra las vallas. De repente se acerco un par de pasos y yo me quede quieta observando sus movimientos. Sin duda era una extraña para mí, pero había algo en ella que me inspiraba confianza. Extendió su mano ofreciéndome una golosina a la vez que yo estiraba mi cuello intentando captar algún aroma y luego me acerque para tomar la manzana. Una vez que comi la golosina mordisquee su mano buscando más pero al notar que no tenía dí tres pasos hacia atrás retrocediendo, manteniendo mi cabeza lo mas alta posible y con mis orejas erguidas.

Sonreí al ver que se acercaba y dejé que tomara la golosina sin problemas.

Luego, me quedé observándola por unos instantes. - Eres una verdadera belleza, ¿sabías? -comenté con un tono risueño, mientras me reía levemente. Saqué de un pequeño bol con golosinas que llevaba a todos lados un terrón de azúcar. - Ven a por él, preciosa -le sonreí y lo coloqué en la palma de mi mano, esperando que se acercara, admirando su enorme belleza.

Golpeé con fuerza mi casco contra el suelo en forma de queja. Salí del picadero y me dirigí hacia el prado norte.

Me quede tiesa al ver que me observaba y luego relinche mientras retrocedía un poco mas. Relinche al escuchar sus palabras y agite suavemente mi cabeza como si estuviese asintiendo, me encantaba recibir elogios aunque mis antiguos dueños no eran muy demostrativos. Curiosa estire mi cuello intentando ver que había sacado la chica del bol apenas pude ver lo que era, nada mas y nada menos que un terrón hice lo que me había ordenado. Me acerque nuevamente y tome el terrón con gusto. Una vez que lo trague apoye mi cabeza en su pecho.

Sonreí al ver que se acercaba y dejé que comiera el terrón.

Me reí levemente al ver cómo apoyaba su cabeza en mi pecho y acaricié su cuello con suavidad, mientras una sonrisa imborrable se plasmaba en mi rostro. - Confía en mí... No te haré daño -susurré en su oído, acariciando con una mano su frente y con la otra su cuello.

Me quede quieta, sintiendo como sus cálidas y suaves manos acariciaban mi cuello. Me quede en la misma posición por unos minutos y luego resople, odiaba estar en aquel lugar. Un ruido, que parecía la caída de algún objeto hizo que me inquietara haciendo que me alejara de la muchacha y golpeara mis patas delanteras contra el suelo. Luego me tranquilice y volvi a acercarme suavemente hacia la muchacha y me quede frente a ella.

Me quede quieta, sintiendo como sus cálidas y suaves manos acariciaban mi cuello. Me quede en la misma posición por unos minutos y luego resople, odiaba estar en aquel lugar. Un ruido, que parecía la caída de algún objeto hizo que me inquietara haciendo que me alejara de la muchacha y golpeara mis patas delanteras contra el suelo. Luego me tranquilice y volvi a acercarme suavemente hacia la muchacha y me quede frente a ella.

- Shhhh -susurré al ver que se alejaba por un ruido- tranquila.

Cuando se alejó la acaricié nuevamente con cariño mientras sonreía. Era una yegua preciosa. Observé a uno de los mozos de cuadra que caminaba por allí y me dispuse a hablarle. - Disculpa, ¿sabes el nombre de la yegua? -pregunté, a lo que él respondió- Scarlet -contestó, para luego irse caminando. - ¿Scarlet, eh? -pregunté observando a la yegua. Le dí unas palmaditas amistosas en el cuello y luego busqué el ramal de su cabezada, acercándolo a ésta y enganchándolo ahí. - ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta, cariño?

Me quede en mi lugar sin dejar de observar como hablaba con un hombre que pasaba por ahí. Escuche mi nombre y pare ambas orejas caminando un poco hacia la dirección en que se encontraba la muchacha y luego volvi a quedarme parada sin perderla de vista. Cuando la vi acercarse comencé a retroceder muy lento mientras tiraba mis orejas hacia atrás aunque luego accedí a que me enganchara el ramal. Pasear, me encantaba, ya quería salir de este picadero, así que no obstante ella comenzó a caminar yo la seguí tirando de vez en cuando.

Había recibido una llamada importante, por lo que me dirigí con paso apurado hacia el picadero de llegada.

Un viejo amigo me había avisado que traería a su caballo aquí, caballo que había montado cuando éramos compañeros. Le había tomado muchísimo cariño y no había vuelto a saber nada de él desde que me había mudado, por lo que recibir noticias suyas fue algo que me alegró considerablemente. Me recosté contra la valla y esperé, ansiosamente.

Había sido un viaje largo, pero ya estaba acostumbrado a viajar en remolques y furgonetas. Lo hacíamos constantemente para los concursos, no era nada nuevo. Sin embargo, ahora no viajábamos a un concurso. Eric, mi dueño, había decidido venderme por diversos motivos que no llegué a entender. Estaba claro que me dolía separarme de mi fiel amigo, aquél que me acompañó por tanto tiempo, sin embargo había acabado convenciéndome de que sería lo mejor para mí. Luego de muchas horas de viaje el remolque se detuvo, giré mi cabeza y la puerta se abrió. La luz me cegó por unos momentos, pero logré distinguir la figura de Eric que se acercaba a mí y me ataba el ramal, sacándome de allí con rapidez. Parpadee seguidamente, divisando una figura extremadamente familiar. ¿Ethan...?

Relinché, sin entender nada, estaba muy cambiado pero lo reconocería en cualquier lugar.

Finalmente pude distinguir un remolque acercándose.
En cuanto se detuvo, caminé unos pasos hacia adelante. Los ojos me brillaban y el corazón me palpitaba a velocidades que no conocía. Logré ver como Eric bajaba del remolque, por lo que lo saludé con una sonrisa, gesto que él devolvió. Se acercó y abrió la puerta del remolque, y finalmente pude ver a el caballo. Hickstead. No podía creer que acabáramos los dos en el mismo lugar, aunque estaba claro que nuestra "historia" no podía terminar sin volver a vernos. Apenas bajó del remolque, me acerqué a él, notando que me reconocía. No pude evitar abrazarlo, cerrando los ojos. - Amigo, no sabes cuánto te he extrañado -dije en voz baja, sin borrar la sonrisa de mi rostro.

Lancé un sonoro relincho, abrazando a Ethan con mi cuello en cuanto lo tuve cerca. Dios santo, cuánto lo había extrañado. Aún recordaba cuando era un novato y se subía a mi lomo con cierto temor, recordaba perfectamente que me había enseñado muchas cosas y yo a él, que habíamos vivido cosas inolvidables. Luego de unos segundos deshice mi abrazo, permitiendo así que se separara. Lo observé con fijeza, pero luego observé a Eric, atónito. Vaya que me había llevado una grata sorpresa.

Eric:
- ¿Ves, muchacho? -dijo de pronto, esbozando una sonrisa- te dije que no podría ser tan malo. Ésta es la sorpresa de la que tanto te hablé -relinché, dándole un toquecito amistoso con el morro.

- Ethan, ¿cómo estás? Ha pasado mucho tiempo -saludó, acerándose al muchacho y dándole un abrazo.

Me reí sin poder evitarlo, algo conmocionado y perdido, pero realmente feliz por volver a verlo.
Le dí unas palmaditas amistosas en el cuello y me separé de él, observándolo con una cara de felicidad fácil de reconocer. Escuché las palabras de Eric y no pude evitar lanzar una risa, abrazándolo también. - He estado bien, cómo siempre, supongo -contesté sin quitarle la vista de encima a Hick- ¿tú? ¿por qué...? -pregunté, observando a Hickstead. Todavía no entendía la razón por la cual lo vendía.

Eric:

- Es una larga historia -advirtió, haciendo una leve mueca y apoyándose en su caballo- el problema es que no puedo cuidarlo más; y antes de tenerlo encerrado en una cuadra y que lo monten de vez en cuando prefiero dejarlo en un lugar donde sabré que está bien y con alguien de confianza, alguien como tú -suspiró, observando al semental con una sonrisa cargada de melancolía- Ethan, quiero que tú lo cuides. Él te conoce y sabes cuánto te quiere...

Me quede pasmado, como procesando todo lo que Eric me acababa de decir. Suspiré, sobandome la nuca.
- No sé... Sabes que me encantaría cuidarlo, pero ya tengo tres caballos y no puedo con otro, sinceramente -fue algo como una disculpa, puesto que él estaba tan seguro de que yo sería ideal para su caballo que me daba cierta pena no poder decirle que sí- pero lo cuidaré y lo montaré a diario hasta que consiga un buen dueño, tranquilo, ése no es problema. Y en cuanto lo consiga me aseguraré de que me deje montarlo seguido y estar con él. Intentaré... -hice una pausa, cediendo con un suspiro- cuidarlo tan bien como tú.

Al escuchar sus palabras sonreí, esperando con tranquilidad para saber donde me dejarían. No estaba cansado, realmente tenía muchas ganas de volver a saltar o de estirar las patas dando un paseo, ciertamente poco me importaba de que manera, sólo quería estar un rato con Ethan para poder retomar todo lo que habíamos dejado. Éramos el binomio perfecto.

Eric:

Asintió con la cabeza y sonrió. Luego, caminó hacia Ethan y le dio otro abrazo. - Ya me tengo que ir. Sabes que puedes llamarme si pasa algo -se separó y observó a Hick una vez más- cuídate, muchacho... Sabes que vendré a verte siempre que pueda, ¿sí? Ethan te cuidará -se acercó a el caballo y lo abrazó, depositando un beso en su cuello. Luego, comenzó a alejarse sin mirar atrás hacia el remolque. Cualquiera podía darse cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas y quería irse de allí cuanto antes para evitar quebrarse aún más.

Hick:

Relinché de nuevo, como despidiéndome, y observé con tristeza como el remolque se alejaba lentamente.

- Lo haré -prometí, sosteniendo el ramal de Hick en mi mano derecha- Espero verte dentro de poco por aquí -a pesar de que era complicado debido a la enorme distancia que había que recorrer, por nada del mundo perdería las esperanzas. Sabía que Eric quería demasiado a Hick como para dejarlo ir así como así. Cuando el remolque se perdió en la lejanía, observé al caballo y le palmee el cuello con entusiasmo- Aquí estarás bien, ¿sabes? Creí que nunca más volvería a verte -me reí, dándome cuenta de lo retorcida que había resultado la situación. Después de todo, no era normal mudarte de ciudad, cambiarte de Hípica, y en ésta encontrarte con el caballo con el que empezaste equitación- recuerdo perfectamente que no eras un caballo para principiantes -reclamé, en son de broma mientras caminaba unos pasos y sonreía- igualmente, espero que nos entendamos tan bien como antes.

"¡Lo haremos!" relinché con entusiasmo, moviendo mi cabeza y siguiendo a Ethan si necesidad de que me tirara del ramal. No vería tan seguido a Eric, pero vería seguido a Ethan. Aquella era, después de todo, una buena noticia.

Le dí un toque con el morro de manera amistosa, ¡estaba deseoso de que me montase!