La Gran Pradera

Me sobresalté al ver aquello, los movimientos bruscos del semental y como Edward cayó de lleno al suelo. Sentí cuando Carol tuvo la intención de desmontar, por lo que frené, casi en seco para que la velocidad no la hiciera caer mal. Luego me acerqué a ver a Edward junto a ella, algo sorprendido aún. Miré a Pikhasso, desconfiado y algo enfadado y fui a por el, al galope.

Sentí el sonido de los cascos de Chip resonar entre la hierba, por lo que me giré de manera algo brusca para observarlo, preocupada también por él. Sabía que era muy inteligente y tendría cuidado, y confiaba también en que Pikhasso no sería tan malo como quería parecerlo, simplemente algo rebelde y orgulloso. - Ten cuidado -dije, con un tono de voz elevado para que Chip me escuchara. Clavé nuevamente mi mirada en Ed, viendo que afortunadamente apenas tenía unos raspones. Acaricié su cabello, mientras esbozaba una sonrisa muy leve- casi muero cuanto te vi caer -admití, entre risitas leves- la próxima vez que te vea haciendo una locura como ésta... -negué con la cabeza d eforma graciosa, tratando de que mis palabras sonaran a amenaza.

Fui frenando hasta el trote, corto, elegante. Miré al caballo tordo acercarse rápidamente, por lo que me dirigí hacia él, haciéndole frente. Estaba algo arrepentido por lo que pasó, pero era demasiado orgulloso como para admitirlo. Rodeé al semental, mirándolo con fijeza y algo de amargura.

Cuando estuve bsatante cerca me frené.
- ¿Te das cuenta lo que hiciste? -le refregué con cierto enojo- ¡podrías haberle echo daño! -solté, colocándome frente a frente con él.

Seguí con Edward, sin embargo no despegué la vista de Chip y Pik, pendiente de los movimientos de ambos, esperando que en algún momento tuviese la oportunidad de conocer mejor al caballo que había tirado al que ahora, era mi novio. Suspiré, observándolos. Luego de un rato al ver que la cosa no iba más allá que una "charla" volví a centrar mi atención únicamente en Edward. - ¿Estás bien, amor? -pregunté, con tono de voz dulce y cariñoso, esperand oque me contestara, ansiosa por su respuesta y preocupada a la misma vez.

Resoplé, nervioso y algo agresivo me tiré contra él.
- ¡Métete en tus asuntos,, cabllito de carrusel! -bramé, haciéndolo retroceder- es yu culpa por venir detrás mío -dije con recelo mirándolo con fijeza,

Había caído, no sabía como pero me encontraba tirado en el suelo. No tenía heridas ni nada muy importante.
En el suelo traté de abrir los ojos y al conseguirlo pude observar a Caroline que estaba junto a mi con cara de preocupación pero sonreía, así que verla sonreír me animaba, mucho.
Esbocé una sonrisa mientras me frotaba los ojos, pude oír su pregunta - S...sí, estoy bien - Aseguré - Gracias por preocuparte - Comenté seguidamente mientras pensaba en como me había llamado, Amor, esa forma de llamarme me ponía muy feliz y entusiasmado.
Me incorporé despacio con una sonrisa siempre. Me senté frente a ella mientras paseaba mi mirada entre la escena que formaban Pik y Chip y la belleza de Caroline. La única frase que salió de mi boca en ese instante fue : - Y tu...¿Te encuentras bien? - Pregunté algo preocupado pero a la vez con despreocupación al notar que no tenía heridas ni golpes muy graves.

- ¿Mi culpa? -repetí, irónico- ¡Mi culpa, dices! estás loco... -dije en tono nurlón hacia el semental árabe. Tenía que admitir que, aunque me fuese molesta su actitud, yo también fui hací en algún momento de mi vida, cuando era más joven, y se notaba que aquel lo era y por bastante. Moví mis posteriores para quedar de espaldas a él, con la intención de alejarme y que se tranquilizara- piensa en lo que hiciste, potro desbocado -le dije secamente, caminando hacia donde estaban Carol y Edward.

Relinché fuertemente, agresivo. Y me lancé contra Chip, sin hacer caso de los errores de mi acciones. Sabía que estaba mal, pero no lo iba a admitir ni reconocer. Flanqueé al semental y lo empujé de lado, estirando e cuello para morderle.

Allí siempre había algo que hacer, como correr, nadar, saltar troncos, ramas y piedras, conocer caballos salvajes... Me puse a corretear. Llegué a un extremo del prado, donde llegaba el agua, y bebí un poco pues hacía bastante calor. A lo lejos distinguí dos sementales en medio de una lucha, hice una mueca y me alejé un poco, moviendo la cola de un lado a otro.

Me alegró el confirmar que, finalmente, estaba bien. Suspiré más tranquila y le dí un beso en la frente, mientras me incorporaba y lo ayudaba a él a hacer lo mismo, lentamente, tratando de evitar los típicos posibles mareos. - Sí, claro que estoy bien -aseguré, mientras me sacudía el pantalón y dirigía la mirada hacia Chip y Pik, quizás tan preocupada ahora como antes. Todo parecía ir medianamente bien, Chip se alejaba del caballo y volvía hacia nosotros, sin embargo éste se lanzó sobre mi caballo. Y eso, era algo que no pensaba tolerar. Salí corriendo hacia allí, a pesar de que era algo totalmente imprudente y peligroso.

Sonreí y me tranquilicé al ver que estaba bien.
Le acaricié la mejilla con una sonrisa acto seguido de que ella me besara en la frente.
Dirigí mi mirada hacía donde ella lo hizo, Pik se había lanzado contra Chip enfurecido.
Carol salió corriendo hacia la escena, en ese instante negué levemente con la cabeza - Carol, no, es muy peligroso - Grité esperando que al menos me escuchara.
Me empecé a poner nervioso y comencé a preocuparme como nunca lo había echo en mi vida. Cogí fuerzas y me levanté rápidamente como si no hubiera tenido el accidente.
Corrí hacia Carol rápidamente. Al llegar la retuve de brazo - No te acerques mas, porfavor - Pedí con el ceño un tanto fruncido. Yo entendía que no dejaría que avasallaran a su caballo, pero yo no permitiría que a lo mas importante en mi vida le ocurriera algo.

Los brazos protectores de Ed me envolvieron antes de que lograra acercarme lo suficiente como para salir herida o intentar detener a los caballos. No debía meterme, seguramente ellos lo lograrían resolver y las probabilidades de que empeorara todo en vez de mejorarlo eran muy altas. Sin embargo, la simple idea de quedarme observando como un caballo desconocido atacaba a mi Chip no entraba dentro de las posibilidades. - Pe-pero -tartamudee con dificultad, observando la escena- si le pasa algo... -mascullé, mientras sentía que las piernas me fallaban ligeramente. Me sostuve con fuerza, abrazándome a Edward, sin despegar vista de la escena. Si tenía que arriesgarme para ponerme en medio, lo haría, sin dudarlo. No permitiría que nada le pasara a Chippendale.

- Pero ... ¡nada! - La interrumpí serio y frustrado.
- Piensa en que haría yo sin ti, no podría sobrevivir, Carol - Comenté mientras la miraba a los ojos profundamente y la sostenía del brazo.
- Tu ahora eres mi vida - Añadí serio y algo enojado. - No dejaré que vayas - Dije serio. No permitiría que le ocurriera algo y menos delante mía.
La miré a los ojos en todo momento sin apartar mi vista de ella. Mis ojos se empañaban ante aquella situación, me entristecía pensar en el simple echo de no tenerla junto a mi.

Le devolví aquél tarascón, previo a soltar un relincho ahogado y furioso. Me paré de mano y le atisé con una de mis patas sobre el lomo, sin hacerle mucho daño.
- ¡Tranquilízate, potro! no tienes derecho a rebuscártelas con migo, Pikhasso -dije, furioso, inmóvil en el lugar. Miré a Carol y Ed, hice una mueca, y una señal de que no se movieran- Carol, por favor, no te acerques -le pedí, preocupado.

Tenía razón, ya era hora de bajar los zumos. Sí, era un potro, y no podía evitarlo, no tenía el mejor carácter, pues no había sido tratado para tenerlo, realmente.
No devolví el golpe, me alejé unos pasos, mirándo a todos y soltándo un relincho fuerte, pero ahogado, lleno de remordimiento. Me alejé al galope.

En cuanto me di cuenta de que Pik se alejó no pude evitar librarme del agarre de Edward, yendo hacia mi caballo, corriendo. Al llegar lo abracé, luego de asegurarme de que no tuviese ninguna herida, suspiré, sin soltarlo aún. - ¿Estás bien, chico? -dije, observándolo a los ojos, mientras acariciaba su frente y le daba luego un beso allí mismo. Desvié ahora mi mirada hacia Pik, pensando en que haría Edward con él, pues era obvio que necesitaría mucho trabajo previo antes de montarlo. Observé a mi novio, dirigiéndole una mirada a modo de disculpa por haber salido corriendo de forma tan brusca y esperé a ver que hacía, si venía con nosotros o iba detrás de Pik.

Miré a Pik alejarse, mientras me didirgía hacia donde estaba Carol.
Devolví el abrazo a Carol, la miré fijamente, contento de que no fuese nada grave. Miré mi lomo, donde había recivido el mordisco. Había un poco de sangre alli, pero apenas se notaba, era unaa herida chica, así que estaba bien.
- Estoy bien, siempre que tú lo estes -dije, empujándola suavemente con el morro de forma cariñosa.

Observé la herida de su lomo, en cuanto volviéramos a los boxes me encargaría de limpiársela bien, a pesar de que no era profunda y no se le veía riesgo de infección alguno. Lo acaricié, sin querer despegarme de él, pero finalmente lo hice. - Últimamente me estás dando muchos sustos -acusé, en broma claro, pues era obvio que no lo culpaba- parece que está un poco arrepentido -observé, mientras dirigía mi mirada hacia Pik- ¿crees que es "peligroso"? ¿o qué podremos ganarnos su confianza con mucha paciencia? -pregunté, divertida.

- Mucha, mucha paciencia... -admití, haciando una mueca y dirigiendo mi mirada hacia el caballo que ahora galopaba lejos- pero no es imposible -aseguré, mirándola de nuevo- todos tienen, en cierto punto, amor para dar y que necesitan recivir, también -comenté, poyando mi cabeza en su pecho y soltando un suave relincho- tal cual yo necesito de tu cariño -bromeé.

Me alejé lo más que pude, y me dejé caer sobre la hierba, ya lejos de las miradas de los dos humanos y el semental tordo. Aquella sensación que me invadía era nueva para mí, estaba muy arrepentido, pero era muy orgulloso y cobarde como para disculparme y reconocer mis errores. Me quedé allí en el suelo, mirando la nada, quejoso.

Sonreí mientras acariciaba su cuello, apoyando mi frente en la suya y observando sus preciosos ojos, mientras me quedaba pensativa unos momentos. - Te quiero mucho -repetí, últimamente se lo decía mucho- sé que te lo repito siempre, pero bueno... -reí levemente y observé al caballo, Pik. Estaba decidida a acercarme a él, a ganarme su confianza, aunque tuviese que esperar mucho tiempo para lograrlo- será mejor dejar que se tranquilice antes de ir con él -aseguré, como hablando con Chip, tratando de seguir con la mirada a el caballo de Edward, hasta que finalmente desapareció en el inmenso prado, haciendo que me fuera imposible visualizarlo.

Lo perdí de vista, pero no tenía muchos lugares para irse. Seguramente su orgullo lo llenaría de remodrdimiento, así que sería mejor, tal cual dijo Carol, que se tranquilizara.
- Te quiero mucho más de lo que tu imaginas -dije, feliz y luego agregué- cada vez que me dices que me quieres me haces muy feliz, Carol -reí y le di un beso, luego mordiqueé su pelo, juguetón.

Me reí ante el beso de Chip. Sí, ni más ni menos, un beso. - Estaremos siempre juntos. Pase lo que pase. Es una promesa -aseguré, mientras sonreía y lo abrazaba nuevamente. Luego, al ver aquella actitud juguetona le dí un empujón, a pesar de que apenas lo moví y salí corriendo, tratando de sacarle ventaja- ¡demuéstrame si eres rápido, chico! ¿podrás atraparme? -pregunté, de forma traviesa, a pesar de que no dudaba que me alcanzaría sin esfuerzo alguno. En un momento de despiste de parte de él me escondí detrás de un frondoso árbol, asegurándome de que no supiera donde estaba, soltado una risita por lo bajo, traviesa, esperando a ver su reacción.

- Sí, es una promesa, por parte de los dos -aseguré, también, devolviéndole el abrazo; luego salió corriendo.
Corrí tras ella, contento y con ganas de jugar. Pero la perdí de vista, por lo que comencé a olisquear el aire, tratando de percatarme de su olor, pero no era sencillo.
- ¿Carol, dóno estás? -dije bromeando, mirándo hacia todos lados.