La Gran Pradera

-Sí, estoy bien, no te preocupes- Dije con una sonrisa pintada en la cara.
Moví un poco la pata y luego miré el cielo. Estaba atardeciendo.
-Que linda vista- Dije sonriendo.

Sonreí , me alegraba el oír aquella respuesta . Observé el cielo al igual que ella - Si , tienes razón - Dije mientras asentia . - El cielo esta teñido de un naranja intenso y hermoso , hermoso al igual que tu , Cybele - Dije entre un par de risitas .

Le sonreí aunque un poco sonrojada.
-Gracias- Dije realmente feliz.

Sonreí alegre , no tenía porque agradecermelo pues era la pura verdad . Sonreí y me acerqué un poco mas a ella , la acaricié con el morro y la miré fijamente .

Le sonreí y el Sol ya se había ocultado tras el horizonte y la Luna comenzaba a salir.
-Oh, el tiempo pasa rápido- Dije riendo.

Comenzaba a hacer frío, por lo que le miré y pregunté:
-¿Vamos a los establos? Es que, tengo un poco de frío

Sus ojos brillaban con la luz de la luna asique me quedé un poco emobado . Volví en mi y escuché su pregunta - Si , ya va siendo hora de volver , no quiero que te me resfries - Dije ayudándola a levantarse y pegándome a ella para transmitirle mi calor . A un paso tranquilo , caminamos juntos hacia los establos .

Le agradecí con una sonrisa, y fuimos a los establos.

Me asusté al despertar y no ver por ningún lado a Linaje. Cybele tampoco estaba, supuse que habían vuelto a los establos pero necesitaba estar segura. Primero busqué a Hick, estaba prácticamente a mi lado.
- Ya oscureció... -susurré, mirándo el cielo- vamos Hick, hay que volver ya a los establos -anuncié, tomando el bozal de Lin, que se habíaido sin él y se la puse al semental castaño para no ir abuscar otro- vamos, bonito -dije, caminando con algo de apuro.

La seguí con paso lento, algo desanimado, pues el volver a los establos no era algo que me entusiasmara mucho.
A pesar de ésto, había sido un buen día por lo que acepté sin rechistar, siguiendo a mi dueña al trote.

Rodeando el camino husmeo el aire busco el peculiar aroma de frescura que solia olfatear cuando jugaba con Andromeda, sin importar el clima, la circunstancia o la hora siempre que estabacon ella olia fresco. Sin embargo no encontro aquel olor y se sintio deprimida, entonces penso que Andromeda era quien olia a fresco no el lugar. Observo el cielo, con ojos lloroso exclamo- Andromeda!! mi hermanita!!! llevame contigo!! MI VIDA NO ES IGUAL SIN TI!

Caminado con mucho sigilo en las hierba altas
para que no nos viera

Que hace ella? quien es Andromeda?-le pregunte en voz baja escondida igual que el

No lo se pero dijo hermanita
extraño no lo crees?

Me acerqué hacía un gran árbol y caí al suelo agotada de haber corrido tanto.
Saque la placa del nombre de Catoki y la mire entristecida. Le dí una abrazo y un pequeño beso y dije en bajo : - Jamás te olvidaré campeón... siempre vas a estar en mi corazón - dije colocando la placa apoyada en el tronco del árbol junto a unas pequeñas flores.
Me senté al lado y dije:
-Esté era nuestro lugar favorito ... ojala hubiéramos venido mas veces... ojalá te pudiera haber protegido para que siguieras a mi lado - dije entristecida mientras lentamente caían lágrimas sin darme cuenta.
- Esto no es un adiós, solo una hasta luego ¿verdad? -dije mirando la placa y luego acostándome en la fina hierba.
Miré al cielo y cerré fuerte los ojos , conteniendo las ganas de llorar. Hasta que sucumbí al sueño que había acumulado estos últimos días, debido a que no era capaz de dormir por las noches. Me dormí lentamente con un rostro solitario y entristecido.

Al ver aquél bello prado, me adentré en él, a un galope veloz, ágil y ligero, moviendo mis patas con armonia, con la cabeza y la cola en alto, mientras el viento hacía bailar mis crines. Aceleré cada vez más, sin querer parar jamás, me sentía muy bien de esa manera, libre.

El sonido de unos cascos me despertó. Abrí los ojos y contemplé a un hermoso semental árabe galopando por el prado. Me quede observándolo sentada bajo el árbol sorprendida y maravillada por él.

Tuve que frenar, poco a poco, mientras llegaba al final del prado. Me di media vuelta e hice el mismo recorrido, pero al trote alargado, iba recogido, moviéndo la patas rápidamente, con aires finos y elegantes. Pasé por al lado de unos árboles, donde había una chica. Me paré y la miré fijamente, echando las orejas hacia atrás, rodeándo donde estaba ubicada, caminando algo lento.

Me levanté y lo miré.
- Hola pequeño -dije limpiándome las lágrimas de la cara - No te voy a hacer nada -dije mirandolo fijamente. Era realmente bonito y elegante.

Relinché fuertemente, sin detenerme. Aún estaba lejos de ella, seguí mirándola con fijeza, desconfiado, pero con la cabeza en alto, orgulloso y seguro. No parecía peligrosa, ni mucho menos, pero no quería arriesgarme, después de todo tampoco yo le haría daño de no ser necesario.

Lo miré y di un paso hacía delante , pero no me acerqué más.
No quería que se asustara ni creyera que le iba a hacer daño.
Recordé las zanahorias que tenía en mi bolsa y las saqué.
-Toma chico -dije poniéndolas en mi mano y estirándola.

Me quedé quieto, olisqueando el aire. Volví a relinchar, no sería fácil si quería tratar con migo, pero había de admitir que inspiraba, dentro de todo, bastante confianza. Caminé un poco más hacia ella, estiré un poco el cuello para olisquear bien, pues conocía ese aroma. Resople e hice una pequeña levada, sin dejar de mirarla. Quede con la cabeza bien en alto, igual que mi cola, la cual movia de un lado a otro con inquietud.

Lo miré y me quede quieta en el sitio.Cogí una zanahoria y la deje en el suelo. Cerca de donde el se encontraba. La otra me la dejé en la mano y me quede quieta observándolo. Mi padre me había enseñado a tener mucha paciencia y a no hacer nunca movimientos bruscos ni lanzarme.

Resoplé y tomé a zanahoria con rapidez, pero siempre mirándola, al menos de reojo. Trote a su alrededor, curioso, pero siempre alerta, con las orejas hacia atrás cada vez que la notaba moverse, por más leve que fuesen sus acciones. Terminé quedandome a su lado, bastante cerca, pero no hice demanda de querer acortar más distancia y espere a ver que hacia ella.

Lo miré y sonreí. Aquella actitud distante pero curiosa me gustaba en los caballos. Caballos con carácter. Lo mire fijamente a los ojos y extendí suavemente mi mano ofreciéndole la otra zanahoria.
-Venga cógela chico, no te voy a hacer nada - dije sonriendo

Di un par de vueltas, sin decidirme, sin dejar de observarla. Finalmente, con un movimiento ápido, retiré la zanahoria de su mano y la comí con gusto. Volví a trotar a su alrededor, esta vez con algo más de curiosidad que de desconfianza.