La Gran Pradera

Me reí, mientras esperaba que se acercase. En cuanto lo hizo, salí por el lado contrario a donde estaba él y le di un empujón nuevamente por detrás, mientras salía corriendo nuevamente, entre risas, a sabiendas que aún así no tardaría nada en llegar hacia donde estaba.

Me asusté un poco, pues me tomó por sorrepsa, pero en seguida fui tras ella, la alcancé en menos de un minuto y tiré de su ropa para frenarla, sin dejar que cayera al suelo. Puse mi cabeza por debajo de ella y la subí para que quedase sobre mi cuello y se deslizara hasta mi lomo. Esperé que se acomodara un poco y salí al galope, pasando por al lado de Edward, quien ya no me preocupaba, por lo que también lo invité a montar sobre mi.

Me reí y sorprendí ante las acciones de Chip, pues claramente me había tomado por sorpresa. Me acomodé sobre su lomo, sosteniendo sus crines y ayudando a Ed a subir, dándole mi mano y dejando que se acomodase detrás. Luego, le dí finalmente un toque a Chip, para indicarle que ya estábamos bien encima de él, mientras disfrutaba de la brisa que soplaba y de la libertad que sentía al subir a pelo en mi caballo, con Ed detrás. Simple y sencillamente, la escena no podría ser mejor, nunca.

comencé a galopar, rápido, pero sin llegar al galope tendido, pues tenía dos personas en sima esta vez. Reí, relinché y sonreí, realmente feliz.

Me sujeté con fuerza, mientras de paso trataba de buscar en el prado a Pik, el caballo que anteriormente había protagonizado aquella escena realmente desagradable. Sin embargo, lo entendía, de cierta manera, pues sabía que había llegado hace poco y era apenas un potro, con nervio y energía desbordantes. Acompañé los movimientos de Chip, con cuidado debido a su herida.

Intenté buscar a Pik, estaba algo apartado, en un extremo del prado, tumbado en la hierba. No me acerqué, esperé a que carol me diera indicaciones, sólo seguí galopando.

- ¿Qué dices? ¿Conviene acercarnos? -pregunté, sabiendo que él quizás sabría mejor que yo, al ser un caballo y lograr de alguna u otra manera entender mejor a Pikhasso. El verlo allí, apartado, como castigándose por lo que había hecho me dio cierta pena, pues había sido una situación realmente confusa la anterior y se estaba culpando él por todo.

Frené poco a poco, y al paso me acerqué lentamente a él, pero me mantuve a varios metros de distancia. Miré a Carol y esperé, yo tampoco estaba seguro de que hacer con el semental árabe.

Tragué saliva, desmontando con cuidado de Chip, quedándome a su lado, observando fijamente a Pik pero sin suponer un reto para él, ni desafiarlo. Al contrario, mi mirada trataba de infundirle confianza, de decirle que todo estaría bien. Acaricié a Chip, mientras paseaba la mirada entre ambos sementales, dejándola finalmente en el árabe. - Pikhasso -llamé, con voz dulce, tranquila- todo lo que sucedió antes no tiene importancia -aseguré, con voz calmada, tranquila- nosotros no queremos hacerte daño, ni mucho menos -aseguré, firmemente.

Levanté la miarda, sorprendido. Estaba muy tranquila ya, sumido en mis pensamientos, concentrado. Me paré y miré a los tres. Agaché un poco la cabeza y solté un relincho por lo bajo.
- Lo sineot... -le dije a Chippendale, sin mirarlo. Luego observé ala chica, intentando comprender sus palabras. Di un paso al frente, seguro como siempre, pero tranquilo sind ejar de mirarla- ¿no tiene importancia? -no sabía como era eso posible.

Negué suavemente con la cabeza. - Todos cometemos errores, precioso. Aquí no estamos para juzgar a nadie -aseguré, mientras sonreía de manera tranquila, dulce, incluso cariñosa- podremos empezar de nuevo, todos, siempre que tú quieras -solté una risita melodiosa, mientras esperaba a ver las reacciones de Pik, que parecía realmente arrepentido- ¿qué dices? -lo animé luego, mientras seguía acariciando a Chippendale con mi mano derecha- nuestra intención es, y siempre fue, acercarnos a ti. Lograr establecer un buen vínculo.

- ¿Vínculo? -sonaba tan extraño, tan lejano, todas sus palabras eran convincentes y tentadoras, pero no lograba "entenderlo". Me acerqué a ella, depués de todo, aquél remordimiento que me me invadió toda la tarde me había dejado sin energías, y no volvería a cometer ese error.

- Muy bien -elogié, viendo como se acercaba, tranquilo, totalmente distinto a hoy. Sonreí, pero no me moví, no quería presionarlo ni mucho menos. Esperé pacientemente a ver que hacía y extendí mi mano hacia él. No estaba segura de tener golosinas, por lo que trataría de ganarme, de alguna u otra forma, su confianza sin ellas. Dejé mi mano extendida, sin tocarlo, algo lejos de él, dejando que él decidiera si quería acercarse y recibir caricias o prefería esperar, tendría todo el tiempo del mundo para los caballos.

Esa mano, que se estiraba cona sutil intención de tocarme, me hizo retroceder, resoplándo. No era yo en ese momento, pero no iba a cambiar tanto el hecho de que los humanos no me eran de fiar, al menos no del todo. ¿Tendría que ser ella, al igual que Edward, esa excepción que dejaría que me acariciara?
Pocas caricias había recivído en mi vida, pocas probenientes de personas, pero me arrisgué, apenas con el morro y el cuello estirado toqué su mano y me quedé inmóvil

Esperé, pues a pesar de que se había alejado, sabía que era probable que tarde o temprano se acercara producto de la curiosidad natural de los caballos. Y a pesar de que al estirar la mano la intención inicial no había sido acariciarle, era uno de los propósitos, pero poco a poco. Sonreí en cuanto se acercó y me tocó, asentí con la cabeza. - ¿Ves? Nadie te va a hacer nada, no aquí -aseguré. Moví suavemente mi mano por su morro, subiendo lentamente hacia su frente, dejándola luego allí. Si quería alejarse o irse, no lo obligaría a nada.

Me acerqué más, pues tenía el cuello muy estirado. Aunque en ese momento, mi verdadero yo no estaba presente, disfrutaba mucho aquella mano recorriendo mi rostro. Entrecerré los ojos y resoplé.

- Tranquilo -susurré, con voz baja, calmada. Llevé mi otra mano a su cuello, recorriéndolo con suavidad, mientras le dirigía una mirada alegre a Edward. Volví a centrar mi atención en Pik, sin dejar de acariciarlo. Ahora, busqué alguna golosina en mi bolsillo, encontrando unos terrones de azúcar. Se los ofrecí, como recompensa por su buen comportamiento. Acaricié su frente, mientras mi otra mano se movía por su cuello- apuesto a que no es tan malo -me reí levemente, feliz por aquél progreso.

La dejé acariciarme, definitivamente me agradaba aquella sensación.
- Sí, es verdad... -admití en un susurro. Volví a mirarla y ladeé la cabeza, relinchando.

Solté una risita leve, mientras mi mano seguía la línea de su cuello, acariciando luego su lomo y volviendo a subir hacia su cuello. Llamé a Ed, para que se acercase, pues sería genial poder compartir aquella situación con él y más aún considerando que había sido quién había tenido el pequeño accidente y que, evidentemente, necesitaría ganarse la confianza de Pik.

Me quedé quito, tanquilo, sumiso, ¿qué me ocurría? supuse que el cansancio, el nuevo ambiente y mi pequeño pléito me haían alterado, por lo que simplemente,e quedé así tal cua estaba.

- Muy bien muchacho -esbocé una sonrisa sincera, cargada de entusiasmo y felicidad ante la situación. No me detuve con las caricias, sin embargo luego de un rato dí un paso atrás, esperando a ver que hacía, si se acercaba a pedir más caricias o directamente retrocedía y se alejaba. Dependiendo de ello lograría hacerme una idea aproximadamente de que pensaba Pikhasso en aquellos momentos.

Observé la situación con la mayor atención posible.
Lo que Carol estaba consiguiendo con Pik era absolutamente increíble.
Quedé en silencio con una sonrisa en el rostro observando atento.

Le hice una seña muy leve a Edward para que se acercase, nuevamente, tratando de no hacer movimientos bruscos ni cambiar aquella actitud tan tranquila pero decidida con la que me había tenido que manejar para lograr algo con Pik. Mantuve la postura despreocupada, como invitando al semental a que se relajase totalmente.

Obedecí enseguida a Caroline. Me acerqué tranquilo para no hacer movimientos muy bruscos por el hermoso semental.
- Lo que has conseguido es asombroso - Le comenté casi en susurro a Carol mientras le dedicaba una amplia sonrisa.
Observé atento al semental al igual que a Carol con la esperanza de al menos poder aprender un poco de ella, pues había congeniado muy bien con el semental.

Negué suavemente con la cabeza. -Él ha hecho todo el trabajo. Y él ha dado el primer paso, que fue cambiar su actitud. Está arrepentido por todo lo que pasó- narré en voz baja, susurrando pero asegurándome de que Edward me escuchase con claridad. -Creo que habría aceptado caricias de cualquiera que se hubiese acercado con tranquilidad, asegurándole que todos podríamos cometer errores- sonreí, paseando mi mirada entre Pikhasso y Edward, posándola finalmente en Chip, acariciando su cuello con una radiante sonrisa fija.